1º Juan 1,5-2,2Salmo 123, 2-5. 7-8
Después de la partida de los magos, el Angel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.José se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto.Allí permaneció hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por medio del Profeta: «Desde Egipto llamé a mi hijo».Al verse engañado por los magos, Herodes se enfureció y mandó matar, en Belén y sus alrededores, a todos los niños menores de dos años, de acuerdo con la fecha que los magos le habían indicado.Así se cumplió lo que había sido anunciado por el profeta Jeremías:«En Ramá se oyó una voz, hubo lágrimas y gemidos: es Raquel, que llora a sus hijos y no quiere que la consuelen, porque ya no existen».
El poder puede y suele convertirse en un dios exigente y cruel.Para mantener su hegemonía puede matar sin piedad.¡Cuántas víctimas inocentes mueren hoy por el miedo de algunos a perder el poder!Y no sólo pensemos en gobiernos autoritarios, sino en el negocio de las armas llevado adelante por enormes empresas, que necesitan vender sus productos.También el negocio del aborto, el narcotráfico, los grupos extremistas, que en nombre de un dios o de una ideología, matan sin piedad, baten récords en vidas inocentes sacrificadas.Eso en lo macro.Pero en nuestra vida cotidiana también, como dice el Papa, “matamos a inocentes por miedo a perder lo que tenemos; lo que en el fondo es pura inseguridad, pura soberbia; y el soberbio, en el fondo se quiere muy poco, tiene mucho miedo”.El mundo está lleno de inocentes que día a día sufren o mueren a causa de otros.Hay miles de mártires silenciosos que, aun sin conocer y confesar a Cristo, les toca lo peor. Pensemos nosotros, qué tenemos miedo de perder. Y qué somos capaces de hacer, a quiénes somos capaces de ‘matar’, para mantener el poder, el puesto y seguir sintiéndonos seguros. (Cf Algo del Evangelio)
Cuando con violencia o con engaño se toma lo que es de otro; cuando se lo vulnera en su persona; cuando en cosa lícita se le impide obrar conforme a su gusto, o se le obliga a obrar como no quiere; cuando se viola su derecho de una manera cualquiera, ¿qué es esto? Una injusticia. Es pues la injusticia quien destruye la libertad… Aquellos que se aprovechan de la servidumbre de sus hermanos, harán todo lo posible para prolongarla. Emplearán para ello la mentira y la fuerza. Dirán que el dominio arbitrario de algunos y la esclavitud de los demás es el orden establecido por Dios; y a fin de conservar su tiranía, no temerán blasfemar contra la Providencia. Después soltarán contra ustedes sus secuaces, levantarán cárceles sin número para encerrarlos, los perseguirán con la espada y con el fuego, los atormentarán y derramarán su sangre como el agua de las fuentes. (Palabras de un creyente XXII)
Desde el desiertosuena una vozque llama a la conversión.En los valles muertosvida nueva habrá,el polvo florecerá.Siempre a mi lado Tú estás.Si caigo me levantarás.Confío y espero,mi fuerza es la oración.Descanso en tu corazón.Creo en Ti,Tú me has sanado.Por la cruz he sido salvado.La victoria está en la resurrección.La muerte no podrá contra el amor.Desde las montañasse asoma el solque alumbra con su esplendor.En los días grisesla luz llegará,los miedos disipará.La muerte no podrá contra el amor.