Hechos 22, 3-16 o 9, 1-22Salmo 116, 1-2
Jesús les dijo a sus apóstoles: Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará.Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán.Después de decirles esto, el Señor Jesús fue llevado al cielo y está sentado a la derecha de Dios.Ellos fueron a predicar por todas partes, y el Señor los asistía y confirmaba su palabra con los milagros que la acompañaban.
Saulo fue una pesadilla para los primeros cristianos y su persecución parecía no tener límite. Recordemos que estuvo presente y aprobó la lapidación de Esteban. Dios lo esperó y lo hizo caer de lo más alto, tanto de su caballo como de la ventolera que había tomado en contra de los seguidores de su Hijo. De forma similar, Cristo nos ofrecerá pacientemente su divina misericordia cuando parezca que menos la merecemos; incluso cuando menos creamos merecerla. Saulo era la última persona en la cual los primeros cristianos esperarían que fuese su más apasionado defensor, que fue, exactamente, lo que Dios hizo nacer en Saulo. Iba montando su caballo camino a pelear en contra de Dios. Todos tenemos un caballo que nos puede llevar lejos de Dios: ese caballo puede ser el orgullo, la arrogancia, el dinero, el poder…¿Nos bajaremos por iniciativa propia o esperaremos a que Dios nos derribe?Pablo nunca caminó al lado de Cristo. No fue de los originalmente elegidos. Pero su fe y su humildad lo hicieron tan grande como aquellos que caminaron con el Señor. Pablo estuvo ciego por un tiempo tras ser derribado de su caballo por Dios. Nosotros a menudo estamos ciegos por un tiempo en el viaje hacia nuestro Damasco. (Aleteia)
San Pablo no da tregua a los cristianos y sólo los deja de perseguir después que el Señor lo hizo hecho escuchar estas palabras atronadoras: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?». Convencido por los oráculos divinos, que la contrición, como todas las demás ayudas sobrenaturales, nos viene del Padre de las luces, que es la fuente de todo don perfecto, diríjanse a Dios para pedirle la contrición; Él desea verla en sus corazones; pídansela con confianza (Sermón sobre la contrición)
Yo me lanzaba hacia cosas hermosas,que sin ti nada serían.Tú estabas, conmigo quedabas,pero yo no, contigo no.Llamaste y clamaste,rompiste mi sordera.Brillaste y resplandeciste.fugaste mi ceguera.Tarde te amé,hermosura tan antigua y tan nueva.Yo te buscaba afuera,y Tú estabas dentro, muy dentro,tan dentro de mí.Me retenían las cosas preciosas,Y que sin ti nada serían.Y Tú estabas, conmigo quedabas,Pero yo no, contigo no.Exhalaste perfume y lo he respirado.Gusté de tu sabor y hambriento he quedado.Me tocaste y abracé tu pazy suspiro por Ti.