San José, esposo de María

2ª Samuel 7, 4-5. 12-14. 16
Salmo 88, 2-5. 27. 29
Romanos 4, 13. 16-18. 22

Jacob fue padre de José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es llamado Cristo. Este fue el origen de Jesucristo:
María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto. Mientras pensaba en esto, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados».
Al despertar, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa.

Hoy la Iglesia  celebra la solemnidad de San José, el esposo de María y el padre adoptivo de Jesús. Lo celebra como al varón bueno y justo, que se dejó conducir por Dios para llevar adelante su plan de salvación.

José seguramente tenía, humanamente elaborado sus proyectos y sus planes. Pensaría casarse con María, quizás tener una numerosa descendencia y, sin embargo, lo sorprende el Señor Dios, que tiene otros planes para él. El señor Dios, que sabe que José es un hombre de confianza, le encomendará el cuidado de María virgen y el cuidado de Jesús. José en el plan de Dios está pensando como el sacramento del Padre Dios en la tierra; hará las veces de padre de Jesús, a quien cuidará como si fuera suyo, a quien amará tanto como si fuera el hijo salido de él mismo.

¡Qué hermosa esta imagen de José! Este José obediente que aunque no entiende va a obedecer, se va a dejar conducir a una dicha mayor, de la que había imaginado hasta ese momento. Cuánto tenemos que aprender todos nosotros de José, para dejarnos también conducir por Dios. En este tiempo de Cuaresma, que estamos tratando de hacer más espacio a la oración en nuestra vida, la oración que es sobre todo, escucha de Dios, no es largarle el rollo de nuestras palabras y nuestros discursos: primero es escucharlo a Él, hacer silencio de nuestras palabras para que Dios hable, hacer silencio de nuestros proyectos pasajeros, para que Dios, como a José nos muestre sus caminos de eternidad.

¡Qué bien nos viene la figura de José!… que habla poco… pero que sabe escuchar a Dios, que tiene siempre un SÍ a flor de labios, para todo lo que le pida Dios; un José que no desconfía del amor de Dios, que sabe que Dios quiere más que nadie su bien, y su felicidad.

En este día tengamos un encuentro amistoso con José, nuestro celestial patrono que desde el cielo, nos protege, nos cuida, este José que es modelo de creyente, para todos nosotros y cada uno de nosotros. Pidámosle que nos comparta, su prontitud, su generosidad, su fidelidad en el amor de Dios.

Dígalo cada cual con sus palabras. A mí me gusta decirle así: “José, vos que fuiste sencillo para deshacer tus planes, ayúdanos a deshacer en nuestras vidas , todo lo que no venga de Dios; ayúdanos a tener un oído atento , para escuchar a Dios que siempre nos habla, que está susurrándonos permanentemente su voluntad , para que podamos encontrar sus caminos en nuestra vida. José, vos que cuidaste de María y de Jesús, extiende hasta nosotros tu protección, para que seamos hombres y mujeres creyentes de este Dios que es amor, haznos de tu familia, de la familia de los servidores buenos y justos de Dios.”

San José: Ruega por nosotros! Y que nos acompañe en este día la bendición de Dios todo poderoso del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén! (Mons. César Daniel Fernández)


Jesús, María, José, la trinidad de la tierra; nombres sagrados que el hombre de fe pronuncia con los sentimientos de amor más intenso y de piedad más tierna. (Memorial p. 20)

Creación artesanal,
tus manos son las que hablan.
Hay gozo en tu mirar
que grita mil palabras.
Silencio ante tu Dios,
confías en su Palabra,
y ofreces, a su Amor,
a tu mujer amada.

Dejaste sin temor:
trabajo, casa y patria.
Silente al contemplar
la incomprensible trama
¡De ver nacer tu Dios
del vientre de tu amada!
Nos hablas de dolor
sin proferir palabra.

Silencio eres José.
Silencio tu morada.
Silencio fue tu pan,
silencio tu jornada.
Silencio al contemplar.
Silencio ante la nada.
Silencio en el amor.
Silencio es tu palabra.

Temblabas de pensar
en no tener la entraña
para educar a un Dios,
nacido en carne blanda.
Le diste sin hablar
tu fe y viril confianza,
tu oficio, tu honradez
y tu presencia casta.

María, en tu mirar,
entiende que la amas.
Le explicas sin hablar
que ves a Dios en su alma,
que juntos librarán
una dura batalla.
Pioneros en creer
que su Hijo es Dios, que salva.