ORACIÓN II

No nos limitemos a ofrecerle, por la mañana, nuestras acciones; renovemos a menudo, a lo largo del día, el recuerdo de su presencia, y hagamos de modo que nuestra conversación esté en el cielo; y entonces haremos todos nuestros ejercicios de piedad con fervor, sacudiremos sin pesar nuestra tibieza, y en la unión con Dios, principio de toda luz, de toda sabiduría, de toda vida, encontraremos nuestro consuelo, nuestra alegría y nuestra fuerza.

Señor, estoy a tus pies,
como un niño pequeño
que espera tus órdenes;
no quiero, no deseo nada,
sino hacer lo que pidas de mí
para tu mayor gloria.
Habla, pues, Señor
y obedeceré sin dudar,
sin lamentarme,
con alegría y con amor.
(Juan María de la Mennais)

Escuchemos a Dios donde la vida clama 
(Fernando Torres – Mercedes Casas)

Escuchemos a Dios
donde la vida clama,
escuchemos a Dios,
pues con pasión nos habla. 

Yo te hablo y te grito, 
en el pobre que sufre por falta de pan,
el enfermo clavado en la cruz del dolor,
la mujer agredida que busca igualdad,
en el niño sin padres que anhela un abrazo,
el anciano olvidado, dolor y tristeza,
el migrante sin patria, sin paz, sin hogar.
¡Escúchame! ¡Escúchame! 

Yo te hablo y te grito, 
cuando alguien anuncia la Buena Noticia,
por quien sirve al hermano y entrega su vida,
por quien busca la paz y el Reino construye, 
donde hay alguien que lucha por un mundo nuevo,
el amor solidario que cura al herido,
por aquellos que viven sencilla hermandad.
¡Escúchame! ¡Escúchame! 

Yo te hablo y te grito, 
en el Libro que narra mi amor por el mundo,
en el Pan repartido, memoria y anuncio,
el silencio, el desierto y la contemplación,
en tu sed de belleza, de bien y verdad,
en el átomo, el hombre y la inmensa galaxia,
en el centro habitado de tu corazón.
¡Escúchame! ¡Escúchame! 

Antífona 1
Cuando el buen Dios nos da la espalda, no está menos cerca de nosotros; no le vemos, es cierto, pero está a nuestro lado para socorrernos y defendernos.

Salmo 5
Oración de la mañana

Señor, escucha mis palabras, 
atiende a mis gemidos, 
haz caso de mis gritos de auxilio, 
Rey mío y Dios mío. 

A ti te suplico, Señor; 
por la mañana escucharás mi voz, 
por la mañana te expongo mi causa, 
y me quedo aguardando. 

Tú no eres un Dios que ame la maldad, 
ni el malvado es tu huésped, 
ni el arrogante se mantiene en tu presencia. 

Detestas a los malhechores, 
destruyes a los mentirosos; 
al hombre sanguinario y traicionero 
lo aborrece el Señor. 

Pero yo, por tu gran bondad, 
entraré en tu casa, 
me postraré ante tu templo santo 
con toda reverencia. 

Señor, guíame con tu justicia, 
porque tengo enemigos; 
alláname tu camino. 

En su boca no hay sinceridad, 
su corazón es perverso; 
su garganta es un sepulcro abierto, 
mientras halagan con la lengua. 

Que se alegren los que se acogen a ti, 
con júbilo eterno; 
protégelos, para que se llenen de gozo 
los que aman tu nombre. 

Porque tú, Señor, bendices al justo, 
y como un escudo lo rodea tu favor.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1
Cuando el buen Dios nos da la espalda, no está menos cerca de nosotros; no le vemos, es cierto, pero está a nuestro lado para socorrernos y defendernos.

Antífona 2
Cuando el alma está reseca y la tristeza la oprime, hay que ir al Huerto de los Olivos, ponerse de rodillas junto a Jesucristo y tomar el cáliz que se nos ofrece.

Escucha a tu corazón – Laura Pasini

Eh, ahora cómo estás,
cansada por tu historia acabada.
Y de frente a ti, la enorme cuesta arriba.
Te sientes algo sola,
sin nadie que se siente a escucharte,
que comprenda tu situación.
No te debes de rendir, y sigues siendo tú,
persigues tu destino,
pues todo ese dolor que está adentro
nunca debe interferir en tu camino
descubrirás así,
que tu historia toda, en cada minuto
pertenece tan solo a ti.
Mira si te has quedado tú,
navegando sin razones
en el mar de tus porqués.

Mira en ti, escucha el silencio.
Tu corazón te soplará las palabras.
Mira dentro de ti misma
y entonces, prueba si alcanza
dónde te lleva tu alma.

Es difícil decidirse,
qué es lo correcto, qué debe hacerse
si se tiene la cabeza en otra parte.
Tu orgullo que te atrapa,
las noches que el dolor te destapa,
todo tu miedo a equivocarte.
Si, te vuelves a sentir,
persiguiendo las estrellas,
nunca debes renunciar.

Cree en ti, escucha en silencio,
tu corazón te curará las heridas.
Mira dentro de ti misma y entonces
prueba volar donde el dolor no te siga.
No te engañarás, si escuchas atenta.
Abre los brazos, y es posible que toques
cada mano, cada sueño que quieras tener.
Cada uno de nosotros te espera con su corazón.
Cada vez que tú decides, no sabes,
prueba escucharte…
Tu corazón sí que sabe.
Tú prueba a escucharte…
Tu corazón sí que sabe.
Tu corazón sí que sabe.

Antífona 2
Cuando el alma está reseca y la tristeza la oprime, hay que ir al Huerto de los Olivos, ponerse de rodillas junto a Jesucristo y tomar el cáliz que se nos ofrece.


Reanima tu piedad en esta época del año en que la Iglesia nos recuerda los misterios de Cristo; mira lo que nuestro Salvador ha hecho por ti y aprende de sus ejemplos lo que debes hacer por él. Te ha amado hasta derramar por tu salvación la última gota de su sangre ¿es demasiado que te molestes un poco? Tu jefe está cubierto de llagas, coronado de espinas: vivirás tú en la comodidad y como él ¿no mortificarás tus sentidos? He aquí lo que debes decir en la oración. Te aconsejo además el santo ejercicio de la presencia de Dios: este medio y la meditación de la Pasión de Jesucristo son todo lo que hay de más apropiado para reanimar en tu corazón el fuego del divino amor.

Bendito es el Señor

Antífona
Ponte humildemente a sus pies, pídele que te quite tu espíritu, que te revista y penetre del suyo y te enseñe a ser dulce y humilde de corazón.

Bendito es el Señor nuestro Dios
que visita y redime a su pueblo.
Su presencia está viva en nosotros
su promesa perdura en el tiempo.

Él será salvador de los hombres
nos libera de toda opresión,
manteniendo vigente en nosotros
la palabra que él mismo nos dio.

El Señor quiere vernos alegres
sin tristeza, ni pena o dolor,
quiere hacer una tierra más justa
que le sirva cantando su amor.

Tú serás elegido el profeta
que prepare el camino del Señor,
proclamando que viene a salvarnos
anunciando a los hombres perdón.

Nacerá un nuevo sol en el cielo
y su luz a nosotros vendrá.
Guiará al que vive entre sombras
por un nuevo sendero de paz.

Antífona
Ponte humildemente a sus pies, pídele que te quite tu espíritu, que te revista y penetre del suyo y te enseñe a ser dulce y humilde de corazón.

A cada intención respondemos:

Escuchemos a Dios donde la vida clama

-. Que no seamos sordos a los gritos de los que viven en las fronteras de nuestras instituciones.

-. Que así como apreciamos la Palabra de Dios, apreciemos la palabra de nuestros hermanos.

-. Que tengamos el oído atento para percibir las llamadas de Dios que vienen de las periferias existenciales.

-. Que sepamos escuchar los gritos de nuestro cuerpo, en especial cuando clama.

-. Que vivamos la oración como el espacio de tiempo privilegiado para hacernos eco de las llamadas de Dios.

-. Que nos solidaricemos con los gritos de auxilio de nuestra casa común.

Padre Bueno, que tu Espíritu venga en nuestra ayuda y ore en nosotros como conviene e interceda en favor tus hijos e hijas, que anhelamos hacer nuestra tu voluntad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.