Romanos 15, 14-21Salmo 97, 1-4
Decía también a los discípulos: Había un hombre rico que tenía un administrador, al cual acusaron de malgastar sus bienes. Lo llamó y le dijo: «¿Qué es lo que me han contado de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no ocuparás más ese puesto».El administrador pensó entonces: «¿Qué voy a hacer ahora que mi señor me quita el cargo? ¿Cavar? No tengo fuerzas. ¿Pedir limosna? Me da vergüenza. ¡Ya sé lo que voy a hacer para que, al dejar el puesto, haya quienes me reciban en su casa!»Llamó uno por uno a los deudores de su señor y preguntó al primero: «¿Cuánto debes a mi señor?» «Veinte barriles de aceite», le respondió. El administrador le dijo: «Toma tu recibo, siéntate en seguida, y anota diez».Después preguntó a otro: «Y tú, ¿cuánto debes?». «Cuatrocientos quintales de trigo», le respondió. El administrador le dijo: «Toma tu recibo y anota trescientos».Y el señor alabó a este administrador deshonesto, por haber obrado tan hábilmente. Porque los hijos de este mundo son más astutos en su trato con lo demás que los hijos de la luz.
La sociedad que conoció Jesús era muy diferente a la nuestra. Sólo las familias poderosas de Jerusalén y los grandes terratenientes de Tiberíades podían acumular monedas de oro y plata. Los campesinos apenas podían hacerse con alguna moneda de bronce o cobre, de escaso valor. Muchos vivían sin dinero, intercambiándose productos en un régimen de pura subsistencia.En esta sociedad, Jesús habla del dinero con una frecuencia sorprendente. Sin tierras ni trabajo fijo, su vida itinerante de profeta dedicado a la causa de Dios le permite hablar con total libertad. Por otra parte, su amor a los pobres y su pasión por la justicia de Dios lo urgen a defender siempre a los más excluidos. Habla del dinero con un lenguaje muy personal. Lo llama espontáneamente «dinero injusto» o «riquezas injustas». Al parecer, no conoce «dinero limpio». La riqueza de aquellos poderosos es injusta porque ha sido amasada de manera injusta y porque la disfrutan sin compartirla con los pobres y hambrientos.Lucas ha conservado unas palabras curiosas de Jesús. Aunque la frase puede resultar algo oscura por su concisión, su contenido no ha de caer en el olvido. «Yo les digo: Gánense amigos con el dinero injusto para que, cuando les falte, los reciban en las moradas eternas». Jesús viene a decir así a los ricos: Empleen su riqueza injusta en ayudar a los pobres; gánense su amistad compartiendo con ellos sus bienes. Ellos serán sus amigos y, cuando en la hora de la muerte el dinero no les sirva ya de nada, ellos los acogerán en la casa del Padre. Dicho con otras palabras: la mejor forma de «blanquear» el dinero injusto ante Dios es compartirlo con sus hijos más pobres.Sus palabras no fueron bien acogidas. Lucas nos dice que «estaban oyendo estas cosas unos fariseos, amantes de las riquezas y se burlaban de él». No entienden el mensaje de Jesús. No les interesa oírle hablar de dinero. A ellos solo les preocupa conocer y cumplir fielmente la ley. La riqueza la consideran como un signo de que Dios bendice su vida.Aunque venga reforzada por una larga tradición bíblica, esta visión de la riqueza como signo de bendición no es evangélica. Hay que decirlo en voz alta porque hay personas ricas que de manera casi espontánea piensan que su éxito económico y su prosperidad es el mejor signo de que Dios aprueba su vida. Un seguidor de Jesús no puede hacer cualquier cosa con el dinero: hay un modo de ganar dinero, de gastarlo y de disfrutarlo que es injusto pues olvida a los más pobres. (José Antonio Pagola)
El dinero debe servir para hacer un mundo mejor
El mundo se ofrece ante nuestra mirada con sus riquezas, sus honores, sus alegrías, su prestigio. Nos habla de fortuna, de placeres, de gloria, de todo lo que puede encender las pasiones, exaltar el orgullo, satisfacer los sentidos. Y basta que prestemos un momento oído a estos discursos halagadores y que el corazón se abra al amor de estos falsos bienes y sus vanidades mentirosas para que no sea Jesucristo, sino el mundo el que sea objeto de todos nuestros pensamientos, quien dé forma a nuestros deseos, quien decida en todas nuestras inclinaciones, de la suerte de nuestra vida. (A los jóvenes)
Pon tu celular en modo amigo,en modo amor, en modo hermano,en modo hijo.Si no quieres quedar sin bateríapon tu celular en modo vida.¿Qué tal si nos sentamos a charlar?¿Qué tal si nos comemos un heladoy emprendemos la titánica misiónde mirarnos a los ojos y encontrarnos?¿Qué tal si me reemplazas ese besoque me mandaste en un emoticón?Que si es de carne y hueso,entonces esos corazonesen los ojos tendré yo.Vamos a hacer una revoluciónhumilde, aparentemente tonta.Seamos cavernícolas un ratocaminando simplementede la mano.Y sea tu mirada mi señaly tu compañía mi recarga.Sea el sonido de tamborde tu noble corazón,mi ringtone.Pon tu celular en modo amigo,en modo Dios, en modo asombro,modo niño.Si no quieres quedar sin bateríapon tu celular en modo vida.