Hechos 1, 15-17. 20-26Salmo 112, 1-8
Jesús dijo a sus discípulos:Como el Padre me amó, así los he amado yo. Permanezcan en mi AMOR. Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto.Este es mi mandamiento: Ámense los unos a los otros, como yo los he amado.No hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando.Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre.No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero.Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá.Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros.
El apóstol comparte la misma misión con Jesús, que es elegido y es enviado. Jesús y sus discípulos comparten el mismo amor que Dios Padre les ha entregado. Este amor, ha sido compartido para todos nosotros, y estamos invitados a llevarlo a la práctica en nuestro día a día. Muchas veces cuesta amar a nuestro prójimo. Hoy, Jesús nos invita a permanecer en el amor, el amor de Jesús a ellos y el amor del Padre a Jesús.Permanecer en el amor, significa vivir en la comunión perfecta con los hermanos en la fe y con Dios, término último de nuestro amor. El mensaje es claro: «ama a los hermanos como Dios nos ha amado» ¿lo llevamos a práctica en nuestra vida cotidiana? Somos conscientes que vivimos en una sociedad donde la expresión del amor se ha ido apagando; es tarea nuestra, hacer vida este mandamiento en nuestra familia, en la Iglesia y la sociedad. ¿Te animas a esta tarea?El verdadero discípulo de Jesús, precisamente porque se siente amado y comparte con Jesús el amor de Dios Padre, sabe que tiene que observar el mandamiento del amor. También nosotros, como discípulos nos sentimos llamados a amar: «Ámense los unos a los otros como yo los he amado» (Jn 15, 12).El verdadero discípulo de Jesús, que ha adquirido la plena conciencia de ser su amigo, se siente llamado a vivir este amor hasta el final, hasta la entrega de sí mismo. Entonces podremos alcanzar el ideal propuesto por Jesús: «Ya no los llamo siervos… a ustedes los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que he oído de mi Padre» (Jn 15, 15).Señor Jesús, quiero ser tu amigo. Sé que necesitas colaboradores libres y alegres, y yo quiero ser uno de ellos.
La alegría que se experimenta haciendo el bien son los caramelos del buen Dios. Creo que se pueden comer con confianza, gustarlos, saborearlos, con tal de no olvidar la mano que los da. ¡Qué bondadoso es Aquél que los da! (Memorial 6)
Algunos son felices con lo poco que tienen,y otros no se conforman ni con medio país.Hay quienes dejan todo sólo por un sueño,y hay otros que no sueñan, y nada dejarán.Algunos viven como si la vida fuera una cacería,y otros que la disfrutan como un regalo de Dios para amar, para amar, para amar…Hay quienes son felices repartiendo sonrisas,y hay otros que no saben ni reír ni repartir.Algunos se quejan de cuánto acontece,mientras otros agradecen tan sólo por vivir.Hay quienes viven siempre calculandocómo no tener problemas,y otros transforman sus penas,en una oportunidad para amar,para amar, para amar…Los unos y los otros parecen tan distintos,pero aunque no son lo mismo,tienen mucho en común.En cada pecho vive la presencia infinita,de Aquél que nos habita,y aunque nos cueste entender,hay quienes viven siempre escapando,del Amor que nos ama,y otros cada mañana,eligen vivir para amar,para amar, para amar…