1º Reyes 2, 1-4. 10-121º Crónica 29, 10-12 (Salmo)
Jesús llamó a los Doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros.Y les ordenó que no llevaran para el camino más que un bastón; ni pan, ni alforja, ni dinero; que fueran calzados con sandalias y que no tuvieran dos túnicas.Les dijo: Permanezcan en la casa donde les den alojamiento hasta el momento de partir. Si no los reciben en un lugar y la gente no los escucha, al salir de allí, sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos.Entonces fueron a predicar, exhortando a la conversión; expulsaron a muchos demonios y curaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo.
Jesús envió a los apóstoles de dos en dos, como compañeros, como amigos. El envío cristiano no es cosa de individuos, sino de compañía fraterna, de compañía grata, de búsquedas compartidas.A los que el Señor envió, les dio poder sobre los espíritus inmundos. Tanto en la misión de ayer como en la de hoy el enviado ha de “abrirse paso en la sociedad, sin utilizar su poder sobre las personas, sino humanizando la vida, aliviando el sufrimiento de las gentes, haciendo crecer la libertad y la fraternidad” (Pagola).El mandato del Señor de no llevar nada para el camino habla de una libertad que permite apoyarse en Dios. No llevar nada es ir uno mismo. A quien le apasione la misión, el apostolado, el servicio, o esté movido a hacer el bien, no le faltará nada. No le faltará pan, ni mochila, ni dinero, le basta ir él mismo fiado de la Palabra audaz y confiada del Señor. Lo demás ya aparecerá en el camino. Cuenta con el Espíritu de Dios y eso basta.El enviado no va como funcionario ni como experto de oficio. El enviado va a la gente, entra en su casa, en su hogar, que es donde realmente puede dar y recibir buena nueva. Por eso no va de prisa, sabe gastar tiempo con las personas, es paciente. Cuánto bien hace saber esperar al tiempo de Dios, porque su tiempo es oportuno, perfecto. Así pues, cuando entremos a la casa de alguna persona, es decir, a su vida, que nada entorpezca la espera atenta del tiempo de Dios.Los Discípulos se dejaron guiar por la fuerza de la Palabra y predicaron vida nueva, expulsaron demonios y ungieron enfermos devolviéndoles la salud. Eso mismo toca a los discípulos de hoy, porque hay mucha reconciliación que construir, muchos desencuentros que sanar a fuerza de Buena Nueva. Hay diversos tipos de demonios que sacar para que no sigan matando amores. Y hay muchos males y dolencias que ungir y curar con nuestras manos cálidas, con nuestra palabra medicinal y con nuestra presencia amiga. (P. Gustavo Albarrán, SJ)
No tienen nada, no son nada. Es por esto por lo que Jesucristo los envía como su Padre lo ha enviado y que todo poder le ha sido dado en el cielo y en la tierra; porque lo que hay de más débil es lo que Él ha busca cuando quiere hacer grandes cosas, para que aparezca sólo su mano. Miren los apóstoles. (S. VIII pág 2372)
Tengo una invitaciónpara continuar la historiade mi vida y de los demás,transformando este mundoen mi hogar, para amar.Yo lo escuché y digo que sía sus palabras que llegaron a mi alma.Yo los envío,son parte de esta historia (bis)Vamos creando lazoscon Jesús a nuestro lado,sintiéndonos hermanos,caminando a la frontera sin dudarpara amar.Menesiano, vení, digamos que sí,a escribir otra página en la historia