Martes de la 2ª semana de Pascua

Hechos 4, 32-37
Salmo 92, 1-2

Jesús dijo a Nicodemo: No te extrañes de que te haya dicho: Ustedes tienen que renacer de lo alto.
El viento sopla donde quiere: tú oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Lo mismo sucede con todo el que ha nacido del Espíritu.
¿Cómo es posible todo esto?, le volvió a preguntar Nicodemo.
Jesús le respondió: ¿Tú, que eres maestro en Israel, no sabes estas cosas? Te aseguro que nosotros hablamos de lo que hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero ustedes no aceptan nuestro testimonio. Si no creen cuando les hablo de las cosas de la tierra, ¿cómo creerán cuando les hable de las cosas del cielo?
Nadie ha subido al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre que está en el cielo.
De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto, para que todos los que creen en él tengan Vida eterna.

Seguimos andando este camino de resurrección, queriendo experimentar la presencia viviente y misericordiosa del Resucitado, haciendo nueva nuestra vida, naciendo de nuevo con la fuerza del Espíritu de Jesús. Resucitar, nacer de lo alto es la invitación y exhortación que nos hace el Señor en este tiempo; poder sumergirnos en su muerte y resurrección para convertirnos en personas nuevas, en discípulos ardientes y enamorados del Reino, del Resucitado.  

En el diálogo ya iniciado entre Nicodemo y Jesús, el Señor le dice: “Ustedes tienen que renacer de lo alto. El viento sopla donde quiere; oyes su voz, pero no sabes ni de dónde viene, ni adónde va, así sucede con el que nace del Espíritu ..”
Como a Nicodemo quizás nos cueste entender estas palabras de Jesús y más aún comprenderlas en nuestra vida, porque muchas veces nuestros esquemas, estructuras y costumbres nos hacen creer que estamos bien, que nada tenemos que transformar. Sin embargo, Jesús también a nosotros nos interpela, nos provoca.

¿Qué significa en mi vida hoy, nacer de lo alto, nacer de nuevo? Dejarnos perdonar y transformar por su misericordia, perdonar y ser misericordiosos con los hermanos, dejar nuestros escondites y seguridades para salir al encuentro de los hermanos, misericordiando, siendo testigos de la Nueva Vida que nos regala Jesús, con su Espíritu.

Señor Jesús, tú nos conoces, sabes cómo somos, que nos aferramos a nuestros esquemas, a nuestras estructuras y costumbres, porque en ellas nos sentimos seguros, Al igual que a Nicodemo, nos cuesta entenderte, y como él queremos ser justos, queremos seguirte. Sopla sobre nosotros tu Espíritu, renuévanos, déjanos nacer de lo alto, nacer de nuevo.


MÁXIMA
Deja que Dios conduzca tu vida


Deja a Dios que te conduzca en las cosas más pequeñas. Toma la dichosa y santa costumbre de ver a Dios, y de no ver más que a Dios en todo… El alma que es dócil y obediente en la mano de Dios, que no resiste a las inspiraciones de su gracia, que, olvidándose por completo de sí misma, no desea y no busca más que la gloria de Aquel que la ama, que está profundamente convencida de la acción de Dios en todo, que cree que es El quien dirige a los hombres y sus consejos … goza de una paz que nada puede alterar y bendice siempre… (Memorial 119)

Señor, eres la fuente de todo.
Sólo tú me puedes saciar.
No tengo adonde ir, fuera de ti,
y por eso, estoy aquí.
Señor, eres la fuente de todo.
Sólo tú me puedes saciar.
No tengo adónde ir, fuera de ti
Y por eso te vengo a pedir:

Abre ríos, en las alturas
y fuentes en la sequedad.
Riega mi tierra con tu agua viva,
dame tu manantial, tu manantial.