San Pascual Bailón – Beata Antonia Messina

Hechos 25, 13-21
Salmo 102, 1-2. 11-12. 19-20

Después de aparecerse junto al lago, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos? 
Él le respondió: Sí, Señor, tú sabes que te quiero. 
Jesús le dijo: Apacienta mis corderos. 
Le volvió a decir por segunda vez: Simón, hijo de Juan, ¿me amas?
Él le respondió: Sí, Señor, sabes que te quiero.  Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas. 
Le preguntó por tercera vez: Simón, hijo de Juan, ¿me quieres? 
Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguntara si lo quería, y le dijo: Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero. 
Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas.
Te aseguro que cuando eras joven tú mismo te vestías e ibas a donde querías. 
Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará a donde no quieras.
De esta manera, indicaba con qué muerte Pedro debía glorificar a Dios. 
Y después de hablar así, le dijo: Sígueme
.

El mismo Jesús es el que me pregunta personalmente a mí: ¿Me amas? Yo creo que soy sincero cuando le digo que sí, como lo era San Pedro. Y esto me produce alegría. Pero me entristece el que me lo pregunte “por tercera vez”, porque me hace recordar que “por tres veces y más de tres” yo no le he sido fiel. Y no es que yo crea que Dios quiere que recuerde mi pasado para humillarme y caminar por la vida con complejo de culpabilidad. ¡Lejos de mí pensar tal cosa de Jesús! Pero lamento – como Pedro- el haber disgustado a un Dios tan bueno y cariñoso para conmigo.

Lo que Jesús exige al primer Papa no es que sea doctor en teología en las escuelas bíblicas de Jerusalén, ni que aprenda lenguas o ciencias profanas. Lo que le exige es una triple confesión de amor y humildad que borre su altanería y su soberbia del pasado. “Aunque todos te nieguen, yo no”. Sólo después de esta triple profesión de amor humilde, Pedro está preparado para su misión de pastorear sus ovejas. Entonces ya estará capacitado para dar a sus ovejas “hierba tierna” que las lleve a comprender la ternura de Dios; “agua fresca”, para que la Palabra de Dios nunca se haga vieja, sino que mantenga siempre su “novedad”; y, sobre todo, “compañía del Pastor” que evite la zozobra y el azoramiento cuando “llega la noche” y las ovejas tengan que atravesar las “cañadas oscuras”.

Señor, en el salmo 23, hay un momento en que la tercera persona del singular pasa a segunda “Tú vas conmigo”. Es el momento de cerrar el libro y guardar silencio. La doctrina pasa de la cabeza al corazón y se convierte en experiencia vivida, sentida, saboreada. Gracias, Dios mío, por este regalo de amor.


Si construimos sobre la roca que es Jesús, recuerden que nadie es más fuerte que Él. Dice S. Juan Damasceno, que es una roca que las olas no pueden destruir. Es como una montaña que nadie puede mover. Todo cambia, todo cae alrededor de ella; las ciudades, los imperios mueren. Aquí abajo, nada es estable. Sólo apoyados sobre la roca que es Cristo nos mantenemos con una fuerza invencible, en medio de la agitación de las cosas humanas. Nada ni nadie nos hará caer (Sermón de Juan María a los niños, en la fiesta de S. Pedro.)

No hay nada,
que pueda separarte de mi amor.
No hay nada,
que pueda separarte de mi amor.
No hay nada, no hay nada,
que pueda separarte de mi amor.

Tu eres obra de mis manos.
Con amor yo te he creado.
De gran precio a mis ojos
para mi tu eres valioso.
Yo te amo y soy tu Dios.

Porque yo te he redimido,
con mi sangre te he comprado.
Y hoy te llamo por tu nombre
porque tú me perteneces.
Yo soy tu salvador.

Y en el cielo yo te espero.
Un lugar te he preparado.
Y cuando sea ya cumplido
el tiempo en esta tierra,
yo te recibiré.


ANTONIA MESINA (1919-1935) es la María Goretti de Cerdeña. Activa participante en la Acción católica, teniendo sólo 16 años, fue atacada por un hombre que quería violarla. Ante la negativa, fue asesinada a golpes de piedra. Su proceso de beatificación fue autorizado por el papa Juan Pablo II.