San Agustín de Cantorbery

1ª Pedro 1, 3-9
Salmo 110, 1-2. 5-6. 10

Cuando se puso en camino, un hombre corrió hacia él y, arrodillándose, le preguntó:
Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la Vida eterna?
Jesús le dijo:
¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno. Tú conoces los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no perjudicarás a nadie, honra a tu padre y a tu madre.
El hombre le respondió:
Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud.
Jesús lo miró con amor y le dijo:
Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme.
Él, al oír estas palabras, se entristeció y se fue apenado, porque poseía muchos bienes.
Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos:
¡Qué difícil será para los ricos entrar en el Reino de Dios!
Los discípulos se sorprendieron por estas palabras, pero Jesús continuó diciendo:
Hijos míos, ¡Qué difícil es entrar en el Reino de Dios! Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de Dios.
Los discípulos se asombraron aún más y se preguntaban unos a otros:
Entonces, ¿quién podrá salvarse?
Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo:
Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para él todo es posible.

En buena medida se puede decir que este relato, que se repite en los otros evangelios sinópticos es central para entender todo el Evangelio y su mensaje. La razón de esta importancia del tema del “seguimiento” está en que aquí está la clave de la Cristología. La clave para conocer y comprender a Jesús está el “seguimiento”.

¿Por qué es esto así? Y, sobre todo, ¿qué significa esto para nosotros, los creyentes en Jesús y en su evangelio? Jesús no fue, ni es, una doctrina, una teoría, una serie de conceptos especulativos. Jesús es un “ser humano”. Y un ser “trascendente”. Ambas realidades unidas en un mismo ser personal. Un ser humano, que vivió en este mundo. Ahora bien, a un ser humano sólo se le puede conocer compartiendo la vida con él. Aprendiendo así su forma de vida, sus costumbres, sus preferencias. Es decir, integrando la vida de Jesús en nuestra propia vida.

Por esto, como se ha dicho muy bien, “el saber cristológico no se constituye ni se transmite primariamente en el concepto, sino en los relatos de “seguimiento”; y por eso también él, al igual que el discurso teológico de los cristianos en general, tienen un carácter narrativo práctico” (J.B. Metz)

El cristianismo no se difunde sólo ni principalmente predicando, sino mediante la propia vida, la propia forma de vivir. Y en la media que esa forma de vida reproduce el Evangelio y la vida que llevó Jesús.


MÁXIMA
La solidaridad nos abre a una vida más plena.


Tomemos, pues, esta resolución sincera, eficaz, inquebrantable de entregarnos siempre al servicio del único maestro, que es eterno y que no está sujeto a ningún cambio. Al servicio de este gran Dios que es el principio, la fuente y la plenitud de todo bien. No estamos en la tierra más que para conocerlo, amarlo y servirlo como Él merece ser amado, con todo nuestro corazón, con todas nuestras fuerzas, para poder adquirir así la vida eterna. Amémoslo, seamos totalmente para Él en el tiempo y Él será todo para nosotros en la eternidad. (Reflexión sobre el fin del hombre)

Ha llegado el tiempo de cambiar,
no lo pienses más tienes que elegir,
cualquier momento es bueno 
para volver a empezar.

Ya no tengas miedo, no mires atrás.
Nunca es tarde si vas a arriesgar,
cada día es perfecto para comenzar de nuevo.

Piensa que no estás solo,
así que atrévete, lánzate a la vida…
¡Decídete!

Decídete, lánzate a volar.
Decídete, lánzate a soñar.
Decídete, lánzate a vivir,
a buscar, a salir, a luchar…
Decídete, atrévete a querer
a darte a los demás
no te rindas jamás.
Decídete, pruébate a probar

Es la hora de comenzar a vivir
y qué mejor que hacerlo junto a ti.
Es tiempo de emprender y de compartir,
mejor si voy contigo.
Coge tú las riendas, ponte a caminar,
a romper barreras, sembrar ilusión…
Ha llegado el tiempo
de apostar por un mundo nuevo.

Piensa que no estás solo,
así que atrévete, lánzate a la vida…
¡Decídete!