Lazos

Hijos míos, estrechen cada vez más los lazos que les unen, vivan en el seno de la Congregación de manera que se hagan dignos de no ser nunca excluidos, edifíquenla con sus virtudes, la edificarán todavía más con su muerte, sus oraciones les seguirán a la eternidad, y cuando sean juzgados dignos de entrar en su reino, desde allí ustedes continuarán, a su turno, en protegerla.  (Al H. Anselmo)

Señor Jesús, al comenzar el día,
te ofrecemos nuestra vida entera.
Que el amor fraterno reine entre todos
los que formamos la comunidad.
Que cada uno se siente feliz
con la alegría de los demás
y sufra con sus penas.
Que todos nos prestemos ayuda mutua
para ir a Dios y realizar su obra cada día.
Que no existan jamás entre nosotros
ni contiendas ni rivalidades,
ni secretas envidias, ni palabras duras.
Aparta de nosotros, Señor, todo lo que hiere,
todo lo que divide, todo lo que altera la caridad.
Haz, Señor, que hoy y siempre
intentemos ayudarnos unos a otros a ser santos.
Que todos vivamos hoy con dulzura,
paciencia, humildad y fidelidad a tu Palabra. Amén

Cuantos más hilos se trenzan
más hermoso es el diseño
reflejando los colores
que pintan el universo.
La belleza de la trama
le viene de lo complejo.

Requiere mucha paciencia
hacer un tejido nuevo.
Hay que ponerle coraje,
bordar gozo y sufrimiento
con la fuerza de tus manos,
los latidos de tu pecho.

Hay que inaugurar talleres
donde viva lo diverso,
refugios de la esperanza,
lugares de nacimiento,
donde nadie quede afuera
de la fiesta y el encuentro.

Remendemos los desgarros
que nos va dejando el tiempo.
Es hora de ir anudando
y juntarse en el intento
desatando aquellos nudos
que nos fueron sometiendo.

No hay tarea más urgente
que tejer junto a mi pueblo,
las redes de la justicia
que nos vayan sosteniendo,
hilvanando la utopía
con los hilos de sus sueños.

Hay que inaugurar talleres
donde viva lo diverso,
refugios de la esperanza,
lugares de nacimiento,
donde nadie quede afuera
de la fiesta y el encuentro.

Antífona 1
Vivan en paz con todos sus hermanos. Que la divina caridad les una a todos con sus dulces lazos.

Salmo 54
Oración ante la traición de un amigo

Dios mío, escucha mi oración, 
no te cierres a mi súplica; 
hazme caso y respóndeme, 
me agitan mis ansiedades. 

Me turba la voz del enemigo, 
los gritos del malvado: 
descargan sobre mí calamidades 
y me atacan con furia. 

Se me retuercen dentro las entrañas, 
me sobrecoge un pavor mortal, 
me asalta el temor y el terror, 
me cubre el espanto, 

y pienso: «¡Quién me diera alas de paloma 
para volar y posarme! 
Emigraría lejos, 
habitaría en el desierto, 

me pondría en seguida a salvo de la tormenta, 
del huracán que devora, Señor; 
del torrente de sus lenguas». 

Violencia y discordia veo en la ciudad: 
día y noche hacen la ronda 
sobre sus murallas; 

en su recinto, crimen e injusticia; 
dentro de ella, calamidades; 
no se apartan de su plaza 
la crueldad y el engaño. 

Si mi enemigo me injuriase, 
lo aguantaría; 
si mi adversario se alzase contra mí, 
me escondería de él; 

pero eres tú, mi compañero, 
mi amigo y confidente, 
a quien me unía una dulce intimidad: 
Juntos íbamos entre el bullicio 
por la casa de Dios. 

Pero yo invoco a Dios, 
y el Señor me salva: 
por la tarde, en la mañana, al mediodía, 
me quejo gimiendo. 

Dios escucha mi voz: 
su paz rescata mi alma 
de la guerra que me hacen, 
porque son muchos contra mí. 

Dios me escucha, los humilla 
el que reina desde siempre, 
porque no quieren enmendarse 
ni temen a Dios. 

Levantan la mano contra su aliado, 
violando los pactos; 
su boca es más blanda que la manteca, 
pero desean la guerra; 
sus palabras son más suaves que el aceite, 
pero son puñales. 

Encomienda a Dios tus afanes, 
que Él te sustentará; 
no permitirá jamás que el justo caiga. 

Tú, Dios mío, los harás bajar a ellos 
a la fosa profunda. 
Los traidores y sanguinarios 
no cumplirán ni la mitad de sus años. 
Pero yo confío en ti.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1
Vivan en paz con todos sus hermanos. Que la divina caridad les una a todos con sus dulces lazos.


Antífona 2
La caridad nos une a Él por los lazos del amor, nos hace ponerle por encima de todo lo demás, y preferirle a todo.

Hermanos

Junta tus manos, forma una red,
sigue a Jesús de Nazaret.
Son tantas redes, son tantas manos,
somos familia, somos… Hermanos.

Hermanos que saben compartir,
 su tiempo y su pan
que no guardan para sí
sus ganas de ayudar.

Hermanos que caminan
a tu lado día a día,
que viven con intensidad,
[que contagian alegría]. Bis

Hermanos que sueñan con lograr
que el mundo sea mejor
que regalan sus esfuerzos,
que ponen el corazón

Hermanos que responden
a la ofensa con la paz
q son fuertes en la entrega
y [en la solidaridad] Bis

Rapeado
Aprendemos a querernos,
y a cuidarnos como hermanos
Juan María es el ejemplo,
el sentir es menesiano.
El amor es el motor,
la razón y el motivo
Dios es bueno, todo es nuevo,
déjame cantar… [contigo hoy] Bis

Antífona 2
La caridad nos une a Él por los lazos del amor, nos hace ponerle por encima de todo lo demás, y preferirle a todo.


Y nosotros, queridos hijos, hagamos la misma promesa y el mismo juramento, de ahora en adelante no tengamos otro maestro que el maestro eterno, del que hemos desconocido, durante mucho tiempo, los derechos y al que hemos servido con negligencia.
Somos de Él puesto que Él nos ha creado para Él, porque todo lo tenemos de Él, porque fuera de Él no encontraremos nunca ni la verdadera alegría, ni la dicha ni el descanso.
Sí, hijos míos, desde jóvenes, únanse por los lazos de un indisoluble amor a este gran Dios, que no está sometido al cambio, mientras que todo el resto no es más que mentira y vanidad…
Estemos atentos a todo lo que podría pararnos o extraviarnos en el camino que hacemos a través de la vida para llegar al cielo, nuestra verdadera patria.
Caminemos hacia ella sin extraviarnos y a grandes pasos hasta el final. En una palabra, si queremos cumplir los designios que Dios ha tenido al crearnos seamos completamente de Él en el tiempo y Él será todo para nosotros en la eternidad (Sobre el fin de la persona).

Antífona
Ámense los unos a los otros como hermanos, miembros de una misma familia. Que los dulces lazos de la caridad acerquen sus corazones y que no sean más que un solo corazón en Jesucristo.

Bendito sea el Señor, el Dios de Israel,
porque ha visitado a su pueblo
con su salvación.

Dios ha suscitado una fuerza de salvación
en la casa de su siervo David,
según lo había dicho en tiempos antiguos
por medio de los profetas,
profetas que hablaban por él.

De los enemigos nuestro Dios nos rescatará
y de aquellos que nos odian también.
Recordará su alianza y sus juramentos
será fiel a sus promesas,
promesas que le hizo a Abraham.

Dios va a concedernos que, libres y sin temor,
y arrancados de los que hacen mal,
unidos en su Reino le estemos sirviendo,
con santidad y justicia,
por siglos y siglos sin fin.

A ti niño te llamarán profeta del Señor,
porque prepararás sus caminos,
pregonando la paz y el perdón.

En su misericordia nuestro Dios nos visitará
como sol que nos ilumina,
guiándonos por senderos de paz.

Gloria al Padre Eterno, gloria al Dios Hijo Jesús,
gloria al Espíritu Santo, por los siglos y siglos sin fin.

Antífona
Ámense los unos a los otros como hermanos, miembros de una misma familia. Que los dulces lazos de la caridad acerquen sus corazones y que no sean más que un solo corazón en Jesucristo.

A cada intención respondemos:

Que la caridad reine entre todos los que formamos comunidad

-. Que siempre consideremos a los demás como más dignos.

-. Que miremos a los demás como discípulos-misioneros de Jesús.

-. Que cultivemos actitudes de perdón, comprensión y acogida mutua.

-. Que la razón de nuestra unión esté en el Señor de la comunidad.

-. Que siempre estemos dispuesto a tejer lazos que nos dignifiquen.

-. Que estemos atentos a cortar aquellos lazos que ahogan y generan dependencias.

-. Que las relaciones de amistad sean cuidadas y cultivadas por nosotros, como Jesús lo hizo.

Animo, no teman nada, Dios estará con ustedes. Estrechen cada vez más los lazos que los unen a Él, ámenlo cada vez y cada día más. Él les colmará de favores nuevos, de nuevas gracias, de nuevos beneficios, y cada día, su yugo les parecerá más dulce y su carga más ligera. Pero, sobre todo, será al final de la carrera cuando la alegría será mayor en el Señor. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén.