Ezequiel 18, 21-28Salmo 129, 1-8
Jesús le dijo a sus discípulos: Les aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos.Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: «No matarás», y el que mata, debe ser llevado ante el tribunal.Pero yo les digo que todo aquel que se irrita contra su hermano, merece ser condenado por un tribunal. Y todo aquel que lo insulta, merece ser castigado por el Sanedrín. Y el que lo maldice, merece la Gehena de fuego.Por lo tanto, si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda.Trata de llegar en seguida a un acuerdo con tu adversario, mientras vas caminando con él, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y te pongan preso.Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.
Señor, quiero escuchar bien tu Palabra.Y la quiero escuchar no sólo con el oído externosino con el oído interior, con el oído del corazón.Y quiero que esas tus palabrasse ahonden dentro de mí, me penetreny se hagan norma de mi vida.Son palabras recias, exigentes.Sé que yo solo no las puedo cumplir; por eso te pido que me envíesal Espíritu Santo con sus dones.Con Él todo será fácil, sencillo, incluso placentero.El Señor nos dice en este evangelio que debemos ser seguidores de Jesús, discípulos de Jesús. Y el discípulo auténtico tiene siempre a Jesús como norma y modelo. Por eso nos invita “a ser mejores que los demás”.Muchos tal vez crean que es suficiente evitar las malas obras externas. Es común: “Yo ni robo ni mato”. Y no se cae en la cuenta de que no sólo es pecado robar la cartera; es pecado robar la fama, robar la inocencia, robar la esperanza, robar la alegría de nuestros hermanos. Se puede robar de muchas maneras. Lo mismo se puede decir del matar. No sólo se mata con una pistola o un cuchillo. Se puede matar “con la lengua” que es como una espada de doble filo. Hay palabras que son puñales. Podemos despellejar a las personas aunque no clavemos ni un alfiler en su piel.Lo que nos pide el evangelio es que descubramos la raíz del mal y lo evitemos desde el principio. Si yo tengo un pensamiento de ira o venganza contra una persona y después fomento el deseo y lo avivo siempre que me encuentro con esa persona, al final aquello que al principio era una pequeña llama fácil de apagar, poco a poco ha crecido y ha provocado un incendio en mi corazón, de modo que ya no lo puedo sofocar. Respecto al cuidado que debemos tener a la hora de presentarnos a celebrar la Eucaristía, el Evangelio no dice: “Si tú tienes algo contra tu hermano” sino “si tu hermano tiene algo contra ti”. Aunque la culpa esté en tu hermano, debes acortar el camino y adelantarte. ¿Por qué? Porque Dios siempre nos toma a nosotros la delantera.
Quiero que estén llenos de indulgencia, de caridad para con sus hermanos, y que los disculpen más bien de acusarlos y reprenderlos. (A Mazelier. 31-08-1825)