San David Uribe Velazco

Hechos 5, 34-42
Salmo 26, 1. 4. 13-14

Jesús atravesó el mar de Galilea, llamado Tiberíades. Lo seguía una gran multitud, al ver los signos que hacía curando a los enfermos.
Jesús subió a la montaña y se sentó allí con sus discípulos.
Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos.
Al levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a él y dijo a Felipe: ¿Dónde compraremos pan para darles de comer?
Él decía esto para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer.
Felipe le respondió: Doscientos denarios no bastarían para que cada uno pudiera comer un pedazo de pan.
Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?
Jesús le respondió: Háganlos sentar. Había mucho pasto en ese lugar. Todos se sentaron y eran uno cinco mil hombres.
Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron.
Cuando todos quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: Recojan los pedazos que sobran, para que no se pierda nada. Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los cinco panes de cebada.
Al ver el signo que Jesús acababa de hacer, la gente decía: Este es, verdaderamente, el Profeta que debe venir al mundo.
Jesús, sabiendo que querían apoderarse de él para hacerlo rey, se retiró otra vez solo a la montaña.


Hoy, Señor, quiero aprender de Ti tu piedad con los que pasan hambre. No puedes pasar por las miserias y sufrimientos de los hombres sin compadecerte. Tienes un corazón bondadoso y deseas que todos tengan lo necesario para comer, para vestir, para cubrir las necesidades elementales. Dame a mí esas mismas actitudes para que sufra en carne viva los sufrimientos de mis hermanos y haga lo que esté de mi parte para remediarlos.

Qué diferencia tan grande entre las preocupaciones de los escribas y fariseos y las de Jesús. A los fariseos les preocupa si se puede o no se puede comer en sábado; si se puede o no se puede comer sin lavarse las manos… En eso se entretienen, en eso pasan su vida. A Jesús le preocupa que la gente tenga lo necesario para comer, le preocupa que la gente sufra, que la gente no sea feliz.

Y llama la atención que Jesús esté en el monte, lugar de oración, y desde esa altura contemple a la gente que no tiene para comer. Jesús, desde la plenitud del amor al Padre, ve mejor “los estómagos vacíos” de los hombres, sus hermanos. Y sólo cuando les da de comer, les habla del Pan de la Eucaristía.

Podía haber hecho el milagro él solo, pero quiere hacerlo con la colaboración de los discípulos. Ellos le traen “cinco panes y dos peces”. Es verdad que el problema del hambre en el mundo nos desborda y es necesario que las naciones ricas y poderosas de la tierra se tomen en serio este gravísimo problema. Pero, mientras tanto, no podemos desentendernos. Demos lo poco que tenemos, aprendamos a compartir y Dios multiplicará nuestra generosidad.

Al final del texto, también Jesús se sube al monte él solo. ¿Por qué? Porque le quieren hacer rey. Jesús huye de títulos de grandeza y de poder. ¡Bonita lección! Constantemente el Papa Francisco habla contra aquellos que buscan títulos, dignidades, privilegios, hacer carrera dentro de la Iglesia.   Nos preguntamos: Éstos, ¿qué evangelio leen? ¿En qué monte rezan?


MÁXIMA
Dios hace grande nuestra pequeña ofrenda


La caridad nos coloca en la disposición habitual de dirigir todo a Él. Ella le somete nuestro espíritu y sus luces, nuestra voluntad y sus deseos, ella nos entrega, nos consagra a Él totalmente. Es el Reino de Dios en nosotros. (Sermón sobre el 1º mandamiento)

Aquí hay un muchacho
que solamente tiene
cinco panes y dos peces.
Mas, ¿qué es eso para tanta gente?

Aquí hay un muchacho
que solamente tiene
un corazón dispuesto a dar
Mas, ¿qué es eso para tanta gente?

Aquí esta este corazón
que quiere serte fiel.
Mas, ¿qué es eso si no te tiene a ti?
¿Si no te tiene a ti?

Toma este corazón.
Toma cuanto tengo y cuanto soy.
Toma mi pasado, mi presente y mi futuro.
¡Todo cuanto tengo tómalo!

Mi corazón tomaste,
mis panes bendijiste;
a la gente repartiste,
y a todos alcanzó.
Mi vida está en tus manos
y quieres repartirla
como hiciste con mis panes
aquel día, ¡Oh Señor!

Aquí están mis palabras,
aquí están mis acciones,
aquí están mis ilusiones
Mas, ¿qué es eso sin tu amor, Señor?

Aquí esta este corazón
que quiere serte fiel
Mas, ¿qué es eso si no te tiene a ti?
¿Si no te tiene a ti?

Aquí está este corazón,
con mis panes y mis peces.
Toma todo y repártelo, Señor.

Aquí hay un muchacho…