PAZ

Sírvete para esto incluso de tus faltas, abájate, abájate más aun, entra en las profundidades de tu nada, hija mía, es en el fondo de este abismo que encontrarás la paz de Dios, esta paz que sobrepasa todo sentimiento y que es una pregustación de las alegrías inmortales que se nos han prometido.

Que se borre la imagen del pasado
si el pasado es de muerte y desconsuelo
y que nazca un futuro de esperanza
para los que un mal día la perdieron.
Que se llene la tierra con sonrisas de niños
y que pare la guerra para siempre.
Que hoy la luz se vuelva a encender,
que suene una canción de amor.
Que todos los hombres
que llenan la tierra
apuesten unidos por la paz
y todas las voces se eleven al cielo
al grito de libertad.

Que camine la gente confiada
por un campo sin minas y sin muertos
y que sea pasado y olvidado
este presente loco y violento.
Que nazca la esperanza en los ojos de todos
y el abrazo fraterno para siempre.
Que hoy la luz se vuelva a encender,
que suene una canción de amor,
que todos los hombres que llenan la tierra
apuesten unidos por la paz
y todas las voces se eleven al cielo
al grito de libertad.

Que se llene la tierra con sonrisas de niños
y que pare la guerra para siempre.
Que hoy la luz se vuelva a encender
que suene una canción de amor
que todos los hombres
que llenan la tierra
apuesten unidos por la paz
y todas las voces se eleven al cielo
al grito de libertad.

Antífona 1
Medita estas reflexiones al pie de tu crucifijo. La paz volverá enseguida a tu alma demasiado turbada e inquieta.

Salmo 127
Paz doméstica en el hogar del justo 

Dichoso el que teme al Señor 
y sigue sus caminos. 

Comerás del fruto de tu trabajo, 
serás dichoso, te irá bien; 
tu mujer, como parra fecunda, 
en medio de tu casa; 

tus hijos, como renuevos de olivo, 
alrededor de tu mesa: 
ésta es la bendición del hombre 
que teme al Señor. 

Que el Señor te bendiga desde Sión, 
que veas la prosperidad de Jerusalén 
todos los días de tu vida; 
que veas a los hijos de tus hijos. 
¡Paz a Israel!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1
Medita estas reflexiones al pie de tu crucifijo. La paz volverá enseguida a tu alma demasiado turbada e inquieta.


Antífona 2
Sea un verdadero religioso y entonces gozará en el fondo del alma de consuelo, de paz y de toda la alegría celeste.

Oración por la paz
San Juan Pablo II

Dios de infinita misericordia y bondad,
con corazón agradecido te invocamos hoy
por la paz en esta tierra bendita.

Que tu voz resuene en el corazón
de todos los hombres y mujeres,
cuando los llames a seguir
el camino de reconciliación y paz,
y a ser misericordiosos como tú.

Señor, tú diriges palabras de paz
a tu pueblo y a todos
los que se convierten a ti de corazón.
Ayúdanos a derribar las barreras
de la hostilidad y de la división
y a construir juntos un mundo
de justicia y solidaridad.

Señor, tú creas cielos nuevos
y una tierra nueva.
Te encomendamos a los jóvenes
que peregrinan en estas tierras
y anhelan un mundo más justo.
En su corazón aspiran
a un futuro más humano;
fortalece su decisión de ser hombres
y mujeres de paz y heraldos
de una nueva esperanza.

Padre, tú haces germinar
la justicia en la tierra.
Te pedimos por las autoridades civiles
para que se esfuercen por satisfacer
las justas aspiraciones de sus pueblos
y eduquen a los jóvenes
en la justicia y en la paz.

Impúlsalos a trabajar generosamente
por el bien común y a respetar
la dignidad inalienable de toda persona
y los derechos fundamentales que derivan
de la imagen y semejanza del Creador
impresa en todo ser humano.

Concédeles sabiduría y perseverancia;
no permitas que se desanimen
en su ardua tarea de construir la paz,
que anhelan todos los pueblos.

Guía nuestros pasos
en la verdad y en el amor.
Haz que seamos uno, como tú eres uno
con el Hijo y el Espíritu Santo.

Que testimoniemos la paz que supera todo
conocimiento y la luz que triunfa
sobre las tinieblas de la hostilidad,
del pecado y de la muerte.

Señor del cielo y de la tierra,
Creador de la única familia humana,
te pedimos por los seguidores
de todas las religiones, para que sean
instrumentos de paz.
Que busquen tu voluntad en la oración
y en la pureza del corazón,
y te adoren y glorifiquen tu santo nombre.

Ayúdanos a encontrar en ti la fuerza
para superar el miedo y la desconfianza,
para que crezca la amistad
y vivamos juntos en armonía.

Padre misericordioso,
que todos los creyentes encontremos
la valentía de perdonarnos unos a otros,
a fin de que se curen las heridas del pasado
y no sean un pretexto
para nuevos sufrimientos en el presente.

A la Madre de Jesús,
la bienaventurada siempre Virgen María,
nos encomendamos.
Que, al seguir su ejemplo,
escuchemos la palabra de Dios
y tengamos respeto y compasión por lo demás,
especialmente por los más débiles.

Que, con un solo corazón y una sola mente,
trabajemos para que todo el mundo sea
una verdadera casa para todos sus pueblos.
¡Paz! ¡Paz! ¡Paz! Amén.

Antífona 2

Sea un verdadero religioso y entonces gozará en el fondo del alma de consuelo, de paz y de toda la alegría celeste.


Deseo que la paz del Señor les acompañe en sus trabajos y que el deseo de servirle y de hacerle servir vaya siempre creciendo en su alma a medida que el tiempo, avanzado y multiplicando los años de vida, los acerque insensiblemente a la eternidad.

Antífona
Trabajaremos al unísono y con todas nuestras fuerzas en procurar la paz, la paz de la verdad, la paz de la conciencia.

Magníficat – Hna. Glenda

Proclama mi alma
la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu
en Dios mi salvador.

Porque ha mirado
la humillación de su sierva.
Porque ha mirado
mi pequeñez.

Las generaciones me felicitarán
porque el poderoso ha hecho
obras grandes por mí.
Su nombre santo y su misericordia
llega a sus fieles
de generación en generación.

Proclama mi alma (4)

El hace proezas con su brazo:
Dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes.

A los hambrientos
los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos,
los despide vacíos.

Proclama mi alma (4)

Auxilia a Israel, su siervo
acordándose de su misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres
en favor de Abraham
y su descendencia, por siempre.

Proclama mi alma (4)

Antífona 2
Sea un verdadero religioso y entonces gozará en el fondo del alma de consuelo, de paz y de toda la alegría celeste.

A cada intención respondemos:

Señor, que seamos instrumentos de paz

-. Que cada uno potencie la paz en el ámbito de sus relaciones

-. Que en el seno de cada familia se den relaciones que cuiden el tesoro de la paz

-. Que en nuestras comunidades educativas se vivan las relaciones del reino

-. Que en los países donde vivimos la misión, las estructuras políticas den cuenta del valor de la paz

-. Que en el mundo, los líderes, trabajen por paz desde la justicia, como una urgencia impostergable.

Danos la paz que promete tu Evangelio, aquella que el mundo no puede dar, que venga a nosotros el Reino de la paz, y enséñanos a construirla como fruto de la verdad y de la justicia. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.