Martes de la 2ª semana de Cuaresma

Isaías 1, 10. 16-20
Salmo 49, 8-9. 16-17. 21. 23

Jesús dijo a la multitud y a sus discípulos: Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés; ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus obras, porque no hacen lo que dicen. Atan pesadas cargas y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo.
Todo lo hacen para que los vean: agradan las filacterias y alargas los flecos de sus mantos; les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, ser saludamos en las plazas y oírse llamar «mi maestro» por la gente. En cuanto a ustedes, no se hagan llamar «maestro», porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A nadie en el mundo llamen «padre», porque no tienen sino uno, el Padre celestial. No se dejen llamar tampoco «doctores», porque sólo tienen un Doctor, que es el Mesías. Que el más grande de entre ustedes se haga servidor de los otros, porque el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado
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“La autoridad nace del buen ejemplo, para ayudar a los otros a practicar lo que es justo y necesario, sosteniéndoles en las pruebas que se encuentran en el camino del bien. La autoridad es una ayuda, pero si está mal ejercida, se convierte en opresiva, no deja crecer a las personas y crea un clima de desconfianza y de hostilidad, y lleva también a la corrupción. Jesús denuncia abiertamente algunos comportamientos negativos de los escribas y de algunos fariseos quieren el primer puesto en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas y que se los salude en las plazas. Esta es la tentación que corresponde a la soberbia humana y que no siempre es fácil de vencer. Es la actitud de vivir sólo por la apariencia…

Nosotros discípulos de Jesús no debemos buscar título de honor, de autoridad o de supremacía. Yo les digo que a mí personalmente me duele ver a personas que psicológicamente viven corriendo detrás de la vanidad de las condecoraciones. Nosotros, discípulos de Jesús, no debemos hacer esto, ya que entre nosotros debe haber una actitud sencilla y fraterna.
Todos somos hermanos y no debemos de ninguna manera dominar a los otros y mirarlos desde arriba. No. Todos somos hermanos. Si hemos recibido cualidades del Padre celeste, debemos ponerlas al servicio de los hermanos, y no aprovecharnos para nuestra satisfacción e interés personal. No debemos considerarnos superiores a los otros; la modestia es esencial para una existencia que quiere ser conforme a la enseñanza de Jesús, que es manso y humilde de corazón y ha venido no para ser servido sino para servir.

Que la Virgen María, humilde y grande más que otra criatura, nos ayude, con su materna intercesión, a huir del orgullo y de la vanidad, y a ser mansos y dóciles al amor que viene de Dios, para el servicio de nuestros hermanos y para su alegría, que será también la nuestra. (Papa Francisco)


MÁXIMA
Sé siempre sencillo y servicial
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¡Qué hermoso, qué entrañable fue, el espectáculo de tantos corazones unidos por los lazos de la caridad más perfecta! (primeros cristianos). Fue la admiración de los paganos. Y, a pesar de su odio y sus prejuicios contra el cristianismo, hicieron justicia a los cristianos a este respecto: «¡Miren, dijeron, cómo se aman unos a otros! El ejemplo de estos modelos de caridad atrajo a la religión el corazón de sus enemigos más crueles. Ellos abandonaron el paganismo para abrazar una religión que hizo de sus hijos un pueblo de hermanos y amigos. ¡Que este conmovedor espectáculo se renueve entre ustedes en el tiempo sagrado del jubileo! (Sermón sobre la paz)

No se envanece mi corazón,
en mi mirada soberbia no hay.
No he pretendido grandeza alcanzar.
No corro tras sueños que brillen de más.

Tengo mi alma en silencio y en paz,
soy como un niño, en tus brazos dormí.
Así mi alma descansa hoy en ti.