DIOS SÓLO II

No tengas en vista más que su gloria, querido hijo, y estate en guardia contra las tentaciones del amor propio; son muy peligrosas, tanto más que uno desconfía menos de sí mismo. Sé siempre muy humilde y pon en práctica nuestra bella divisa: Dios Solo (Carta 3487, al Hermano Liguori-Marie)

Señor, estoy a tus pies,
como un niño pequeño
que espera tus órdenes;
no quiero, no deseo nada
sino hacer lo que pidas de mí
para tu mayor gloria.
Habla, pues, Señor
y obedeceré sin dudar,
sin lamentarme,
con alegría y con amor. (JMLM)

Me pongo en tus manos

Padre, me pongo en tus manos,
haz de mí lo que quieras,
sea lo que sea, te doy las gracias,
estoy dispuesto a todo, lo acepto todo,
con tal que tú voluntad se cumpla en mí.
No deseo nada más, te confío mi alma,
te la doy con todo el amor del que soy capaz.
Porque te amo y necesito darme,
ponerme en tus manos,
porque eres mi Padre.

Antífona 1: Redoblen la ternura y el celo, y no esperen más que de Dios Sólo la recompensa de sus trabajos.

Salmo 17
Acción de gracia, después de la victoria

Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza; 
Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador. 
Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío, 
mi fuerza salvadora, mi baluarte. 
Invoco al Señor de mi alabanza 
y quedo libre de mis enemigos. 

Me cercaban olas mortales, 
torrentes destructores me aterraban, 
me envolvían las redes del abismo, 
me alcanzaban los lazos de la muerte. 

En el peligro invoqué al Señor, 
grité a mi Dios: 
desde su templo él escuchó mi voz, 
y mi grito llegó a sus oídos. 

Entonces tembló y retembló la tierra, 
vacilaron los cimientos de los montes, 
sacudidos por su cólera; 
de su nariz se alzaba una humareda, 
de su boca un fuego voraz 
y lanzaba carbones ardiendo. 

Inclinó el cielo y bajó 
con nubarrones debajo de sus pies; 
volaba a caballo de un querubín 
cerniéndose sobre las alas del viento, 
envuelto en un manto de oscuridad; 

Como un toldo, lo rodeaban 
oscuro aguacero y nubes espesas; 
al fulgor de su presencia, las nubes 
se deshicieron en granizo y centellas; 

y el Señor tronaba desde el cielo, 
el Altísimo hacía oír su voz: 
disparando sus saetas, los dispersaba, 
y sus continuos relámpagos los enloquecían. 

Desde el cielo alargó la mano y me agarró, 
me sacó de las aguas caudalosas, 
me libró de un enemigo poderoso, 
de adversarios más fuertes que yo. 

El Señor retribuyó mi justicia, 
retribuyó la pureza de mis manos, 
porque seguí los caminos del Señor 
y no me rebelé contra mi Dios; 
porque tuve presentes sus mandamientos 
y no me aparté de sus preceptos; 

Le fui enteramente fiel, 
guardándome de toda culpa; 
el Señor retribuyó mi justicia, 
la pureza de mis manos en su presencia. 

Con el fiel, tú eres fiel; 
con el íntegro, tú eres íntegro; 
con el sincero, tú eres sincero; 
con el astuto, tú eres sagaz. 
Tú salvas al pueblo afligido 
y humillas los ojos soberbios. 

Señor, tú eres mi lámpara; 
Dios mío, tú alumbras mis tinieblas. 
Fiado en ti, me meto en la refriega, 
fiado en mi Dios, asalto la muralla. 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1
Redoblen la ternura y el celo, y no esperen más que de Dios Solo la recompensa de sus trabajos.

Antífona 2
El hombre más razonable será el que alimente su espíritu de un solo pensamiento: Dios Sólo.

Salmo 17 B
Acción de gracia, después de la victoria

Perfecto es el camino de Dios, 
acendrada es la promesa del Señor; 
Él es escudo para los que a Él se acogen. 

¿Quién es dios fuera del Señor? 
¿Qué roca hay fuera de nuestro Dios? 
Dios me ciñe de valor 
y me enseña un camino perfecto; 

El me da pies de ciervo, 
y me coloca en las alturas; 
El adiestra mis manos para la guerra, 
y mis brazos para tensar la ballesta. 

Me dejaste tu escudo protector, 
tu diestra me sostuvo, 
multiplicaste tus cuidados conmigo. 
Ensanchaste el camino a mis pasos, 
y no flaquearon mis tobillos; 

Me ceñiste de valor para la lucha, 
doblegaste a los que me resistían; 
hiciste volver a la espalda a mis enemigos, 
rechazaste a mis adversarios. 

Me libraste de las contiendas de mi pueblo, 
me hiciste cabeza de naciones, 
un pueblo extraño fue mi vasallo. 

Los extranjeros me adulaban, 
me escuchaban y me obedecían. 
Los extranjeros palidecían 
y salían temblando de sus baluartes. 

Viva el Señor, bendita sea mi Roca, 
sea ensalzado mi Dios y Salvador: 
el Dios que me dio el desquite 
y me sometió los pueblos; 

que me libró de mis enemigos, 
me levantó sobre los que resistían 
y me salvó del hombre cruel. 

Por eso te daré gracias entre las naciones, Señor, 
y tañeré en honor de tu nombre: 
tú diste gran victoria a tu rey, 
tuviste misericordia de tu Ungido, 
de David y su linaje por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Sugerencia: hacer, también nosotros, una mirada agradecida al pasado y compartir nuestra acción de gracias.

Antífona 2
El hombre más razonable será el que alimente su espíritu de un solo pensamiento: Dios Sólo.


¿Por qué no pones en el fondo de tu alma la paz de Dios y la esperanza de su reino? ¿Por qué no te desprendes de la nada para unirte al todo? ¿Por qué no te separas de todo, lo que te será quitado en un instante? ¿Por qué no comienzas a vivir de la vida eterna? Oh Dios mío, te he escogido como mi parte y esa parte no me será quitada. Tú sólo significas algo para mí, Dios mío, Tú serás todo para mí. La vida no es nada, la fortuna no es nada. Dios sólo. Dios sólo (Memorial pág. 90).

Antífona:
Amémonos más que nunca en Dios sólo, para Dios sólo, no busquemos más que su gloria.

Bendito es el Señor

Bendito es el Señor nuestro Dios
que visita y redime a su pueblo.
Su presencia está viva en nosotros
su promesa perdura en el tiempo.

Él será salvador de los hombres
nos libera de toda opresión,
manteniendo vigente en nosotros
la palabra que él mismo nos dio.

El Señor quiere vernos alegres
sin tristeza, ni pena o dolor,
quiere hacer una tierra más justa
que le sirva cantando su amor

Tú serás elegido el profeta
que prepare el camino del Señor,
proclamando que viene a salvarnos
anunciando a los hombres perdón.

Nacerá un nuevo sol en el cielo
y su luz a nosotros vendrá.
Guiará al que vive entre sombras
por un nuevo sendero de paz.

Antífona:
Amémonos más que nunca en Dios sólo, para Dios sólo, no busquemos más que su gloria.

A cada intención respondemos:

Dios Sólo, eres nuestra fortaleza

-. Cuando la tristeza y el dolor aprietan.
-. En los momentos de lucha interior.
-. Cuando la alegría y la paz nos habitan.
-. En los momentos de búsqueda apasionada de tu voluntad.
-. Cuando desprendernos, incluso de lo superfluo, se nos hace cuesta arriba.
-. En los momentos de incertidumbre personal y comunitaria.

Padre, a nuestro alrededor nada es estable y nosotros mismos cambiamos como el resto; por eso queremos apoyarnos en Dios sólo, no nos uniremos más que a Dios sólo, no desearemos más que el cumplimiento de su voluntad siempre santa, siempre justa, siempre misericordiosa. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.