Isaías 55, 1-11Isaías 12, 2-3.4b-6 (Salmo)1ª Juan 5, 1-9
Juan Bautista predicaba diciendo:Detrás de mi vendrá el que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de ponerme a sus pies para desatar la correa de sus sandalias.Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo.En aquellos días, Jesús llegó desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán.Y al salir del agua, vio que los cielos se abrían y que el Espíritu Santo descendía sobre él como una paloma; y una voz desde el cielo dijo:Tú eres mi Hijo muy querido, en ti tengo puesta toda mi predilección.
Juan está en el Jordán bautizando a los que confiesan sus pecados y anuncia que detrás de él viene alguien que es más poderoso y que bautizará con el Espíritu. Desde Nazaret llega Jesús para ser bautizado. No se dice que confiesa sus pecados (todos los demás sí).Jesús se inscribe en esta experiencia del pueblo que desea que Dios cumpla sus promesas y acabe con la injusticia. Participa de esa experiencia, de ese deseo, aunque Él no sea cómplice de la situación que se está viviendo.El bautismo representa la elección fundamental de Jesús: la solidaridad con la humanidad hasta dar la vida. Expresión de amor incondicional. Su muerte es la expresión de máxima solidaridad, es el bautismo en que debe ser bautizado y que está deseoso que acontezca. Su bautismo no es muerte a un pasado, sino muerte en un futuro. El será bautizado en su muerte. ‘¿Podrán bautizarse con el bautismo con que yo seré bautizado?’, les preguntará a los hijos de Zebedeo.El bautismo de Jesús en el Jordán es en primer lugar un baño de humanidad: ‘Bajó’. En ese baño ve la aflicción de su pueblo, oye su clamor y siente la llamada de Dios. Sin este baño de humanidad no se comprende su experiencia. Sin provocación de la realidad no puede haber vocación, llamada del Señor. Hay una relación estrecha entre el salir del agua y el bajar del Espíritu. Jesús recibe la plenitud del Espíritu y por eso podrá bautizar con Espíritu Santo.La primer experiencia que vive Jesús es visual: ‘Se rasgan los cielos’. Expresa la acción portentosa con que Yahvé irrumpe en la historia del pueblo para instaurar el Reino. Dios irrumpe en Jesús y en Él establece la comunicación entre Dios y la persona. Es el cumplimiento de la gran promesa mesiánica (Is 63, 15-19). La bajada del Espíritu a Jesús es como la bajada de la paloma a su nido: Jesús es el nido del Espíritu. En Jesús anida el Espíritu. La experiencia de filiación es siempre fruto del Espíritu. Jesús recibe una misión del Espíritu en favor del pueblo.La segunda experiencia es auditiva: ‘Tú eres mi Hijo’. Expresión de la relación de Jesús con su Padre. El Hijo revelará el verdadero rostro del Padre. Quien ve al Hijo ve al Padre. La expresión ‘Tú eres mi Hijo’ no revela en primer término quién es Jesús, sino quién es Dios, el Padre. La iniciativa viene del Padre que quiere revelarse en el Hijo. El Padre se revela en el Hijo y manifiesta la identidad relacional de ambos.‘En ti tengo puesta toda mi predilección’ hace alusión al Siervo de Yavé. El mesianismo de Jesús está en la línea del siervo sufriente, no en la línea de poder y gloria del mesianismo davídico. Jesús no vino para ser servido, sino para servir.Este texto del bautismo mantiene una relación muy estrecha con los relatos de la Transfiguración y de la Crucifixión. Con el relato de la Transfiguración tiene en común la ‘voz del Padre’. Así como la voz del Padre se encuentra en el comienzo de su misión, la volvemos a encontrar en el inicio de su camino hacia Jerusalén. Con el relato de la Crucifixión tiene en común el ‘rasgarse’. Cielo y Templo son los lugares de presencia de Dios para el judaísmo y esos lugares se ‘rasgan’, se abren para todos. El lugar de encuentro con Dios será a partir de ahora el Cuerpo resucitado del Señor.Los menesianos estamos convocados a vivir como hijos e hijas, a vivir en clave de filiación nuestras relaciones, pues quienes viven así viven sabiéndose hermanos y hermanas, en pie de igualdad y siendo servidores en la mesa redonda del Reino. Somos las hijas y los hijos muy queridos del Padre Dios, servidores dispuestos a derramar la última gota de nuestra sangre para mayor gloria de Dios y salvación de los niños y jóvenes que nos son confiados.
Jesús y el pueblo: tiene un lazo de solidaridad y de pertenencia muy fuerte, pasa como uno más y quiere que Juan lo bautice porque se siente uno con su pueblo, aunque no tenga pecados que confesar. El que se siente indigno de soltar la correa de la sandalia, al bautizarlo, lo ata con la humanidad sedienta de salvación.
«Que el Espíritu del Señor descanse sobre ellos». ¡Qué promesa! El descanso del Espíritu sobre un alma es algo inefable. ¿Quién podrá narrar esos secretos de amor, esos misterios del cielo? ¡Un alma muy amada por el Espíritu de Dios! ¡Un alma en la que Él pone toda su alegría en enriquecer, en adornar, sobre la que Él reposa! ¡Oh, pobre alma mía! ¿Cuándo serás bautizada en el Espíritu Santo? ¿Cuándo derramará sobre ti sus luces, su paz, todas las riquezas de su gracia? Abandonemos todo, vayamos a Jesús, Él es quien bautiza en el Espíritu Santo. (Memorial 70-71)
Él es mi Siervo, a quien sostengo,es mi elegido, mi predilecto.Mi Santo Espíritu sobre Él he puesto,para que al mundo traiga el derecho.Él es la Alianza que atrae a las gentes,libra a cautivos, sana invidentes.Su luz disipa cualquier tiniebla.Todos los pueblos por Él se encuentran.Él es mi hijo, al que amo tanto,mi predilecto, en quien me complazco.Él es mi hijo.Jesús viniendo de Galileapidió el bautismo a quien dijera:“Mirad, que viene quien sus sandaliasyo no soy digno de desatarlas”.Y en aquel río se bautizaba,se abrían los cielos y el Padre hablaba,porque su reino ya se iniciaba.En Jesucristo, Dios se nos daba.Jesús, Cordero y Hermano nuestro,eres camino que lleva al cielo;por ti Dios Padre, es Padre Nuestro,si practicamos tu amor fraterno.Incorporados por tu bautismosomos tu Iglesia, tu Cuerpo, Cristo,que, con la fuerza del Santo Espíritu,tu luz llevamos, luz que es Dios mismo.