Hechos 9, 26-31Salmo 21,26b-28.30ab.31-321 Juan 3, 18-24
Jesús dijo a sus discípulos: «Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. El corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más todavía. Ustedes ya están limpios por la palabra que yo les anuncié.Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí.Yo soy la vid, ustedes los sarmientos El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer. Pero el que no permanece en mí, es como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge, se arroja al fuego y arde.Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán. La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así sean mis discípulos.
Hay cuatro actores en esta alegoría: a) El Padre es el labrador; b) Cristo Jesús es la viña; c) los discípulos son las ramas y d) los que no permanecen en Cristo Jesús son ramas inútiles. La imagen de la viña es familiar en el A.T. donde se presenta a menudo a Israel como una viña. Pero aquí existe algo nuevo. El Padre aparece como el labrador y Jesús es la viña, no Israel, y los discípulos son las ramas. Jesús, la viña, parece estar entre el que cuida la viña/el labrador y las ramas como ‘mediador’ de vida. Cuando Jesús se identifica como la viña verdadera, está dejando entrever que hay viñas que no lo son. Algunos pasajes del A.T. dan cuenta de que Israel ha sido una viña que se ha desvirtuado y ha dado frutos amargos, racimos de amarga tinta.La expresión “Yo soy” hace pensar en el encuentro de Moisés con Dios en la zarza ardiente cuando Dios se presentó a Moisés como “YO SOY EL QUE SOY,” diciéndole, “así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me ha enviado a ustedes” (Ex 3,14). Es decir, “YO SOY” es Dios, y estas metáforas de “Yo soy” identifican a Jesús como Dios. Esto concuerda con la declaración inicial de Evangelio de Juan: “En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios” (Jn 1,1).Jesús al decir “mi Padre es el viñador” sugiere que el Padre es superior, pero también sugiere una gran mutualidad. La viña depende del cuidado y el abono que el labrador le proporcione, pero también el viñador depende de la viña y de su producto. Cada uno le da vida al otro y toma vida del otro. Jesús dirá: el Padre y yo somos una sola cosa (Jn 10,30).El Padre/labrador, hace dos tareas para cuidar la viña y la calidad de sus frutos: primero, ‘corta todo sarmiento que no da fruto’ y segundo, ‘a todo aquel que da fruto, lo poda para que dé más todavía’. La viña siempre requiere poda, caso contrario, su fruto se empobrecerá poco a poco. La poda renueva la vitalidad de la viña. Las ramas inútiles roban fuerza a la planta. Dejarlas ahí no cumple ningún propósito y reduce la fuerza vital de la viña. La poda está en función de los frutos, no de la estética de la viña.Permanecer se repite 8 veces en este breve texto. Aquí tenemos una clave de lectura y de vida cristiana. Permanecer en Jesús, estar unidos a la viña es esencial para dar frutos. No hay posibilidad de dar frutos separados de Jesús. Separados de Él hacemos la nada misma. La tentación de la separación de la viña siempre está (mirar para otro lado, poner la confianza en otras realidades, poner el corazón en las cosas, confiar en sí mismo, etc.) y es allí cuando nos vamos secando como sarmientos. Somos nosotros los que cortamos la circulación de la sabia.Estar conectados es la clave y esta red es la más segura del mundo, nos conecta con Él y todos los que están en Él y con los que Él está, en especial los más pequeños, los empobrecidos. Estar/permanecer en Jesús no es fácil, implica coherencia y dejarnos moldear/podar/cuidar por el Padre. Implica no hacer la nuestra, sino andar sus caminos como discípulo y así dar fruto. Esta es la dicha del Padre labrador.Los menesianos somos sarmientos de la viña Jesucristo y somos trabajados por el gran viñador, el Padre. No tenemos que hacer nada, sólo se nos pide permanecer unidos a la viña, es decir, ‘no hacer la nuestra’ sino estar/entrar en la dinámica de circulación de la sabia.Permanecer es la clave para vivir el seguimiento de Jesús, permanecer unidos a él, permanecer en su camino, permanecer cuando la lógica es ‘toco y me voy’, permanecer cuando todo me invita a huir, permanecer cuando ‘queman las papas’, permanecer cuando no veo nada, permanecer siempre y en toda circunstancia. Permanece en él, es la cepa segura.
Jesús y el Padre: Jesús se sabe en el Padre y el Padre en Él. Él no hace nada que no haga el Padre. El Padre y Él son una sola cosa. El amor, la sabia, circula entre el Padre y el Hijo. Cuando nosotros permanecemos unidos al Hijo nos vemos beneficiados de esa vida y podemos contagiar y comunicar vida a otros.
Recuerden la promesa que Jesucristo nos ha hecho: cuando estén dos o tres unidos en mi nombre, yo estaré en medio de ustedes. Están unidos aquí en nombre del Salvador Jesús; él estará en medio de ustedes, estará en este púlpito para instruirlos cuando les hablemos. Está en este tabernáculo santo para escuchar sus gemidos, para escuchar sus oraciones, para abrir sus ojos si se han cegado, para darles el uso de sus miembros si lo han perdido, para resucitarlos si están muertos” (S VII p. 2225)
Yo soy la vid verdaderay mi Padre es el viñadorque arranca de mí aquel sarmientoque fruto a su tiempo no dio.Él poda a los que dan fruto para que den fruto mayor.A ustedes mi palabra hace limpios;sarmientos son que el Padre podó.Yo soy la vidy ustedes los sarmientos.El que permanece en mí y yo en élfruto abundante dará.Fuera de la vid no da fruto el sarmiento;si no permanecen unidos a mínada pueden hacer.Sarmiento que a mí no esté unido,afuera mi Padre lo echaráy seco arderá en el fuegopues no sirve ya para más.Si a mí permanecen unidos,y mi palabra saben guardarse realizará lo que pidan,discípulos que gloria a Dios dan.