Levítico 13, 1-2.44-46Salmo 31, 1b-2-5.111º Corintios 10, 31-11,1
Se le acercó un leproso para pedirle ayuda y, cayendo de rodillas, le dijo: Si quieres, puedes purificarme.Jesús, conmovido, extendió la mano y lo tocó, diciendo: Lo quiero, queda purificado. En seguida la lepra desapareció y quedó purificado. Jesús lo despidió, advirtiéndole severamente: No le digas nada a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega por tu purificación la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio. Sin embargo, apenas se fue, empezó a proclamarlo a todo el mundo, divulgando lo sucedido, de tal manera que Jesús ya no podía entrar públicamente en ninguna ciudad, sino que debía quedarse afuera, en lugares desiertos. Y acudían a él de todas partes.
El evangelio del domingo pasado finalizaba expresando que Jesús salió de Cafarnaúm con la intención de ir de pueblo en pueblo por toda Galilea predicando y expulsando demonios, pues para eso había sido enviado, para eso había salido del Padre. Palabra y gesto van de la mano y van de la mano para que no se perviertan ni una de ellas. Ni la palabra se convierta en ideología, ni el gesto se convierta en un puro humanismo intrascendente. Jesús salió y al salir se encontró con un leproso, con un leproso que se acercó más de lo permitido por la Ley. Transgredió la Ley, para acercarse a Jesús (con la posibilidad de haber sido rechazado) y lo hace cayendo de rodillas y con una súplica en sus labios. La escena es potente y conmovedora, al punto que Jesús lo toca. La situación en la que se encontraba el leproso, le arrancó un gesto que nunca debiera haber realizado: tocarlo (el término refiere a un tocar sereno, prolongado, no como quién se quema)Así como el leproso recurrió al gesto (acercarse y caer de rodillas) y a la palabra (si quieres puedes purificarme), Jesús corresponde de la misma manera, con un gesto (tocarlo) y una palabra (lo quiero, queda límpido). Gesto y palabra caminan juntos. Gesto y palabra lo sanan en su totalidad. No hubiera sido suficiente el gesto sin la palabra, así como tampoco la palabra sin el gesto.Esta situación les cambió la vida a los dos. El leproso quedó purificado, como lo había pedido y correspondió Jesús (no se habla de sanar, sino de purificar y se repite 3 veces). Jesús también quedó afectado/ tocado/ comprometido. Tendrá que aguardar 40 días en el desierto, fuera de la ciudad, esperando si la lepra se le declara o no. Tendrá que hacer ‘la cuarentena exigida por la ley’.Salir tiene sus riesgos y Jesús está dispuesto a correrlos. Salir te saca de la zona de confort. Salir te pone en movimiento, en camino, en marcha al encuentro con otro, distinto de ti. Salir te expone, te hace vulnerable y alcanzable. Y esto es lo que nos pide el papa Francisco: quiero una Iglesia en salida.Y tocar a alguien te cambia. Tocar realidades dolorosas no te deja igual. No da lo mismo tocar o no. Tocar compromete vitalmente. Tocar te puede dejar en ‘cuarentena’ y a Jesús lo dejo. El texto finaliza diciendo: ‘de tal manera que Jesús ya no podía entrar públicamente en ninguna ciudad, sino que debía quedarse afuera, en lugares desiertos’ (v 45).¿Has vivido alguna situación que te cambió la vida, que te cambió la manera de senti-pensar, que te dejó ‘regulando en baja’, que te dio vueltas, que te dejó afuera, por haber salido o tocado? Poner nuestros pies en movimiento hacia los que habitan las fronteras, reales o existenciales, áulicas o familiares, y tocarlos nos cambia la vida. Embarrarnos nos cambia, nos hermana, nos hace compartir la misma suerte, nos hace experimentar en carne propia lo que es vivir desde allí, nos hace renunciar a los juicios y a las declaraciones de principios, nos vuelve más humildes, más misericordiosos, en una palabra, nos humaniza, nos hace más parecido al humano con mayúsculas: Jesús.Jesús lo despide al hombre con una doble advertencia: no decir nada y presentarse al sacerdote (la primer lectura del Levítico nos recuerda que era él, el que daba el veredicto) y entregar la ofrenda. No sabemos si cumplió con la presentación de la ofrenda en el templo, el texto no lo dice, pero sí sabemos que no calló, que proclamó a los cuatro vientos lo vivido y experimentado. No era para menos. Después de tantos años siendo despreciado, viviendo en lugares alejados, gritando impuro, impuro, junto a otros que hedían igual que él, sin que nadie se les aproxime y menos que los toque. El contacto piel a piel con Jesús fue tan poderoso que lo purificó de la lepra y lo sanó en el sentido más hondo: lo devolvió al pueblo, a la comunidad, a su familia, le devolvió la posibilidad de ir al Templo, de ser mirado por Dios, acogido, abrazado. Quien ha hecho experiencia de ser tocado por Jesús, no puede callar, no puede contenerse, lo proclama. Por tu manera de hablar de Jesús, los demás, ¿concluirían que fuiste tocado por él?El movimiento que desencadenó toda la acción fue la compasión. Jesús se conmovió, se le movieron las entrañas, se le dio vuelta el estómago, y no pudo quedarse de brazos cruzados, extendió la mano y lo tocó. La compasión es amor activo, amor que hace algo por el otro. No es lástima. En la Biblia el verbo compasión sólo se les aplica a Dios y a Jesús. Dios es compasivo, los demás estamos llamados a arrimar como podemos.Transgredir la ley es ir más allá de lo que la ley señala, marca, manda, establece. No es simplemente violar la ley. Jesús transgrede una vez más la ley, como lo hizo en sábado curando. El leproso también la transgrede, acercándose. Jesús nunca transgrede la ley en beneficio propio. Siempre lo hace en bien de otro. El bien de la persona está en primer lugar para Jesús. También los menesianos estamos llamados a ir más allá de la ley, no en beneficio propio, sino de los que habitan las fronteras y nos requieren compasivos. ¿Cómo te ves en esto?
Jesús y los sufrientes:Sale a su encuentro y se deja encontrar por ellos. No se cruza de vereda cuando vienen a él, los acoge, conecta con ellos, se expone y se pone a su alcance. No pasa de largo ante ellos, el movimiento a compasión es característico en él, sintoniza inmediatamente con ellos, conecta con la mirada y el afecto, lo hace desde dentro y desde abajo; son sus amigos, con ellos se reúne y come, a ellos los defiende, con ellos se identifica, los llama bienaventurados, predilectos del Padre.
Madre de Dios, es cierto que eres, también mi madre. Puesto que es así, me acercaré a ti con confianza, me mostraré ante ti tal como soy, débil, miserable, pecador, digno por ello de toda la compasión de tu amor maternal… Madre, he aquí a tu hijo, no apartes de él tu mirada, antes bien deja caer sobre tu hijo una de esas lágrimas de conmiseración y de ternura que renovando su alma le devuelvan la paz que le ha robado el sentimiento de sus faltas. (Día de la Purificación)
Los pueblos del norte, los pueblos del sur,celebra, caminan, tinieblas y luz.El cielo y la tierra gimen de dolor,es parto de vida de un mundo mejor.Vamos con María al encuentro de Dios,de un Dios que palpita en cada corazón.María acompaña nuestro caminarde hermanos de todos, servir y amar.Vamos con María al mundo, Señor,con rostros distintos, cultura y color.Tendemos la mano con nuestra amistad.Tu amor nos desborda, semillas de paz.Artistas amantes de la humanidad,llenos de tu fuego vamos a incendiar.Los pobres maestros de lucha y de fe,memoria viviente del Dios Emanuel.