Los sentimientos de fe y de resignación que me expresas en tu carta me han edificado y consolado: pido al Señor que te reafirme en ellos cada vez más para que tus largos sufrimientos sean meritorios y te enriquezcan para el cielo. ¡El cielo, el cielo!, ése debe ser, querido hijo, el único objeto de nuestros pensamientos y de nuestras esperanzas.
Hoy al fin tenemos que seguiresperando en paz.Esperamos contra toda esperanza.Y es así que todo va a cambiar, resucitarás.Esperamos contra toda esperanza.Vos sos la vida, sos la paz,vos sos nuestra esperanza.Sos el camino para andar,sos fuerza y sos confianza.No aflojar, seguirte hasta el final, tu cruz abrazar.Esperamos contra toda esperanza.Al saber que vos vas a volver a resucitar,esperamos contra toda esperanza.Al sentir Jesús que estás aquí esperándonos,esperamos contra toda esperanza.Esperar también es transformarun sueño en realidad.Esperamos contra toda esperanza.
Antífona 1:Me consuelo con la esperanza que durante el retiro reanimará su fervor y su piedad.
Salmo 39El justo espera en el Señor
Yo esperaba con ansia al Señor; él se inclinó y escuchó mi grito: me levantó de la fosa fatal, de la charca fangosa; afianzó mis pies sobre roca, y aseguró mis pasos; me puso en la boca un cántico nuevo, un himno a nuestro Dios. Muchos, al verlo, quedaron sobrecogidos y confiaron en el Señor. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor, y no acude a los idólatras, que se extravían con engaños. Cuántas maravillas has hecho, Señor, Dios mío, cuántos planes en favor nuestro; nadie se te puede comparar. Intento proclamarlas, decirlas, pero superan todo número. Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído; no pides sacrificio expiatorio, entonces yo digo: «Aquí estoy -como está escrito en mi libro- para hacer tu voluntad». Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas. He proclamado tu salvación ante la gran asamblea; no he cerrado los labios: Señor, tú lo sabes. No me he guardado en el pecho tu defensa, he contado tu fidelidad y tu salvación, no he negado tu misericordia y tu lealtad ante la gran asamblea. Tú, Señor, no me cierres tus entrañas, que tu misericordia y tu lealtad me guarden siempre, porque me cercan desgracias sin cuento. Se me echan encima mis culpas, y no puedo huir; son más que los pelos de mi cabeza, y me falta el valor. Señor, dígnate librarme; Señor, date prisa en socorrerme. Alégrense y gocen contigo todos los que te buscan; digan siempre: «Grande es el Señor» los que desean tu salvación. Yo soy pobre y desgraciado, pero el Señor se cuida de mí; tú eres mi auxilio y mi liberación: Dios mío, no tardes.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 2:Mi más ardiente deseo es que lleguen a ser santos, y es también mi más dulce esperanza.
Salmo 16Dios, esperanza del inocente perseguido
Señor, escucha mi apelación atiende a mis clamores, presta oído a mi súplica, que en mis labios no hay engaño: emane de ti la sentencia, miren tus ojos la rectitud. Aunque sondees mi corazón, visitándolo de noche, aunque me pruebes al fuego, no encontrarás malicia en mí. Mi boca no ha faltado como suelen los hombres; según tus mandatos, yo me he mantenido en la senda establecida. Mis pies estuvieron firmes en tus caminos, y no vacilaron mis pasos. Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío; inclina el oído y escucha mis palabras. Muestra las maravillas de tu misericordia, tú que salvas de los adversarios a quien se refugia a tu derecha. Guárdame como a las niñas de tus ojos, a la sombra de tus alas escóndeme de los malvados que me asaltan, del enemigo mortal que me cerca. Han cerrado sus entrañas y hablan con boca arrogante; ya me rodean sus pasos, se hacen guiños para derribarme, como un león ávido de presa, como un cachorro agazapado en su escondrijo. Levántate, Señor, hazle frente, doblégalo, que tu espada me libre del malvado, y tu mano, Señor, de los mortales; mortales de este mundo: sea su lote esta vida; de tu despensa les llenarás el vientre, se saciarán sus hijos y dejarán a sus pequeños lo que sobra. Pero yo con mi apelación vengo a tu presencia, y al despertar me saciaré de tu semblante.
Hermanos míos ¿quién en tales circunstancias no hubiese desesperado? ¡Ay! hombres de poca fe, es así que olvidamos muy a menudo que nunca tenemos más razón para contar con el socorro de lo alto que cuando faltan los apoyos humanos… ¿Quién a ejemplo de Abraham, el padre de los creyente, esperó contra toda esperanza, in spe contra spem? Cómo me gusta verla (a esa alma) tranquilamente en la noche de la pura fe, sin preocupación por el mañana, sin buscar conocer los secretos del porvenir, descansando sólo en Dios, arrojando en su seno las inquietudes que podrían parecer tan legítimas y adorando, sin comprender, los designios escondidos del Señor sobre ella. (SVII p. 2197)
Mi alma glorifica al Señor
Antífona:No te inquietes, implora su gracia, espera en Él, y ni tus oraciones, ni tus esperanzas se verán defraudadas
Mi alma glorifica al Señor, mi Dios,gózase mi espíritu en mi Salvador.Él es mi alegría, es mi plenitud,Él es todo para mí.Ha mirado la bajeza de su esclava,muy dichosa me dirán todos los pueblosporque en mí ha hecho grandes maravillasEl que todo puede, cuyo Nombre es Santo.Su clemencia se derrama por los siglossobre aquellos que le temen y le aman,desplegó el gran poder de su derecha,dispersó a los que piensan que son algo.Derribó a los potentados de sus tronos,elevó a los humildes y a los pobres,los hambrientos se saciaron con sus bienesy alejó de sí, vacíos a los ricos.Acogió a Israel, su humilde siervoacordándose de su misericordia,como había prometido a nuestros padres,a Abraham y descendencia para siempre.
A cada intención respondemos:
Señor, sos nuestra esperanza
-. Que miremos el presente y el futuro con esperanza cristiana.
-. Que nuestro lenguaje, respecto de los niños y jóvenes, manifieste nuestra esperanza creyente.
-. Que el Señor acreciente en nosotros la paciencia y la confianza en la Providencia.
-. Que siempre sembremos a manos llenas, sin juzgar la calidad de los terrenos.
-. Que nuestra esperanza transforme sueños en realidades.
-. Que la esperanza en ti nos haga siempre educadores confiados en tu accionar.
Anímense mutuamente a dedicar de ahora en adelante los días que les quedan sobre la tierra a sembrar mucho, para recoger abundantemente en el cielo y alcanzar así el término de nuestra común esperanza, el fin de los penosos trabajos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.