1º Corintios 15, 1-8Salmo 18, 2-5
Jesús dijo a Tomás: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto.Felipe le dijo: Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta.Jesús le respondió: Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen?El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Cómo dices: Muéstranos al Padre? ¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que digo no son mías: el Padre que habita en mí es el que hace las obras.Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanlo, al menos, por las obras.Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre.Y yo haré todo lo que ustedes pidan en mi Hombre, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.Si ustedes me piden algo en mi Nombre, yo lo haré.
En el diálogo con Tomás, Jesús tiene ocasión de explicitar: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”. Hemos escuchado esta afirmación muchas veces. Decir esto, implica desvelar la identidad de Jesús, quién es realmente.En un mundo en el que se nos proponen tantos caminos, en el que estamos continuamente ante encrucijadas, Jesús se nos presenta como el Camino; no un camino entre otros, sino el único camino que nos puede conducir a la auténtica meta de la vida: Dios.En un mundo en el que todo parece “relativo”, donde parece que ya no hay verdades absolutas, donde cada uno tiene “su verdad”, Jesús se nos presenta como la Verdad; no una verdad entre otras, sino como lo auténtico, aquello en lo que no hay engaño, de lo que nos podemos fiar.En un mundo donde se nos hacen engañosas propuestas de vida, a través del consumo y el disfrute, Jesús se nos ofrece como la Vida, como aquellos que buscamos y anhelamos en lo más profundo del corazón.Por eso, conocer y seguir a Jesús, es conocer y seguir el Camino que es Verdadero y que conduce a la Vida. (Jacqueline Rivas, Hésed)
MÁXIMAJesús es Camino, Verdad y Vida
Como buenos hermanos, como hijos fieles completamente unidos entre sí, ayudémonos los unos a los otros a caminar con paso firme por el camino por el que nuestro Padre nos ha llamado y que debe conducirnos a Él” (S. sobre la obligación de tender a la perfección)