Lunes de la 2ª semana de Cuaresma

Levítico 19, 1-2. 11-18
Salmo 18, 8-10. 15

Jesús dijo a sus discípulos: Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso.
Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda.
Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver.
Los justos le responderán: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber?
¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?
Y el Rey les responderá: Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo.
Luego dirá a los de su izquierda: Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles, porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; estaba de paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron.
Estos, a su vez, le preguntarán: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?
Y él les responderá: Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo.
Estos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna.

Este evangelio, antes que una exhortación al amor fraterno, es una descripción de lo que será el juicio definitivo de Dios sobre las naciones, sobre los individuos y sobre la historia humana. Ahora bien, lo más decisivo que contiene este texto es que Dios se funde y se confunde con lo humano, de tal forma y hasta tal punto, que lo que se haga o se deje de hacer con cualquier ser humano, a mí (Dios)me lo hicieron o me lo dejaron de hacer a mi (Dios). No es poner al hombre en lugar de Dios, sino la afirmación de que los humanos no tenemos otro sitio ni otra forma de encontrar a Dios que nuestra propia humanidad. “Evangelizar es humanizar” (Papa Francisco).

De ahí que, cuando llegue el momento definitivo, lo que se va a tener en cuenta no es la fe, ni la religión, ni siquiera a Dios. En ese momento solo se tendrá en cuanta la humanidad de cada uno. Y lo que cada cual ha hecho o dejado de hacer para aliviar el sufrimiento que genera la inhumanidad que todos llevamos fundida en la sangre de nuestra vida, en la civilización que todos hemos construido, en la sociedad que hemos organizado, en los poderes a los que nos sometemos, en los silencios cómplices ante tanto dolor y tanta humillación que encontramos en este mundo desbocado.

Lo que pasa es que, como esto es tan duro y exigente, los hombres hemos inventado “dioses”, “religiones” y “ceremoniales” para tranquilizar conciencias con la ilusión de estar unidos al “Bien Supremo”. Así, imponemos mejor el sufrimiento o lo toleramos mejor. Por eso en esta Cuaresma tenemos tanta necesidad de buscar nuestra propia libertad frente a las ataduras inconscientes, que justificada por la religión o por el estado de derecho, nos tranquilizan, sabiendo – como sabemos- que en este mundo hay demasiado sufrimiento que se podría – y se tendría- que evitar o remediar. Solo así podremos encontrar a Dios. La religión sirve para tranquilizar la conciencia. El evangelio es el motor que transforma la Historia.


Sí, esta obra santa es bendecida por Dios; sí, igualmente bendecidos serán ustedes, hijos míos, si, como espero, cada uno de ustedes se entrega con nuevo ánimo a la salvación de los pobres y pequeños niños de los que la Providencia los ha hecho sus segundos padres” (Sermón sobre la relajación)


Desaprender la guerra – Luis Guitarra 

Desaprender la guerra,
realimentar la risa,
deshilachar los miedos,
curarse las heridas.
Difuminar fronteras,
rehuir de la codicia,
anteponer lo ajeno,
negarse a las consignas.

Desconvocar el odio,
desestimar la ira,
rehusar usar la fuerza,
rodearse de caricias.
Reabrir todas las puertas,
sitiar cada mentira,
pactar sin condiciones,
rendirse a la Justicia.

Rehabilitar los sueños,
penalizar las prisas,
indemnizar al alma,
sumarse a la alegría.
Humanizar los credos,
purificar la brisa,
adecentar la Tierra,
reinaugurar la Vida.

Desaprender la guerra,
curarse las heridas.
Desaprender la guerra,
 negarse a las consignas.
Desaprender la guerra,
rodearse de caricias.
Desaprender la guerra,
rendirse a la Justicia.
Desaprender la guerra,
sumarse a la alegría.
Desaprender la guerra,
reinaugurar la Vida.