Santos Basilio Magno y Gregorio Nacianceno

1º Juan 2, 22-28
Salmo 97, 1-4

Este es el testimonio que dio Juan, cuando los judíos enviaron sacerdotes y levitas desde Jerusalén, para preguntarle: ¿Quién eres tú?
El confesó y no lo ocultó, sino que dijo claramente: Yo no soy el Mesías.
¿Quién eres, entonces?, le preguntaron: ¿Eres Elías?
Juan dijo: No.
¿Eres el Profeta?
Tampoco, respondió.
Ellos insistieron: ¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?
Y él les dijo: Yo soy una voz que grita en el desierto: Allanen el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías.
Algunos de los enviados eran fariseos, y volvieron a preguntarle: ¿Por qué bautizas, entonces, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?
Juan respondió: Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay alguien al que ustedes no conocen: él viene después de mí, y yo no soy digno de desatar la correa de su sandalia.
Todo esto sucedió en Betania, al otro lado del Jordán donde Juan bautizaba.

Los jefes religiosos de Israel ven con sospecha la actividad de Juan en Betania, al otro lado del Jordán. Por eso envían unos entrevistadores avezados para interrogarlo sobre su identidad-misión.
Juan responde diciendo quien no es: no soy el Mesías, que ustedes sospechan; tampoco soy Elías, ni el profeta esperado. Esto los descoloca. Pero Juan aclara diciendo de sí mismo que es una voz que invita a preparar el camino del que está entre ellos y no lo conocen, que viene detrás; que él sólo bautiza con agua para disponerlos al encuentro.

Anunciando a Jesucristo, Juan no se apoderó de la profecía, él, es el ícono de un discípulo. ¿Dónde ha estado el origen de esta actitud del discípulo? En un encuentro. El Evangelio nos habla del encuentro de María e Isabel, cuando Juan bailó de alegría en el vientre de Isabel. Eran primos. Quizás se han encontrado después algunas veces. Y ese encuentro ha llenado de alegría, de tanta alegría el corazón de Juan y lo ha transformado en discípulo. Juan es el hombre que anuncia a Jesucristo, que no se pone en su sitio y que sigue el camino de Jesucristo. Mirar con sospecha las mediaciones nos esconde a Jesús. En la medida que confiamos en las mediaciones, nos vamos capacitando para reconocerlo entre nosotros, en los pequeños, en los pobres, en los “pastores” de hoy.

Nos hará bien hoy, a nosotros, preguntarnos sobre nuestro discipulado: ¿anunciamos a Jesucristo? ¿Aprovechamos o no aprovechamos nuestra condición de cristianos como si fuera un privilegio? Juan no se apoderó de la profecía. ¿Vamos sobre el camino de Jesucristo? (Papa Francisco, 07-02-2014)


Ella (La Iglesia) quiere que, a ejemplo de san Juan Bautista, repitamos sin cesar estas palabras: ‘Allanen el camino del Señor, enderecen sus senderos’…. ¡Que tenga hoy la voz y la virtud del precursor para exhortarlos tan eficazmente como lo hacía él, para disponerlos por la penitencia a la venida del Mesías! (S. sobre la penitencia)


Preparen el camino del Señor – Javier Bru

En tiempo de Caifás y de Anás
Dios nos envió a un testigo de la luz.
Se llamó Juan y vino a proclamar
bautismo, conversión y rectitud.

¿Tú eres el mesías o un profeta?,
algunos le fueron a preguntar.
Y citando a Isaías les contesta:
Soy voz que en el desierto oyen gritar:

Preparen, el camino del Señor
y hagan rectos todos sus senderos. (bis)

Toda colina se rebajará,
todo barranco será rellenado,
lo que es torcido recto al fin será
y lo áspero verán que se hace llano.

¿Por qué bautizas si no eres mesías?,
preguntan al Bautista otra vez:
 Yo sólo ahora bautizo con el agua,
mas, el que viene, en fuego lo va hacer.

Así como el Bautista en el desierto,
llamando a la sincera conversión,
queremos esperar al buen Maestro.
¡Ven, oh Señor, a nuestro corazón!