Santiago 5, 9-12Salmo 102, 1-4. 8-12
Después que partió de allí, Jesús fue a la región de Judea y al otro lado del Jordán. Se reunió nuevamente la multitud alrededor de él y, como de costumbre, les estuvo enseñando una vez más.Se acercaron algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le plantearon esta cuestión: «¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer?Él les respondió: ¿Qué es lo que Moisés les ha ordenado?Ellos dijeron: Moisés permitió redactar una declaración de divorcio y separarse de ella.Entonces Jesús les respondió: Si Moisés les dio esta prescripción fue debido a la dureza del corazón de ustedes. Pero desde el principio de la creación, Dios los hizo varón y mujer. Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre y los dos no serán sino una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido.Cuando regresaron a la casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre esto.Él les dijo: El que se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra aquella; y si una mujer se divorcia de su marido y se casa con otro, también comete adulterio.
Dame la fuerza del Espíritu para penetrar en tus sabias palabras, ya que éstas y no las palabras humanas van a ser las que orienten nuestra vida.Los fariseos intentan poner en aprieto a Jesús con temas polémicos de la época, impuestos, cumplimiento del sábado, divorcio… Jesús con habilidad intenta dar respuesta, dejando claro lo que para él es nuclear, el respeto y la centralidad de la dignidad de cada persona.En lo relativo al matrimonio y la familia, hay que ser conscientes de los grandes cambios que se han dado, impensable años atrás. Intentar responder a estas nuevas situaciones desde relatos escritos hace más de dos mil años, carece de sentido, pues fueron escritos para responder a abusos y situaciones totalmente diferentes.La clave no es otra que el crecimiento en consciencia de los que somos como seguidores de Jesús, desde donde pueden brotar actitudes y comportamientos oportunos, que sepan conjugar las diferencias y relativizar las formas, haciendo realidad esa fraternidad en lo diverso.Señor, yo quiero darte gracias por lo maravilloso que eres, por los sueños tan bonitos que has tenido sobre cada uno de nosotros. Nos has hecho libres para elegir vivir la vocación en ambos casos siempre has pensado en una vida cristiana, sea una vida de pareja o célibe, de amor. No quieres matrimonios ni curas o monjas sin amor, sin ilusión. Tú eres Amor. Si nos salimos de ti estamos perdidos.
MÁXIMATrata a los demás como te gusta que te traten a ti
No deben desalentarte los acontecimientos por molestos que sean: hagamos las cosas lo mejor posible, y luego permanezcamos en paz en las manos de Dios.
Mira que te mira.El cielo se ha acurrucadoentre dos caritas.Los ángeles se apretujancon alegríay lloran cuando la madrecanta con él: Lerè, lerè. Sólo Dios es.Cuántas madrugadasvoy a colarme entre dos miradas,cuánta vida divina veré crecer.Mírame María, mírame de niña,de madre a hija.Alza la riqueza de mi pobrezallena de vida.Tu mirada nos lleva al cielo,Madre querida.Mira que te mira,palpando de cada rosatambién la espina,besando cada calvariocon sus pupilas,llenándolo de ternuracomo en Belén.Lerè, lerè. Sólo Dios es.Mira que te mira, mirada divina.Trinidad brillando entre dos caritas.Mira que te mira, mirada divina.