Vocación

Sigue muy firme en tu vocación y no escuches los consejos de los que tratan de desviarte de ella: no basta con haber comenzado bien, hay que perseverar hasta el fin para obtener la corona. Ruega a la Santísima Virgen, pídele mucho desde el fondo del alma, que muestre hoy más que nunca que es tu buena madre, preservándote de toda inconstancia. (Al H. Elzéar, 25 de julio de 1848

Busca en tu corazón si quieres encontrar 
el camino a seguir descubre la verdad.
Ama sin condición, no te rindas jamás 
donde vive el amor, vive la libertad.
Y no te olvides, que hay que luchar para ganar, 
todo es posible, sólo tienes que empezar.

Búscalo en tu corazón 
el camino que te lleve a la libertad 
Búscalo en tu corazón 
el camino que te lleve al amor.
Abre tu corazón tan grande como el mar 
deja crecer allí las ganas de volar.

Antífona 1
No escuches al tentador cuando intenta turbarte e inspirarte vanas inquietudes sobre tu vocación.

Salmo 15
El Señor es el lote de mi heredad

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; 
yo digo al Señor: «Tú eres mi bien». 
Los dioses y señores de la tierra 
no me satisfacen. 

Multiplican las estatuas 
de dioses extraños; 
no derramaré sus libaciones con mis manos, 
ni tomaré sus nombres en mis labios. 

El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; 
mi suerte está en tu mano: 
me ha tocado un lote hermoso, 
me encanta mi heredad. 

Bendeciré al Señor, que me aconseja, 
hasta de noche me instruye internamente. 
Tengo siempre presente al Señor, 
con él a mi derecha no vacilaré. 

Por eso se me alegra el corazón, 
se gozan mis entrañas, 
y mi carne descansa serena. 
Porque no me entregarás a la muerte, 
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. 

Me enseñarás el sendero de la vida, 
me saciarás de gozo en tu presencia, 
de alegría perpetua a tu derecha.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1
No escuches al tentador cuando intenta turbarte e inspirarte vanas inquietudes sobre tu vocación.


Antífona 2
Lo digo con gran consuelo en el Señor, desde hace algún tiempo estás mejor y espero que, con la gracia del Señor, te reafirmarás cada día más en tu santa vocación.

Qué quieres de mi señorMaría Elena Contreras

Vengo hasta tus pies, Señor, sólo a preguntar
qué cambió tan repentinamente,
por qué mis anhelos y mis sueños por lograr
ya no importan tanto como antes.

Y por qué el concepto que me muestras del amor
suena tan distinto al que concebía yo.
Y lo que pensaba que era mi felicidad
ya no es suficiente, yo te quiero preguntar.

¿Qué quieres de mí, Señor,
que tu voz resuena fuertemente?
Me has herido el corazón.
De tu amor y nunca sanaré
porque tú me quieres para Ti
y a tu voluntad voy a ceder.

¿Qué quieres de mí, Señor,
que percibo todo diferente
a lo que jamás pensé?
Hoy estoy dispuesto a renunciar
por este tesoro que en Ti encontré.
Mi vida dispuesto estoy a dar.

¿Qué encontraste en mí, Señor?
¿Me has mirado bien?
No tengo gran cosa qué ofrecerte.
Abandono hoy mi fe y mi pequeñez
en tu amor que todo fortalece.

No me siento digno de tu distinción
pues tú bien conoces lo que llevo en mi interior.
Suba mi plegaria a Ti como un memorial.
Posa en mí tus manos y me purificarás.

¿Qué quieres de mi Señor,
que tu voz resuena fuertemente?
Me has herido el corazón.
De tu amor y nunca sanaré
porque tú me quieres para Ti
y a tu voluntad voy a ceder.

¿Qué quieres de mi Señor,
que percibo todo diferente
a lo que jamás pensé?
Hoy estoy dispuesto a renunciar
por este tesoro que en Ti encontré.
Mi vida dispuesto estoy a dar.

Vengo hasta tus pies, Señor,
sólo a responder.
Me rindo ante Ti.
Te seguiré.

Antífona 2
Lo digo con gran consuelo en el Señor, desde hace algún tiempo estás mejor y espero que, con la gracia del Señor, te reafirmarás cada día más en tu santa vocación.


Trabajando en esto, ¿qué consuelos no tendrán? Si nuestro divino maestro nos ha prometido no dejar sin recompensa un vaso de agua fría dado en su nombre, ¡qué recompensa tan magnífica no estará reservada a aquellos que como ustedes se consagran a la salvación de las almas y les distribuyen el pan de la vida!
Puedo anunciárselos y garantizárselos, ya en la tierra, gustarán las dulzuras inefables, y recibirán con creces el precio de los sacrificios que habrán hecho. ¿Qué sacrificios, después de todo? ¿Puede llamarse con este nombre la renuncia al mundo y a sus honores y a sus placeres mentirosos y a sus tesoros de barro? Estos bienes del siglo, ¿no son la fuente de todos los males reales, de todas las preocupaciones, de todas las molestias, de todas las inquietudes secretas, y quién es el hombre que ha sido feliz al hacer de ellos el objeto único de sus deseos y de sus esperanzas?
Podría quizá invocar aquí su propio testimonio y preguntarles si los días que hasta ahora han consagrado al servicio de Dios no han sido mil veces más dulces que los que han dado al mundo. Acuérdense del pasado al juzgar el provenir, dirán como Salomón: vanidad de vanidades y todo es vanidad, excepto el amar a Dios y el servirle.
Sírvanle, pues, y enseñen a los otros a servirle; y de ante mano verán que rica cosecha de gloria y de méritos van a recoger.(S VII p. 2233, apertura retiro, vocación)

Antífona
Querido hijo si no quieres perder nunca la vocación, dos cosas te son necesarias: la vigilancia sobre ti mismo y el amor a la Regla. Sé fiel a ello en todo y yo respondo de ti.


Mi alma glorifica al Señor, mi Dios,
gózase mi espíritu en mi Salvador.
El es mi alegría, es mi plenitud,
El es todo para mí.

Ha mirado la bajeza de su esclava,
muy dichosa me dirán todos los pueblos
porque en mí ha hecho grandes maravillas
El que todo puede, cuyo Nombre es Santo.

Su clemencia se derrama por los siglos
sobre aquellos que le temen y le aman,
desplegó el gran poder de su derecha,
dispersó a los que piensan que son algo.

Derribó a los potentados de sus tronos,
elevó a los humildes y a los pobres,
los hambrientos se saciaron con sus bienes
y alejó de sí, vacíos a los ricos.

Acogió a Israel, su humilde siervo
acordándose de su misericordia,
como había prometido a nuestros padres,
a Abraham y descendencia para siempre.

Antífona
Querido hijo si no quieres perder nunca la vocación, dos cosas te son necesarias: la vigilancia sobre ti mismo y el amor a la Regla. Sé fiel a ello en todo y yo respondo de ti.

A cada intención respondemos:

Señor, sostiénenos en tu servicio

-. Que vivamos con alegría y gozo la entrega de cada día.
-. Que hagamos de nuestra vida un pan partido y repartido al servicio de los más vulnerables.
-. Que nuestra sangre se derrame para mayor gloria tuya y salvación de los niños y jóvenes.
-. Que siempre busquemos servirte y enseñar a otros a hacer lo mismo.
-. Que el único interés que nos mueva en tu servicio sea el bien de los que nos son confiados.
-. Que nuestro testimonio invite a entregar la vida en el ámbito de la educación para que otros te conozcan y amen.

Padre Bueno, te bendecimos por la sublime vocación a la que nos has convocado, la del mismo Jesucristo, que ha pasado haciendo el bien, instruyendo a los pobres, dando vista a los ciegos, haciendo andar a los cojos, curando a los enfermos y a todos anunciando la Buena Noticia. Por el mismo Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.