32º domingo durante el año

Sabiduría 6, 12-16
Salmo 62, 2-8
1 Tesalonicenses 4, 13-18 o bien 4, 13-14


Evangelio: Mateo 25, 1-13

Jesús dijo a sus discípulos:  El Reino de los Cielos será semejante a diez jóvenes que fueron con sus lámparas al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco, prudentes.
Las necias tomaron sus lámparas, pero sin proveerse de aceite, mientras que las prudentes tomaron sus lámparas y también llenaron de aceite sus frascos.
Como el esposo se hacía esperar, les entró sueño a todas y se quedaron dormidas.
Pero a medianoche se oyó un grito: «¡Ya viene el esposo, salgan a su encuentro!» Entonces las jóvenes se despertaron y prepararon sus lámparas.
Las necias dijeron a las prudentes: «¿Podrían darnos un poco de aceite, porque nuestras lámparas se apagan?» Pero estas les respondieron: «No va a alcanzar para todas. Es mejor que vayan a comprarlo al mercado».
Mientras tanto, llegó el esposo: las que estaban preparadas entraron con él en la sala nupcial y se cerró la puerta.
Después llegaron las otras jóvenes y dijeron: «Señor, señor, ábrenos», pero él respondió: «Les aseguro que no las conozco».
Estén prevenidos, porque no saben el día ni la hora.


Palabra y realidad

El primer versículo establece claramente la comparación que va a plantear entre las diez vírgenes (5 prudentes y 5 necias) esperando al novio y el reino de los cielos.
Era costumbre en todo oriente medio antiguo que hubiera un grupo de mujeres solteras (vírgenes) esperando en las bodas, atendiendo a la novia(ausente en esta parábola), a quien el novio venía a buscar para llevar a su propio domicilio. Hay que notar que tanto las vírgenes prudentes e necias, en la larga espera, se durmieron; así que haberse dormido no es la característica que las distingue. Además, hay que notar que tanto las vírgenes prudentes como las necias fueron elegidas para la festividad.

Las vírgenes prudentes son diferentes de las necias solamente en una cosa: tienen la precaución de tomar aceite para rellenar sus lámparas. Tenían sus lámparas y aceite, así que estaban listas para recibir al esposo sin importar cuando llegara. Están listas, y estar listos / preparados es el punto de esta parábola.
Tiene sentido estar preparadas, porque la llegada del esposo sería la señal para el comienzo de una gran y gozosa festividad, algo que estas mujeres esperaban y sería uno de los acontecimientos más grandes de sus jóvenes vidas. ‘El tema es estar preparado, no para esperar lo peor… sino para lo mejor’ (Buttrick, 556). La verdadera sorpresa es que cinco de ellas no han hecho la preparación esencial para esta importante ocasión.

El esposo se retrasa (v. 5). Este es el punto clave de la historia. Tanto las vírgenes prudentes como las necias están preparadas para la llegada del esposo, pero solamente las prudentes están preparadas para la demora del esposo.

Mateo, que está escribiendo este Evangelio medio siglo después de la resurrección, está luchando con el asunto del retraso del regreso de Cristo. En esta serie de parábolas él alienta a la primera comunidad cristiana a mantenerse en vela, incluso si están cansados de mantenerse en un estado de ‘alerta continua’, porque ‘no sabemos ni el día ni la hora’.

Jesús nos habla de diez parthenois –vírgenes, doncellas – cinco prudentes/sabias y cinco necias/insensatas. Estas vírgenes prudentes y necias corresponden a los constructores de los que Jesús habló en Mt 7, 24-27. En esa historia, el hombre prudente construyó la casa sobre la roca, pero el insensato lo hizo sobre la arena. La casa construida sobre la roca soportó la tormenta, pero la que fue construida sobre la arena se derrumbó, y su ruina fue grande. Jesús dice que el hombre sabio o prudente es el que ‘hace lo que oye’ (7:24).

No basta con decir ‘Señor, Señor’ para entrar en la boda. Desde dentro responderá el novio: No los conozco. Realidad dura si la hay, ser desconocidos por el esposo. Quiera Dios que vivamos prevenidos y atentos para que su llegada no nos sorprenda sin el aceite necesario.

Otra clave, no menor, es el aceite. ¿Qué representa, a qué alude? Si miramos los textos de los capítulos 24 y 25 encontraremos algunas claves de interpretación: Tener aceite –estar preparados para la demora- es estar vigilantes en la casa para que el ladrón no nos robe la esperanza, la alegría, la actitud de servicio desinteresada; tener aceite es trabajar fielmente para el Señor y no dedicarnos a maltratar a otros, estar ocupados en la misión que se nos encomendó como cuidadores de los más pequeños, ángeles guardianes de su inocencia; tener aceite significa multiplicar lo que se nos confía, no esconder el don que se nos da generosamente, confiar en el dador y en el receptor; tener aceite es atender al Señor, aun sin saberlo, en el más pequeño de sus hermanos, hospedarlo, visitarlo, vestirlo, alimentarlo. En una palabra, el aceite es el amor, amor hecho obras, porque las obras son amores y no buenas razones.


Lectura de los Lazos

El esposo y las vírgenes:
El Esposo siempre está llegando. Las vírgenes no saben la hora, la espera puede prolongarse y generar demoras. La llegada no admite esperas, si estás listo entras con él, caso contrario te quedas fuera. Quedarse fuera es ser desconocido por el Esposo. ¡Qué pésima noticia para quien esperaba entrar con él a la fiesta! No malogres tus esperas. No te distraigas. Sé previsor/a. Mantén tu lámpara siempre con aceite. No juegues al límite. Sé siempre generoso y prevenido. 


Palabras de Juan María


Debes estar preparado. Y que el pensamiento de la muerte no te entristezca; alégrate con el profeta viendo acercarse el final de todas tus miserias y el momento en el que irás a la casa del Señor, para alabarlo, bendecirlo, y amarlo para siempre sin divisiones. Cada mañana, en el santo altar, le pido esta gracia para ti. ¡Vamos al cielo, vamos al cielo, hijo mío: allí nos encontraremos y nos reuniremos para siempre!  Te abrazo en el lecho del dolor con toda la ternura de un padre. (Al H. Paul, 09-04-1847) 


Convencimiento – Teresa Parodi

La vida llama a mi puerta,
me está llamando.
La vida empuja mis pasos,
me está empujando.

Me pide más todavía,
me pide amparo.
Me pide manos tendidas,
me pide tanto.

Me pide un sueño sincero,
me pide hermanos.
Me pide flores naciendo,
me pide lazos.

Me pide punta de lanza,
me pide un canto;
Que nombre todas las cosas
que quiero tanto.

Me pide un beso en la frente,
me pide un salmo.
Me pide un gesto amoroso,
resucitando;
del fondo de las tristezas,
lo más humano.
Me pide el alma y el cuerpo,
me pide tanto.

Y yo le doy mi alegría
de un solo trago.
Le doy mis versos ariscos,
desorbitados,
mis ganas, mi pensamiento,
mi grito largo.

Le doy mi convencimiento;
se lo estoy dando,
se lo estoy dando.