Nuestra Señora de Luján

Hechos 1,12-14; 2, 1-4
Lucas 1, 46-55 (Salmo)

Junto a la cruz de Jesús estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás y María Magdalena.
Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo:
– Mujer, aquí tienes a tu hijo.
Luego dijo al discípulo:
– Aquí tienes a tu madre.
Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.

María está allí a los pies de Jesús, mientras muchos de sus discípulos habían huido. Ella, la que no aparece casi en los Evangelios, más que en algunos momentos especiales, ahora está en el centro de la escena. Y Jesús la pone en el centro de su Iglesia como madre, porque Juan nos representa a todos.

Cuando le dice “ahí tienes a tu madre”, nos lo está diciendo a cada uno de nosotros. Desde ese momento se convertirá en madre de la Iglesia, un pueblo inmenso de toda lengua, raza y nacionalidad, que a través de los siglos la ha venerado como tal, sabiendo de su presencia silenciosa, pero llena de cariño junto a sus hijos.

Ella está en nuestra vida, acompañando los momentos felices, como a Jesús en las bodas de Caná y los momentos de dificultades como éste de la cruz, en que le toca contemplar la muerte de su hijo. María es la mamá, sencilla, cercana, amorosa, que consuela, que calla su dolor, que ama entrañablemente. Si María es nuestra Madre, es posible vivir como hermanos en comunidad, haciendo realidad el perdón, la paz, la ayuda mutua.


MÁXIMA
María, ruega por nosotros


Es necesario que tu corazón llegue a ser semejante al corazón de María, que esté animado por el mismo espíritu de caridad, de humildad, de celo, de dulzura, de pureza de desprendimiento de las cosas sensibles, de modo que las perfecciones de esta divina Madre resplandezcan, en cierto modo, en todas las palabras como en todas las obras de su hija. Eso es lo que Dios pide de ti. Y como no pide nada que no podamos hacer ¿de qué gracias no va a enriquecernos para hacernos capaces de corresponder a miras tan altas? Permanece pues atenta para aprovechar de los socorros tan preciosos que va a concederte, o mejor, que te prodiga, para acercarte cada vez más al modelo que te ha dado, es decir, de María, quien fue llena de gracia y bendita entre todas las mujeres. (A Chenu. R.446)

hechos 17, 15-22
Salmo 148, 1-2. 11-14

Jesús dijo a sus discípulos: Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora.
Cuando venga el Espíritu de la VERDAD, él los introducirá en toda la verdad, porque no hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo. Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes.
Todo lo que es del Padre es mío. Por eso les digo: Recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes.


Para los judíos del tiempo de Jesús el camino, la verdad y la vida eran claros: La ley de Moisés marcaba netamente la senda a seguir y la verdad a creer y con eso tenías la vida asegurada. También estaban los profetas, pero mucho caso nunca le hicieron. A la Torá, sí, a rajatabla. Eso sí, con un montón de normas más, que a lo largo del tiempo le fueron agregando los sabios hebreos.

Jesús sin embargo dice que él es el Camino, la Verdad y la Vida y que para entender esto hay que tener a su Espíritu anidando dentro. Hoy nos dice que el Espíritu nos dará a conocer toda la VERDAD. Nos cuesta el tema de la verdad. Es difícil que una mentirita, una tergiversación de la realidad, un manejo por izquierda de algunas situaciones, no se nos escapen. Lo cierto es que vivimos un mundo donde la mentira está institucionalizada. Las propagandas nos pintan un mundo ideal asociado a ciertos productos. Los políticos nos dibujan futuros esplendorosos, que ya fueron prometidos ayer y serán prometidos mañana y que nunca se concretan. 

¿Será que pensamos lo que dice un periodista?: “Si se analiza la realidad social, se puede concluir que el embuste es necesario para mantener las relaciones, pues decir siempre la verdad a todos, puede ser una gran causa de dolor, la mayoría de las veces gratuito”. (Muiño, Magazine)

Sin embargo, “la verdad los hará libres”, dice Jesús. La mentira destruye, envenena las relaciones, instaura la desconfianza entre los miembros de una comunidad, quita espontaneidad, hace que se esté siempre a la defensiva. La Verdad con mayúscula, Jesús, nos hace libres. Pidamos que venga a nosotros el Espíritu de la Verdad.


MÁXIMA
La verdad nos hace libres


Me apresuro a responder a la carta que el P. Evain me acaba de entregar en tu nombre. No lo hago porque espero que tengas más en cuenta mis nuevas observaciones que las anteriores, sino porque no quiero que puedas considerar mi silencio como una aprobación. Te debo la verdad y te la diré toda, sin vueltas y sin otras consideraciones que las requeridas por la caridad”. (Al H. Ivy Guilloux, que quiere dejar la congregación. 12-08-1839)

Vamos camino a Luján.
Tenemos ganas de verte.
Vamos buscando un lugar
donde rezar y agradecerte.

La noche se avecina
y las luces se encienden.
La basílica en el horizonte aparece.

Somos la sal de esta tierra,
la luz, la esperanza, 
la fuerza, la fe.
Somos el pueblo rendido a tus pies.
Madre, te necesitamos.
Guíanos en el camino
y bendícenos, Madre.
Estamos en tus manos.
Danos fuerza para unirnos,
alegría y paz.

Como viajeros de Cristo 
vamos tenaces, pacientes.
Llevamos nuestro dolor 
y la oración de tanta gente,
amigos, desconocidos, 
con un destino en común. 
Nuestra voz en el camino escucharás

La Virgen de Luján o Nuestra Señora de Luján es patrona de Argentina. El origen de la advocación se remonta a 1628. Antonio Farías Sáa, un hacendado portugués radicado en Sumampa (actual provincia de Santiago del Estero, Argentina), quiso erigir en su estancia una capilla en honor de la Virgen. Solicitó a un compatriota suyo, residente en Brasil, el envío de una imagen de la Inmaculada Concepción de María. Para una mejor elección, su amigo le envió dos imágenes. En el mes de mayo de 1630, las imágenes de la Virgen llegaron al puerto de Buenos Aires procedentes de San Pablo y, acondicionadas en sendos cajones, fueron colocadas en una carreta. Luego de tres días de viaje, la carreta hizo un alto a 10 leguas de la actual ciudad de Luján, en el paraje de Zelaya, para pernoctar en la Estancia de Rosendo de Trigueros. Al día siguiente, ya dispuestos a continuar la marcha, los bueyes no consiguieron mover la carreta. Después de intentos fallidos, bajaron uno de los cajones y los bueyes iniciaron la marcha sin dificultad. Intrigados por el contenido del cajón, encontraron al abrirlo una imagen pequeña (35 cm de altura) de arcilla cocida que representaba la Inmaculada Concepción. Los creyentes interpretaron el hecho como providencial, y entregaron la imagen para su custodia a Rosendo de Trigueros, el dueño de la casa ubicada en la actual localidad de Zelaya, del partido del Pilar, a 50 km del actual emplazamiento del santuario. A partir de ahí su devoción fue creciendo hasta llegar a ser declarada patrona de la patria.