Oración

La Santísima Virgen está, en este momento, en oración con nosotros y, sin duda, si no ponemos ningún obstáculo a la eficacia de sus oraciones, vamos a obtener por su medio las gracias más excelentes y preciosas. (Apertura del retiro en Saint Meen, 1826)

Santísima Virgen María,
Con estas ardientes palabras,
Nosotros, tus fieles servidores,
Nos consagramos a ti enteramente,
Como a nuestra maestra,
nuestra reina y nuestra madre.
Queremos abandonarnos
a las delicias de tu amor virginal.
Permite que estos pecadores,
Unidos no por la sangre
sino por el deseo de pertenecerte totalmente,
Se consagren al Señor Jesús a través de ti.
Ponemos en tus manos nuestro pobre amor
Y el humilde y gozoso compromiso
De vivir hoy y siempre como esclavos tuyos.
No podemos ofrecerte nada digno de ti, María.
Recibe únicamente nuestros débiles
y miserables corazones.
Queremos que te pertenezcan totalmente.
Tu tierno e indulgente amor
no despreciará esta pequeña ofrenda.
Santa María, Virgen y Madre,
Nos entregamos y consagramos a ti para siempre.
Consíguenos que hoy vivamos
en todo como hijos tuyos.
(Feli y Juan María 19/06/1809)

En lo profundo – Luis Guitarra

En lo profundo
no hay nada que no sea sorprendente.
Y sin embargo
bajamos tan a poco, y pocas veces.

Acomodamos
el pulso a la presión de la rutina.
Nos distanciamos
del fondo y del origen de los días…
… y no bajamos, y no bajamos, y no bajamos.

Nos olvidamos del sentido de la Vida,
del propio barro, del primer atardecer…
Y amontonamos un sinfín de tonterías,
buscando en lo que creer.

En lo profundo
no hay nadie que no sea diferente,
pero a menudo
mostramos sólo aquello que no duele.

Desdibujados
detrás de multitud de vanidades…
Tristes, sin sueños,
ajenos al Amor… superficiales.
…y no bajamos, y no bajamos, y no bajamos.

Nos olvidamos del sentido de la Vida,
del propio barro, del primer atardecer…
Y amontonamos un sinfín de tonterías,
buscando en lo que creer.

En lo profundo
no hay nada que no sea sorprendente…

Antífona 1
Ama y la oración se te hará fácil; ama y todo tu deseo, toda tu alegría será rezar para amar más aún.

Salmo 25
Oración confiada del inocente

El Señor es mi luz y mi salvación, 
¿a quién temeré? 
El Señor es la defensa de mi vida, 
¿quién me hará temblar? 

Cuando me asaltan los malvados 
para devorar mi carne, 
ellos, enemigos y adversarios, 
tropiezan y caen. 

Si un ejército acampa contra mí, 
mi corazón no tiembla; 
si me declaran la guerra, 
me siento tranquilo. 

Una cosa pido al Señor, 
eso buscaré: 
habitar en la casa del Señor 
por los días de mi vida; 
gozar de la dulzura del Señor, 
contemplando su templo. 

El me protegerá en su tienda 
el día del peligro; 
me esconderá 
en lo escondido de su morada, 
me alzará sobre la roca; 

y así levantaré la cabeza 
sobre el enemigo que me cerca; 
en su tienda sacrificaré 
sacrificios de aclamación: 
cantaré y tocaré para el Señor. 

Escúchame, Señor, que te llamo; 
ten piedad, respóndeme. 
Oigo en mi corazón: 
«Busca mi rostro». 
Tu rostro buscaré, Señor, 
no me escondas tu rostro. 

No rechaces con ira a tu siervo, 
que tú eres mi auxilio; 
no me deseches, no me abandones, 
Dios de mi salvación. 

Si mi padre y mi madre me abandonan, 
el Señor me recogerá. 
Señor, enséñame tu camino, 
guíame por la senda llana, 
porque tengo enemigos. 

No me entregues 
a la saña de mi adversario, 
porque se levantan contra mí 
testigos falsos, 
que respiran violencia. 

Espero gozar de la dicha del Señor 
en el país de la vida. 
Espera en el Señor, sé valiente, 
ten ánimo, espera en el Señor.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1
Ama y la oración se te hará fácil; ama y todo tu deseo, toda tu alegría será rezar para amar más aún.


Antífona 2
¿Qué es rezar en nombre de Jesús? No desear nada que sea obstáculo a la gran obra de Jesucristo.

Reza una plegariaPatricia Sosa

Cierro los ojos, y vienen a mí
las miradas de la gente, y no hay respuestas.
Y Dios nos mira desde su jardín…
y el Cielo, triste, cierra sus puertas.

Hay tanto ruido, tantos buscan el poder.
No se escucha en el silencio la esperanza.
Canta conmigo, canta con fe,
tal vez el cielo abra sus puertas otra vez.

Reza una plegaria por los que se fueron,
reza una plegaria por los que vendrán
reza una plegaria por el mundo entero,
que se olvidó de rezar, y se olvidó de soñar
reza una plegaria y este cielo se abrirá.

Ellos no quieren partir, pero ven
la codicia de los hombres en el mundo.
Y en su equipaje se llevan el sol
dejan sus penas, no entienden
como perdimos el rumbo.

Muchas voces, muchos sueños,
muchas ganas, muchas ilusiones
pueden derribar al dueño de tanto castigo.
Con toda el alma canta conmigo,
tal vez el cielo, esta vez, pueda escuchar.

Reza una plegaria por los que se fueron,
reza una plegaria por los que vendrán
reza una plegaria por el mundo entero,
que se olvidó de rezar, y se olvidó de soñar
reza una plegaria y este cielo se abrirá.

Habrá quien se ría de nosotros,
quien se quede en el camino,
quien te quiera ver vencido,
sin poder seguir.
No te rindas aunque estés caído.

Somos tantos los testigos,
de una parte de la historia
que se olvidó de creer.

Reza una plegaria
con tanta esperanza,
hasta que cruce los mares
y desafíe el viento.

Reza una plegaria por el mundo entero,
que se olvidó de rezar, y se olvidó de soñar…
Reza una plegaria y este cielo se abrirá.

Antífona 2
¿Qué es rezar en nombre de Jesús? No desear nada que sea obstáculo a la gran obra de Jesucristo.


Recemos, pues, recemos sin cesar. Pero se me dirá ¿cómo es posible eso? ¡Ay! Es porque no han comprendido lo que es la oración, esa oración inarticulada y completamente interior, escondida, por así decirlo, en el fondo del alma.
¡Sí! A esa persona, nada le turba, nada la distrae, ni el ruido, ni las ocupaciones, ni los trabajos, ni el sueño… Preguntan ¿cómo se puede rezar siempre? Pregunten, entonces, cómo se puede amar siempre, porque la oración no es más que amor, y el amor es la más hermosa y la más perfecta de las oraciones.

Antífona
Muchos se han perdido porque no han estado sobre aviso, olvidando las palabras de nuestro divino Maestro: Vigilen y oren para no caer en tentación.

Bendito seas, Señor.
Nos visitas cada día en la historia de los pueblos.
Bendito seas, Señor.

Bendito seas Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
Suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Bendito seas

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Bendito seas

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Bendito seas

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Bendito seas

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Bendito seas

Gloria al Padre, y al Hijo,
y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Bendito seas, Señor.
Nos visitas cada día en la historia de los pueblos.
Bendito seas, Señor.

Antífona
Muchos se han perdido porque no han estado sobre aviso, olvidando las palabras de nuestro divino Maestro: Vigilen y oren para no caer en tentación.

A cada intención respondemos:

Señor, enséñanos a orar

-. Padre bueno que sepamos tomarnos tiempos para intimar contigo.

-. Hijo amado que ante las decisiones difíciles dediquemos tiempo para escuchar tu voz interior.

-. Espíritu Santo fuente de vida, que te dejemos actuar en nosotros.

-. Santísima Trinidad que habitas en cada uno, susúrranos las palabras y los gestos oportunos.

-. María Santísima, modelo de oración, enséñanos a conservar en el corazón las Palabras de tu Hijo.

Señor, Dios todopoderoso, dígnate derramar tu Espíritu sobre tus servidores que se consagran a tu servicio en esta congregación: haz que ayudados por tu gracia merezcan llegar al reino de los cielos con los niños que les serán confiados, por Jesucristo nuestro Señor. Amén.