Santa María Magdalena de Pazzi

Santiago 5, 13-20
Salmo 140, 1-3. 8

En aquel tiempo le trajeron a Jesús unos niños para que los tocara, pero los discípulos los reprendieron.
Al ver esto, Jesús se enojó y les dijo: Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos. Les aseguro que el que no recibe el Reino de Dios como un niño, no entrará en él.
Después los abrazó y los bendijo, imponiéndoles las manos.

Comprender y compartir el Proyecto de Jesús (entrar en el reino) requiere nacer de nuevo. No es algo biológico, sino existencial. Una actitud que nace de aceptar una manera distinta de entender las relaciones y el mundo, la que nos propone Jesús.
Fruto de esa aceptación, se da el cambio de una vida centrada en uno mismo, donde uno es amo y señor de su vida y se convierte en medida de todas las cosas, a una vida descentrada de uno mismo, donde es capaz de salir y colocar en el centro de su existencia, a los pequeños, a los humildes, a los que sufren, a los ninguneados, a los descartados… Ahí está Dios.
Es entonces, cuando aceptamos esto, cuando empezamos a entendernos y a entender el mundo y nuestras relaciones de otra manera. Es entonces, cuando la gratuidad y la compasión abren nuestra existencia a una plenitud impensable hasta ahora: andar por la vida haciendo el bien, haciendo la vida más humana y digna a nuestros semejantes.


... A la vista de esta multitud de niños que nos llaman en su socorro, que nos piden y conjuran que tengamos piedad de su suerte, de arrancarles de la muerte eterna, de la que están amenazados, ningún interés humano nos retendrá; nos lanzaremos hacia ellos, los tomaremos en nuestros brazos y les diremos: queridos niños, a los que Jesús, nuestro Salvador, ha amado tanto, a los que se ha dignado bendecir y abrazar, venid a nosotros, permaneced con nosotros, seremos los ángeles de la guarda de vuestra inocencia.

Somos niños,
queremos ver al maestro.
Somos niños,
queremos ver a Jesús.

El maestro está ocupado,
hoy no los puede atender.
Yo los veo tan entusiasmados,
pero nada puedo hacer.
Y más tarde, mis pequeños,
Cristo debe descansar.
Ya es de noche y tiene mucho sueño.
Por favor, no molestar.
Por favor no pidan más.
Ya es muy tarde.

Pueden ver allá adelante,
con enfermos él está.
Él atiende cosas importantes
y ustedes quieren jugar.
Y más tarde mis pequeños
Cristo debe descansar.
Ya es de noche y tiene mucho sueño,
por favor, no molestar.
Por favor, no pidan más.
Ya es muy tarde.

Y así les dijo el maestro:
Dejen que los niños vengan a mí
y que ninguno de ustedes se lo impida.
Y que sea la última vez
que en asuntos como estos
no sea yo quien decida.
¡Ok! No los subestimen, delen el break
Y de ahora en adelante esto vale como ley.
Y si acaso no se dan cuenta,
que en el Reino de los cielos
cosa pura es lo que entra.
Y si no son ellos ¿quiénes serán?
¿Los terribles moralistas? ¡No!
Y seguro que si me conocieran
cuenta se dieran
que ninguno de ellos está en mi lista.
Los que escriben con la mano
borran con el codo,
de seguro no me los bancos de ningún modo.
Si quieren bailar y jugar, no los detengan.
Dejen que los niños
hacia mí vengan.