Santa María Guadalupe García Zavala

2ª Timoteo 1, 13-14; 2, 1-3
Salmo 95, 1-3. 7-8. 10

Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias.
Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor.
Entonces dijo a sus discípulos: La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.

El texto dice que Jesús recorría toda aldea y ciudad. No esperó que la gente viniera a Él. No se atrincheró dentro del templo en la gran ciudad, convocando a las multitudes a que se reunieran allí. Jesús estuvo donde la gente estaba. Es imposible responder con el evangelio a personas de las que desconocemos su situación integral, sus viviendas, su historia y problemáticas, etc. Muchas veces nuestra proclama del evangelio es impertinente por las formas y no por el contenido.

Jesús comenzó su ministerio por su propia región, Galilea, zona más marginal, olvidada y despreciada de Israel, marcando así su perspectiva teológica. Su accionar plasma no sólo una metodología, sino la manera que ve Dios a los hombres. Su propio nacimiento como inmigrante, en un corral de animales, no en un palacio, nos habla de quién es nuestro Dios y qué pide de nosotros.

Y Jesús tiene compasión por las ovejas dispersas. Había en ese tiempo muchos pastores, pero muchas ovejas andaban errantes, sin que nadie las cuidase. No quiere esos pastores, no nos quiere como esos pastores, que se pastorean a sí mismos, que usan a las ovejas en provecho propio. Él es el buen Pastor que va donde las ovejas andan perdidas. Y nos pide ser pastores como Él.

Enorme es el rebaño, enorme la cosecha en los campos. Estamos llamados a salir a pastorear. Estamos llamados a cosechar en el inmenso campo del mundo. Pero nos traban los compromisos, la falta de tiempo, la poca fe, el ‘qué dirán’ y tantos otros impedimentos.

Danos, Señor, mayor libertad.
Danos, Señor, mayor conciencia misionera.
Danos, Señor, menos excusas y más compromiso.


En tu clase, eleva a menudo tu espíritu hacia nuestro Señor y ruégale que bendiga tus trabajos: sobre todo, procura inspirar a tus niños una verdadera y tierna piedad: no te consideres como un maestro profano sino como un misio­nero encargado de establecer el reino de Dios en las almas: esa es tu vocación, en efecto: te santificarás tú mismo procurando hacer santos. (Al H. Alfred, 7 de julio de 1844)

Está ardiendo en mi interior
 esta llama de tu Misión,
 que quisiste encender en mí, ¡Oh Dios!
 
Soy tus manos y soy tus pies
 y tu voz también quiero ser,
 donde quieras, Señor, llegar, llévame.
 
Y del cielo bajará
 un abrazo de luz y paz,
 cuando quiera refugiarme en tu amor.
 Y los frutos que vendrán
 durarán por la eternidad,
 mientras vivo una vida en Misión.
 
Si la obra empezaste Tú
 ya no duda mi corazón
 pues será terminada en mí, Jesús.
 Y tu ejército listo está,
 tu armadura nos cubre ya
 y sirviendo tu escudo nos cuidará.


Santa MARÍA GUADALUPE GARCÍA ZAVALA (1878-1963) fue una religiosa mexicana, cofundadora de la Congregación de las Siervas de Santa Margarita María y de los Pobres. Estando prometida en matrimonio, sintió la llamada del Señor a consagrar su vida. Su gran preocupación fueron siempre los enfermos y los pobres. Con sus religiosas se dedicó a cuidar a los enfermos en los hospitales, llegando a mendigar por las calles para poder ayudarlos. En la época de la persecución religiosa, ella y sus hermanas arriesgaron sus vidas ocultando al arzobispo de Guadalajara y varios sacerdotes. Fue canonizada por el papa Francisco en el año 2013.