Amen a la Iglesia. Bossuet en tiempos mejores que los nuestros, la llamaba: La Ilustre Abandonada. ¡Oh, cuánto amo a esta abandonada! Cuántos encantos tiene, qué bella es en este abandono en la que la dejan aquéllos que osan todavía, no se sabe cómo, llamarla su Madre y son sus ministros. (Retiro a la Congregación de S. Méen, SVIII 2398-99)
Señor, tu voz sigue resonando en nuestros oídos:«La mies es mucha… pero pocos los obreros…»«Vayan y hagan discípulos, bautizándoles, enseñándoles…»«Yo estoy con ustedes hasta el fin del mundo…»Confiamos en tu Palabra,abrimos nuestro corazón a tu llamaday te suplicamos con confianza:+ Que nuestra comunidad sea misioneray rechace la tentación de encerrarse en sí misma.+ Que todos los cristianosparticipemos en el compromiso misionero.+ Que los llamados especialmente a la vocación misionerarespondan a ella con generosidad.Te lo pedimos con María, reina de las Misiones. Amén
Lo decimos, lo cantamos, algo nuevo está naciendoaquí abajo, entre los pobres, en el corazón del pueblo,con sudor y sacrificio, con martirio, lucha y sueñoalgo nuevo, muy antiguo, y es con baile, canto y rezo.Casi siempre comenzamos por lo que ya tiene el puebloo por lo que necesita, le duele o anda queriendo.Pero contamos con alguien que suma a nuestros esfuerzosy es nuestra Madre querida, Madre del Señor Dios nuestroLa experiencia de ser pobre pero cristianos sincerosnos dio la sabiduría que nos viene por el cuero.Como es mucho lo que falta y es poco lo que tenemos,la cruz de las injusticias se alivia compartiendoTodos somos importantes, cada niño, cada abuelo,cada cual con su algo propio, con su historia y con su genio.Casi todos somos pobres, que nos gusta el festejola flor de nuestra alegría perfuma nuestros encuentros.Lo que está escrito en la Biblia sirve, ayuda y es buenocuando nuestra fe lo aplica a lo que estamos viviendo.Lo que hicieron nuestros padres viene hoy a ser nuestro espejo,porque Dios mismo nos habla y nos cuenta su proyecto.Si en comunidad pedimos “venga a nosotros tu Reino”,sabemos que la justicia no está pero está viniendo.Sabemos que ya hay hermanos, de pie, rompiendo el silencioy hay un pueblo esperanzado que va rumbo a sus derechos.
Antífona 1Lo sé, es la mano de Dios la que sostiene a la Iglesia.
Salmo 68Me devora el celo de tu templo
Dios mío, sálvame, que me llega el agua al cuello: me estoy hundiendo en un cieno profundo y no puedo hacer pie; he entrado en la hondura del agua, me arrastra la corriente. Estoy agotado de gritar, tengo ronca la garganta; se me nublan los ojos de tanto aguardar a mi Dios. Más que los pelos de mi cabeza son los que me odian sin razón; más duros que mis huesos, los que me atacan injustamente. ¿Es que voy a devolver lo que no he robado? Dios mío, tú conoces mi ignorancia, no se te ocultan mis delitos. Que por mi causa no queden defraudados los que esperan en ti, Señor de los ejércitos. Que por mi causa no se avergüencen los que te buscan, Dios de Israel. Por ti he aguantado afrentas, la vergüenza cubrió mi rostro. Soy un extraño para mis hermanos, un extranjero para los hijos de mi madre; porque me devora el celo de tu templo, y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí. Cuando me aflijo con ayunos, se burlan de mí; cuando me visto de saco, se ríen de mí; sentados a la puerta cuchichean, mientras beben vino me sacan coplas. Pero mi oración se dirige a ti, Dios mío, el día de tu favor; que me escuche tu gran bondad, que tu fidelidad me ayude: arráncame del cieno, que no me hunda; líbrame de los que me aborrecen, y de las aguas sin fondo. Que no me arrastre la corriente, que no me trague el torbellino, que no se cierre la poza sobre mí. Respóndeme, Señor, con la bondad de tu gracia; por tu gran compasión, vuélvete hacia mí; no escondas tu rostro a tu siervo: estoy en peligro, respóndeme en seguida. Acércate a mí, rescátame, líbrame de mis enemigos: estás viendo mi afrenta, mi vergüenza y mi deshonra; a tú vista están los que me acosan. La afrenta me destroza el corazón, y desfallezco. Espero compasión, y no la hay; consoladores, y no los encuentro. En mi comida me echaron hiel, para mi sed me dieron vinagre. Yo soy un pobre malherido; Dios mío, tu salvación me levante. Alabaré el nombre de Dios con cantos, proclamaré su grandeza con acción de gracias; le agradará a Dios más que un toro, más que un novillo con cuernos y pezuñas. Mírenlo, los humildes, y alégrense, busquen al Señor, y revivirá su corazón. Que el Señor escucha a sus pobres, no desprecia a sus cautivos. Alábenlo el cielo y la tierra, las aguas y cuanto bulle en ellas. El Señor salvará a Sión, reconstruirá las ciudades de Judá, y las habitarán en posesión. La estirpe de sus siervos la heredará, los que aman su nombre vivirán en ella.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 2Trabaja con renovado celo en profundizar los cimientos de una nueva Iglesia.
Salmo 42Deseo del templo
Hazme justicia, oh Dios, defiende mi causa contra gente sin piedad, sálvame del hombre traidor y malvado. Tú eres mi Dios y protector, ¿por qué me rechazas?, ¿por qué voy andando sombrío, hostigado por mi enemigo? Envía tu luz y tu verdad: que ellas me guíen y me conduzcan hasta tu monte santo, hasta tu morada. Que yo me acerque al altar de Dios, al Dios de mi alegría; que te dé gracias al son de la cítara, Dios, Dios mío. ¿Por qué te acongojas, alma mía, por qué te me turbas? Espera en Dios, que volverás a alabarlo: «Salud de mi rostro, Dios mío».
Sí, lo repito, y sin duda ustedes lo repetirán conmigo, amemos a la Iglesia, el amor es más fuerte que la muerte, y, en consecuencia, ningún sacrificio nos parecerá demasiado grande cuando se trate de servir y extender su reino.Le sacrificaremos, pues, nuestra fortuna, nuestra vida, nuestra familia, todo lo que hay de más íntimo en nosotros. Y unidos por los lazos indisolubles de la religión, trabajaremos al unísono y con todas nuestras fuerzas, hasta la muerte, por la gloria de Aquél que habita en las alturas del cielo, y en procurar la paz, la paz de la verdad, la paz de la conciencia, la alegría de la salvación, a todos los hombres de buena voluntad (Retiro a la Congregación de S. Méen, S.VIII 2398-99)
Antífona¡Es imposible ser, a la vez, del mundo y de Jesucristo: nadie puede servir a dos señores!
Bendito es el Señor, nuestro Diosque visita y redime a su pueblo.Su presencia está viva en nosotros,su promesa perdura en el tiempo.Él será salvador de los hombresnos libera de toda opresión,manteniendo vigente en nosotrosla palabra que él mismo nos dio.El Señor quiere vernos alegres,sin tristeza, ni pena o dolor,quiere hacer una tierra más justaque le sirva cantando su amor.Tú serás elegido el profeta,que prepare el camino del Señor,proclamando que viene a salvarnosanunciando a los hombres perdón.Nacerá un nuevo sol en el cieloy su luz a nosotros vendrá.Guiará al que vive entre sombraspor un nuevo sendero de paz.
AntífonaLos tiempos son malos: recen y consuelen a la Iglesia con el buen olor de todas sus virtudes.
A cada intención respondemos:
Señor, protege a tu Iglesia
-. Por el papa Francisco para que viva su ministerio con conciencia de enviado.
-. Por los que somos iglesia para que la amemos y nos cuidemos.
-. Para que construyamos Iglesia con nuestras actitudes y palabras.
-. Para que nuestras comunidades educativas sean iglesias domésticas.
-. Por los educadores menesianos para que vivan su ministerio como miembros de un cuerpo.
-. Para que nuestro testimonio no escandalice a ninguno de los pequeños que nos son confiados.
Padre bueno, qué dulzura y qué dicha para un menesiano entregarse plenamente y sin reservas a la esposa de Jesucristo, en un momento en que está expuesta a tantos ultrajes, y en el que ella está totalmente, como Jesucristo, su fundador y su jefe, sobre la cruz. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén.