FE

La obra de Dios no depende de tal o de cual hombre, no depende más que de Dios y debemos poner en Él toda nuestra confianza. Tengamos fe y no nos dejemos turbar por vanos miedos.

Ayer te vi 
fue más claro que la luna 
en mí no quedaron dudas 
fue una clara aparición 
me ha saltado el corazón 
cuando te vi.

Ayer te vi 
después de buscarte tanto 
antes de salir el sol 
y pedirte que me dejes 
ver tu rostro en oración 
ayer te vi.

Te vi en un niño de la calle 
sin un lugar para dormir,
te vi en sus manos extendidas 
pidiendo pan para vivir,
te vi en sus ojos suplicantes 
y en su sonrisa titubeante.
¡Ayer te vi!

Te vi en un cuarto de hospital 
en soledad te vi llorar,
te vi en el rostro tribulado 
de un enfermo desahuciado 
sin esperanza de vivir 
cansado de tanto sufrir. 
¡Ayer te vi!

Te disfrazas y te escondes de mi vista,
pero ayer te vi.

¡Ayer te vi!

Sugerencia: compartir dónde vi a Dios en la semana.

Salmo 25

Oración confiada del inocente

Antífona 1:

Rechace, lejos de sí, todo pensamiento amargo y reanime sin cesar el Espíritu de fe, por la meditación y la oración

El Señor es mi luz y mi salvación, 
¿a quién temeré? 
El Señor es la defensa de mi vida, 
¿quién me hará temblar? 

Cuando me asaltan los malvados 
para devorar mi carne, 
ellos, enemigos y adversarios, 
tropiezan y caen. 

Si un ejército acampa contra mí, 
mi corazón no tiembla; 
si me declaran la guerra, 
me siento tranquilo. 

Una cosa pido al Señor, 
eso buscaré: 
habitar en la casa del Señor 
por los días de mi vida; 
gozar de la dulzura del Señor, 
contemplando su templo. 

El me protegerá en su tienda 
el día del peligro; 
me esconderá 
en lo escondido de su morada, 
me alzará sobre la roca; 

y así levantaré la cabeza 
sobre el enemigo que me cerca; 
en su tienda sacrificaré 
sacrificios de aclamación: 
cantaré y tocaré para el Señor. 

Escúchame, Señor, que te llamo; 
ten piedad, respóndeme. 
Oigo en mi corazón: 
«Busquen mi rostro». 
Tu rostro buscaré, Señor, 
no me escondas tu rostro. 

No rechaces con ira a tu siervo, 
que tú eres mi auxilio; 
no me deseches, no me abandones, 
Dios de mi salvación. 

Si mi padre y mi madre me abandonan, 
el Señor me recogerá. 
Señor, enséñame tu camino, 
guíame por la senda llana, 
porque tengo enemigos. 

No me entregues 
a la saña de mi adversario, 
porque se levantan contra mí 
testigos falsos, 
que respiran violencia. 

Espero gozar de la dicha del Señor 
en el país de la vida. 
Espera en el Señor, sé valiente, 
ten ánimo, espera en el Señor.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1:

Rechace, lejos de sí, todo pensamiento amargo y reanime sin cesar el Espíritu de fe, por la meditación y la oración

Antífona 2:

No juzgue de las cosas sino a la luz de la fe y teniendo siempre en vista la eternidad.

Salmo 45

Dios es nuestro refugio y nuestra fortaleza, 

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza, 
poderoso defensor en el peligro. 

Por eso no tememos aunque tiemble la tierra, 
y los montes se desplomen en el mar. 

Que hiervan y brame sus olas, 
que sacudan a los montes con su furia: 

el Señor de los ejércitos está con nosotros, 
nuestro alcázar es el Dios de Jacob. 

El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios, 
el Altísimo consagra su morada. 

Teniendo a Dios en medio, no vacila; 
Dios lo socorre al despuntar la aurora. 

Los pueblos se amotinan, los reyes se rebelan; 
pero él lanza su trueno, y se tambalea la tierra. 

El Señor de los ejércitos está con nosotros, 
nuestro alcázar es el Dios de Jacob. 

Vengan a ver las obras del Señor, 
las maravillas que hace en la tierra: 

Pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe, 
rompe los arcos, quiebra las lanzas, 
prende fuego a los escudos. 

«Ríndanse, reconozcan que yo soy Dios: 
más alto que los pueblos, 
más alto que la tierra». 

El Señor de los ejércitos está con nosotros, 
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2:

No juzgue de las cosas sino a la luz de la fe y teniendo siempre en vista la eternidad.

PALABRAS DE JUAN MARÍA DE LA MENNAIS

Uno se acostumbra a vivir en el relajamiento; uno se imagina que para ser un buen hermano basta con llevar una conducta que los hombres no puedan justamente descalificar; pero se olvida que un religioso debe aspirar a la perfección y aspirar sin cesar y que no avanzar en la vía por la que el Señor nos llama es retroceder; a partir de ahí uno no se reprocha casi nada, uno no se reprocha seriamente ni las transgresiones a la regla, ni la falta de celo en el cumplimiento de sus deberes de estado, ni la tibieza con la cual se acerca habitualmente a los sacramentos, ni la disipación interior en la cual se vive, ni la repugnancia que uno encuentra en obedecer, en mortificarse, en soportar los defectos del prójimo, sea quien sea, sus hermanos u otras personas; ni el apego excesivo que uno conserva por ciertas cosas de las cuales Dios nos pide el sacrificio; en una palabra, la fe se ha debilitado de tal modo que ya no se comprende lo que se comprendía muy bien al principio, que la salvación es la única cosa importante, la única que debe regular a todas las otras, y cuyo éxito exige toda nuestra aplicación y cuidados.

CÁNTICO DE MARÍA

Antífona:

Para cumplir una misión tan hermosa, son necesarios hombres desprendidos de todo y que no viven más que de la fe.

Mi alma canta el amor de Dios

y mi espíritu al Salvador,

porque El miró mi humildad,

todo el mundo me aclamará.

/Y la Virgen santa

le cantó al Señor,

dándole las gracias

por su gran amor./ (bis)

Al humilde Dios levantará,

al soberbio lo derribará,

al hambriento le dará su pan

y a los ricos los despedirá.

Desde siempre Dios nos eligió

para ser testigos de su amor;

su misericordia y su bondad

con nosotros siempre estarán.

Antífona:

Para cumplir una misión tan hermosa, son necesarios hombres desprendidos de todo y que no viven más que de la fe.

PRECES

A cada intención respondemos:

Señor, que no se debilite nuestra fe

-. Que nuestro modo de juzgar las cosas sea desde la fe

-. Que aceptemos los riesgos y las renuncias que implica vivir de la fe

-. Que seamos coherentes y testimoniemos la fe que profesamos

-. Que la fe nos ayude a descubrirte presente en las personas con las que convivimos

-. Que alimentemos nuestra fe con la Palabra, la Eucaristía y el diálogo de amistad contigo.

-. Que la familia menesiana viva y celebre la fe en comunidad.

PADRE NUESTRO

ORACIÓN FINAL

Señor, que has puesto en el corazón de las personas el deseo de conocer la verdad y, en definitiva, de conocerte a ti para que, conociéndote y amándote, puedan alcanzar la plena verdad sobre sí mismos, haz que por la fe y la razón te contemplen a ti en todo lo creado. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén