Santo Domingo Savio

Hechos 16, 11-15
Salmo 149, 1-6. 9

Jesús dijo a sus discípulos: Cuando venga el Paráclito que yo les enviaré desde el Padre, el Espíritu de la Verdad que proviene del Padre, él dará testimonio de mí.
Y ustedes también dan testimonio, porque están conmigo desde el principio.
Les he dicho esto para que no se escandalicen.
Serán echados de las sinagogas, más aún, llegará la hora en que los mismos que les den muerte pensarán que tributan culto a Dios.
Y los tratarán así porque no han conocido ni al Padre ni a mí.
Les he advertido esto para que cuando llegue esa hora, recuerden que ya lo había dicho.
No les dije estas cosas desde el principio, porque yo estaba con ustedes.

Jesús avisa a sus discípulos que van a soportar la peor violencia que una persona creyente puede sufrir. Se trata de la violencia de la propia religión. Los discípulos de Jesús eran judíos. Y Jesús les dice que los van a expulsar de las sinagogas, es decir, que la religión de ellos y de sus padres los van a excomulgar. Más aún, llegará el día en que quien los mate pensará que así hace culto a Dios.

Sufrir persecución de los poderes civiles, militares o religiosos, de otras religiones distintas de la propia, es siempre difícil de soportar. Pero sentir que es tu propia religión la que te margina, te desprecia, te persigue y te amenaza, eso es muy duro. Porque entonces, al sufrimiento físico y moral, se suma la duda, la inseguridad y el miedo a vivir equivocado. Al desprecio de los demás se suma el autodesprecio. La destrucción que se vive, en esos casos, es total. Hay que vivir esa destrucción en soledad, porque, por lo general, te miran con recelo, sospechas hasta los de tu propia religión. Esto es lo peor de todo.

Pero la violencia religiosa puede llegar más lejos. Dice Jesús que se dará el caso de quien te mate, pensará que da culto a Dios. La perversión más asombrosa: El culto divino convertido en culto asesino. ¿Cómo es posible llegar a esa contradicción? Muy sencillo: desde el momento que pensamos en Dios como el Trascendente, Dios ya no está a nuestro alcance, nadie lo conoce y, por eso, cada cual lo piensa y lo imagina como le conviene. Y le puede convenir que Dios justifique las venganzas, los odios y los asesinatos. Un Dios “des-humanizado” es el mayor peligro para los mortales.

 
MAXIMA
Apostemos por Jesús


Tengan confianza; que este sentimiento domine sobre todos los demás; y después de haberse examinado a ustedes mismos, miren con un gran amor y una gran alegría a este Divino Jesús, que, al asociarlos a su sacerdocio, los revestirá de su justicia, y los hará partícipes de todos sus méritos. Convénzanse que encontrarán en Él todo lo que no tienen; Él suplirá todo lo que les falta. Entréguense pues a Él sin reserva. Intenten pues durante el retiro, unirse a Él íntimamente; es lo esencial, o mejor dicho eso es todo”. (Ser món sobre la importancia del retiro)  

Hoy te doy las gracias
querido Señor,
porque en tu presencia
he encontrado tu amor.
Gracias por la vida,
gracias por el don
de tenerte cerca
conmigo, mi Dios.

Cuando en el camino
aparece el dolor,
falta la esperanza
y hay desilusión,
busco tu mirada,
un rayo de sol,
vuelve a iluminarme
con tu bendición.

Mi Jesús, mi amigo,
mi pastor fiel,
a tu lado quiero permanecer.
Mi Jesús, mi amigo,
mi pastor fiel,
en tu casa me quedaré.

Hoy te doy las gracias
querido Señor,
porque en tu presencia
he encontrado tu amor.
Gracias por la vida,
gracias por el don
de poder cantarte
y honrarte, mi Dios.

Cuando en el camino
aparece el dolor,
falta la esperanza
y hay desilusión,
busco tu mirada,
un rayo de sol,
brota en mí la vida
de tu corazón.


DOMINGO SAVIO (1842-1857) fue un alumno de san Juan Bosco en el oratorio de Valdocco, en Turín. Murió 3 semanas antes de cumplir los 15 años de edad. Es uno de los santos no mártires más jóvenes de la Iglesia católica. Después de escuchar un sermón de Don Bosco decidió que su vocación era ser santo y se avocó a ello. Sentía gran devoción por la Virgen María. El 8 de junio de 1856, Domingo fundó la Compañía de la Inmaculada, cuyo reglamento también escribió. El principal objetivo de la Compañía era el apostolado entre los propios compañeros. Don Bosco aprobó la iniciativa y dos años después, eligió de entre los socios de la Compañía al primer núcleo de sus salesianos. Murió por una pulmonía. Fue canonizado por Pío XII en 1954.