San Apolinar

1ª Samuel 1, 1-8
Salmo 115, 12-14. 17-19

Después que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo:
El tiempo se ha cumplido: El Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia.
Mientras iba por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que echaban las redes en el agua, porque eran pescadores.
Jesús les dijo: Síganme y yo los haré pescadores de hombres.
Inmediatamente, ellos dejaron sus redes y lo siguieron.
Y avanzando un poco, vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban también en su barca arreglando las redes.
En seguida los llamó, y ellos, dejando en la barca a su padre Zebedeo con los jornaleros, lo siguieron.


Este relato del evangelio de Marcos inicia la vida pública de Jesús. Y lo inicia con dos datos que impresionan. En primer lugar, Jesús se va a Galilea. Es sabido que Galilea era una región pobre, subdesarrollada, y cuyos habitantes eran mal vistos por la sociedad instalada, que vivían en Jerusalén. Jesús para empezar, lo primero que hace es irse, no con los poderosos e influyentes, sino con los marginados y atrasados, los sencillos trabajadores, los pobres. Lo primero que vio Jesús es que los cambios profundos vienen de abajo.

El segundo lugar, lo que impresiona del relato, es que Jesús marchó a Galilea cuando se enteró de que Juan Bautista fue encarcelado por Herodes Antipas. Los poderes totalitarios de aquel tiempo gozaban de impunidad para dictar sentencias arbitrarias según su conveniencia. Galilea vivía, ya entonces, un ambiente político-religioso de agitación, revueltas, grupos inquietos y sospechosos que no tardaron en organizarse para la lucha, como los “zelotas”. En ese difícil ambiente es donde Jesús decidió meterse, para anunciar su proyecto del reino, la buena noticia. Jesús unió su suerte y su destino a los pobres y más amenazados.

Este relato nos informa que lo primero que hace Jesús es organizar un grupo de “seguidores”. El problema, que apunta ya el Evangelio, es mucho más serio y profundo. Los numerosos relatos de “seguimiento”, que recogen los evangelios, nos proponen un aprendizaje clave: solamente viviendo con Jesús y como Jesús se puede aprender quien es Jesús y en que consiste su mensaje. ¿A qué estoy dispuesto/a?


Ya ves que tu misión tiene el éxito más admirable. No te lo atribuyas a ti mismo, antes bien, piensa a menudo que Dios quiere servirse de los instrumentos más débiles a fin de hacer evidente ante todos que sólo Él es el autor del bien realizado por sus pobres criaturas”. (AI H. Hervé, 24 de julio de 1847)

Tú has venido a la orilla.
No has buscado ni a sabios ni a ricos.
Tan sólo quieres que yo te siga.

Señor, me has mirado a los ojos,
sonriendo has dicho mi nombre.
En la arena he dejado mi barca:
Junto a Ti buscaré otro mar.

Tú necesitas mis manos,
mis cansancios que a otros descanse,
amor que quiera seguir amando.

Tú sabes bien lo que tengo:
En mi barca no hay oros ni espadas,
tan sólo redes y mi trabajo.

Tú, pescador de otros mares,
ansia eterna de almas que esperan,
amigo bueno que así me llamas.