San Juan de la Cruz

Isaías 41, 13-20
Salmo 144, 1. 9-13

Jesús dijo a la multitud:
Les aseguro que no ha nacido ningún hombre más grande que Juan el Bautista; y, sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es más grande que él.
Desde la época de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los Cielos es combatido violentamente, y los violentos intentan arrebatarlo.
Porque todos los Profetas, lo mismo que la Ley, han profetizado hasta Juan.
Y si ustedes quieren crearme, él es aquel Elías que debe volver.
¡El que tenga oídos, que oiga!

Juan Bautista aparece en el Evangelio como la figura del hombre que precede a Cristo. Y no cabe duda que la misión de Juan Bautista, la misión de preparar el camino del Redentor, la misión de precursor se encaja en su vida como algo que él tiene que vivir, que tiene que aceptar.

La vocación de Juan Bautista no se da simplemente por el hecho de que Dios llama a su vida; también se da, se cuaja, se fecunda, se madura porque, con su libertad, Juan Bautista acepta esta misión. Ya su padre Zacarías había hablado de su misión cuando Juan es llevado a circuncidar. Zacarías dice que ese niño «será llamado Profeta del Altísimo porque irá delante del Señor a preparar sus caminos, para anunciar a su pueblo la salvación mediante el perdón de los pecados».

Esta es la misión del precursor, ser el hombre que va delante del Señor, que prepara sus caminos y que anuncia el gran don que es el perdón de los pecados. Lo que hace grande a Juan es que la misión que Dios le propone, él la lleva a cabo. Y el hecho de que sea el precursor, de alguna manera, se convierte para Juan Bautista no sólo en un motivo de gloria para él, sino que también se convierte en el modo en el que él llega a nuestras vidas.

También en cada uno de nosotros se realiza una misión semejante. En cierto sentido, cada uno de nosotros es un precursor, es un hombre o una mujer que va delante en el camino de la Redención. Todos estamos llamados, al igual que Juan Bautista, a realizar, a llevar a cabo nuestra misión.

¿Hasta qué punto valoramos la misión que se nos encomienda? ¿Me doy cuenta de la inmensa riqueza que supone para mi vida, pero también la inmensa riqueza que supone para los demás? (P. Cipriano Sánchez LC, en Catholic.net)


Ella (La Iglesia) quiere que, a ejemplo de san Juan Bautista, repitamos sin cesar estas palabras: ‘Allanen el camino del Señor, enderecen sus senderos’…¡Que tenga hoy la voz y la virtud del precursor para exhortarlos tan eficazmente como lo hacía él, para disponerlos, por la penitencia, a la venida del Mesías!” (Sermón sobre la penitencia)

Al otro lado del río,
de este gran río Jordán,
hay un profeta que anuncia:
¡Ya viene la salvación!
Se llama Juan el Bautista,
el precursor de Jesús.

Viste de piel de camello,
come raíces y miel,
su testimonio es tan fuerte
que todos van hacia él.
Él los bautiza con agua
hasta que viene Jesús.

Es el lugar donde un día
Juan bautizaba a Jesús,
mientras que el cielo se abría
y se escuchaba una voz,
que confirmaba que Cristo
era el Hijo de Dios.

Y ahora que estoy de este lado
de este gran río Jordán,
oigo la voz del Bautista
que me repite otra vez:
¡Hay que allanar los caminos
porque ya viene Jesús!