Isaías 58, 1-9Salmo 50, 3-6. 18-19
Los discípulos de Juan se acercaron a Jesús y le dijeron:¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacemos nosotros y los fariseos?Jesús les respondió:¿Acaso los amigos del esposo pueden estar tristes mientras el esposo está con ellos?Llegará el momento en que el esposo les será quitado y entonces ayunarán.
Jesús, permíteme dejar de lado todas las preocupaciones y deberes que me esperan a lo largo del día para acercarme a Ti. Pongo en tus manos a mi familia, a la gente que quiero y a todos los hombres que aún no han experimentado tu amor. Te pido en especial por la paz en mi ciudad y en los lugares que más sufren. Haz que la semilla que sembrarás en mi corazón hoy germine en un interés escuchar tu voz en las personas que me rodean.En el Nuevo Testamento, Jesús indica la razón profunda del ayuno, estigmatizando la actitud de los fariseos, que observaban escrupulosamente las prescripciones que imponía la ley, pero su corazón estaba lejos de Dios. El verdadero ayuno, repite en otra ocasión el divino Maestro, consiste más bien en cumplir la voluntad del Padre celestial, que «ve en lo secreto y te recompensará» (Mt 6,18). Él mismo nos da ejemplo al responder a Satanás, al término de los cuarenta días pasados en el desierto, que «no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios» (Mt 4,4). El verdadero ayuno, por consiguiente, tiene como finalidad comer el «alimento verdadero», que es hacer la voluntad del Padre (cfr. Jn 4,34). (Benedicto XVI, Cuaresma 2009).El ayuno no es sólo algo externo como lo veían los fariseos. El Papa hace referencia a las palabras de Cristo y muestra que el ayuno va al interior del hombre. Consiste en cumplir lo que Dios quiere y amarlo con todo el corazón. Cristo les pidió a sus discípulos que le oyeran, le siguieran y aprendieran de Él. Ese era el ayuno que Cristo les pedía. Habría de llegar el momento en el que ya no estaría ahí y tendrían que hacer algo distinto. Nosotros nos preparamos para acompañar a Cristo en su camino a la cruz. Ayunar, no consiste sólo en dejar de comer, sino en la fidelidad a lo que Dios quiere que cumpla cada día y cada momento.
El corazón del hombre de bien es una fiesta continua (Prov 15,15). Eso es verdad pues para él los dolores son alegrías: saborea con delicia las amarguras de la vida; para él la eternidad está ya presente y al perderse en Dios, sumergiéndose en la verdad, en el amor, entra en el cielo, donde goza de una paz inefable. (Memorial 89)
La fiesta no puede acabar – Marcela Bonafede
Parece que se acabó,que ya no hay más,que se agotóla coherencia, la radicalidad,lo esencial, las utopías.¿De dónde recuperar la esperanza y la pasión?Sólo hay tinajas viejas de la tradición.La novedad grita, ya viene…Estamos de fiesta, ya es la hora.María que apresura, ya es la hora.¡La fiesta no puede acabar!¡la Ruah no se puede apagar!Nos miras y te miramosporque eres el Señor.Tú nos llamastea ser amigos en misión.El Evangelio es día a día.Florece imperceptibleIglesia nueva humilde y fiel,que se arremangay se juega hasta la piel,testimonial, pobre y pequeña.No es tarde,este es el tiempo de la alianza,es el Kairós.El vino bueno de Jesús se derramóy nos causó tanta alegría.Dispuestos, aquí nos tienespara amar y contagiaral pueblo pobrey a quien se quiera sumara restaurar grietas y vidas.