San Jerónimo Emiliani – Santa Josefina Bakhita

1º Reyes 11, 4-13
Salmo 105, 3-4. 35-37. 40

Jesús partió de allí y fue a la región de Tiro. Entró en una casa y no quiso que nadie lo supiera, pero no pudo permanecer oculto.
En seguida una mujer cuya hija estaba poseída por un espíritu impuro, oyó hablar de él y fue a postrarse a sus pies.
Esta mujer, que era pagana y de origen sirofenicio, le pidió que expulsara de su hija al demonio.
Él le respondió: Deja que antes se sacien los hijos; no está bien tomar el pan de los hijos para tirárselo a los cachorros.
Pero ella le respondió: Es verdad, Señor, pero los cachorros, debajo de la mesa, comen las migajas que dejan caer los hijos.
Entonces él le dijo: A causa de lo que has dicho, puedes irte: el demonio ha salido de tu hija.
Ella regresó a su casa y encontró a la niña acostada en la cama y liberada del demonio.


Una mujer pagana toma la iniciativa de acudir a Jesús aunque no pertenece al pueblo judío. Es una madre angustiada que vive sufriendo con una hija “atormentada por un demonio”. Sale al encuentro de Jesús dando gritos: “Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David”.

La primera reacción de Jesús es inesperada. Ni siquiera se detiene para escucharla. Todavía no ha llegado la hora de llevar la Buena Noticia de Dios a los paganos. Como la mujer insiste, Jesús justifica su actuación: “Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de la casa de Israel”.

La mujer no se echa atrás. Superará todas las dificultades y resistencias. En un gesto audaz se postra ante Jesús, detiene su marcha y de rodillas, con un corazón humilde pero firme, le dirige un solo grito: “Señor, socórreme”. La respuesta de Jesús es insólita. Aunque en esa época los judíos llamaban con toda naturalidad “perros” a los paganos, sus palabras resultan ofensivas a nuestros oídos.: “No está bien echar a los perros el pan de los hijos”. Retomando la imagen de manera inteligente, la mujer se atreve desde el suelo a corregir a Jesús: “Tienes razón, Señor, pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los señores”.

Su fe es admirable. Seguro que en la mesa del Padre se pueden alimentar todos: los hijos de Israel y también los perros paganos. Jesús parece pensar solo en las “ovejas perdidas” de Israel, pero también ella es una “oveja perdida”. El Enviado de Dios no puede ser solo de los judíos. Ha de ser de todos y para todos.

Jesús se rinde ante la fe de la mujer. Su respuesta nos revela su humildad y su grandeza: “Mujer, ¡qué grande es tu fe! que se cumpla como deseas”. Esta mujer le está descubriendo que la misericordia de Dios no excluye a nadie. El Padre Bueno está por encima de las barreras étnicas y religiosas que trazamos los humanos. Jesús reconoce a la mujer como creyente aunque vive en una religión pagana. Incluso encuentra en ella una “fe grande”, no la fe pequeña de sus discípulos a los que recrimina más de una vez como “hombres de poca fe”.

Cualquier ser humano puede acudir a Jesús con confianza. Él sabe reconocer su fe aunque viva fuera de la Iglesia. Siempre encontrarán en él un Amigo y un Maestro de vida. Los cristianos nos hemos de alegrar de que Jesús siga atrayendo hoy a tantas personas que viven fuera de la Iglesia. Jesús es más grande que todas nuestras instituciones. Él sigue haciendo mucho bien, incluso a aquellos que se han alejado de nuestras comunidades cristianas.


Palabras de Juan María


Tengamos un corazón verdaderamente católico; que todos los que como nosotros trabajan por engrandecer su patrimonio y el reino de Jesucristo nos sean siempre muy queridos; interesémonos por sus obras y trabajos tanto como por los nuestros. (A los novicios de la Congregación de S. Méen)

Sueño que aprendamos a escuchar
para construir comunidad.
Mis hermanos me hablarán de su realidad
estrechando los lazos para andar.

Hay silencios que nos hablan
y palabras que nos marcan
los senderos que debemos transitar.

/A la escucha y en camino
compartiendo el pan, el vino,
la tristeza, la alegría y nuestro hogar/ Bis

Hoy Jesús nos llama a caminar.
Él nos une en fraternidad.
Nuestros dones se unirán para transformar
este mundo en un mejor lugar.

Un nuevo horizonte va a brillar.
Él nos llama en la diversidad.
Menesianos, vamos ya. Hay que comenzar
como hermanos, paso a paso, a caminar.