Humildad

¿Quieren saber cuáles son las personas verdaderamente humildes? Son aquellas que, siempre y en cada momento, renuncian sin dificultad a su propia voluntad, para cumplir la de Dios.  La fuerza de la Congregación, no será el número, si no la humildad de sus miembros.

Señor que nuestra vida sea
como una quena simple y recta,
/para que Tú puedas llenarla;
llenarla con tu música./ (bis)

Señor que nuestra vida sea
arcilla blanda entre tus manos,
/para que Tú puedas formarla,
formarla a tu manera./ (bis)

Señor, que nuestra vida sea
semilla suelta por el aire,
/para que Tú puedas sembrarla,
sembrarla donde quieras./ (bis)

Señor que nuestra vida sea
leñita humilde y siempre seca,
/para que Tú puedas quemarla,
quemarla para el pobre./ (bis)

Antífona 1:
Dios los bendecirá, los iluminará, y les recompensará en la eternidad del bien que hubiesen querido hacer como del que han hecho.

Salmo 114
Acción de gracias

Amo al Señor, porque escucha
mi voz suplicante,
porque inclina su oído hacia mí
el día que lo invoco.

Me envolvían redes de muerte, 
me alcanzaron los lazos del abismo, 
caí en tristeza y angustia. 
Invoqué el nombre del Señor: 
«Señor, salva mi vida.»

El Señor es benigno y justo,
nuestro Dios es compasivo;
el Señor guarda a los sencillos:
estando yo sin fuerzas me salvó.

Alma mía, recobra tu calma,
que el Señor fue bueno contigo:
arrancó mi vida de la muerte,
mis ojos de las lágrimas, 
mis pies de la caída.

Caminaré en presencia del Señor
en el país de la vida.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1:
Dios les bendecirá, les iluminará, y les recompensará en la eternidad del bien que hubiesen querido hacer como del que han hecho.

Antífona 2:
Jesucristo ha triunfado por sus humillaciones, por su cruz.

Salmo 130
Versión de Martín Valverde

No se envanece mi corazón.
En mi mirada soberbia no hay.
No he pretendido grandeza alcanzar.
No corro tras sueños que brillen de más.

Tengo mi alma en silencio y en paz.
Soy como un niño en tus brazos dormí.
Así mi alma descansa hoy en ti.

Antífona 2:
Jesucristo ha triunfado por sus humillaciones, por su cruz.

Antífona 3:
¡Es por la cruz que son grandes! Sin ella, ¡no son nada!

Cántico de Filipenses

Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios;
al contrario, se despojó de su rango
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.

Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte,
y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo,
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Sugerencia: Compartir alguna experiencia de humillación y qué aprendizaje hice.

Antífona 3:
¡Es por la cruz que son grandes! Sin ella, ¡no son nada!


Le recomiendo ser siempre profundamente humilde, de no disimular ninguna de sus faltas; pero no limitarse a reconocerlas y a gemir; es necesario renovar cada día la resolución de no volver a caer, y emplear con valor todos los medios que les serán indicados para eso. El primero de todos es el recogimiento, la atención continua a la presencia de Dios: si se disipa todo irá mal, muy mal; mientras que si tiene el espíritu interior, si se acuerda, por así decir, en cada instante que Dios le ve y si busca únicamente glorificarle por todas sus acciones, no habrá ninguna que no sea digna  de un religioso. (Carta al hno. André del 17 oct. 1823)

Antífona:
Aseméjense a los niños para que les pertenezca el reino de los cielos.

Mi alma canta,
canta la grandeza del Señor
y mi espíritu
se estremece de gozo en Dios,
mi Salvador. / Bis

Porque miró con bondad
la pequeñez de su servidora.
Porque miró con bondad
la pequeñez de su servidora,
en adelante todas las gentes
me llamarán feliz,
me llamarán feliz,
me llamarán feliz.

Derribó del trono a los poderosos
y elevó a los humildes.
Colmó de bienes a los hambrientos
y despidió a los ricos con las manos vacías.
Mi alma canta la grandeza del Señor
y mi espíritu se estremece de gozo en Dios,
mi Salvador.

Mi alma canta,
canta la grandeza del Señor
y mi espíritu
se estremece de gozo en Dios,
mi salvador. / Bis

Antífona:
Aseméjense a los niños para que les pertenezca el reino de los cielos.

A cada intención respondemos:

El Señor, enaltece a los humildes

-. Que no busquemos brillar por sobre los demás.

-. Que nunca pongamos la confianza en nuestros carros y caballos.

-. Que nos alegremos del bien que realizan nuestros hermanos.

-. Que asumamos con alegría los contratiempos y las dificultades de la vida.

-. Que siempre seamos agradecidos con los gestos de consideración que los demás tienen con nosotros.

-. Que nuestros dones estén siempre al servicio de los demás para mayor gloria de Dios y bien de los niños y jóvenes que nos son confiados.

Te alabamos Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.