Carlos Lwanga y compañeros mártires

2ª Pedro 1, 2-7
Salmo 90, 1-2. 14-16

Jesús se puso a hablarles en parábolas:
Un hombre plantó una viña, la cercó, cavó un lugar y construyó una torre de vigilancia. Después la arrendó a unos viñadores y se fue al extranjero.
A su debido tiempo, envió a un servidor para percibir de los viñadores la parte de los frutos que le correspondía.
Pero ellos lo tomaron, lo golpearon y lo echaron con las manos vacías.
De nuevo les envió a otro servidor, y a este también lo maltrataron y lo llenaron de ultrajes.
Envió a un tercero, y a este lo mataron. Y también golpearon o mataron a muchos otros.
Todavía le quedaba alguien, su hijo, a quien quería mucho, y lo mandó en último término, pensando: «Respetarán a mi hijo».
Pero los viñadores se dijeron: «Este es el heredero: vamos a matarlo y la herencia será nuestra».
Y apoderándose de él, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña.
¿Qué hará el dueño de la viña? Vendrá, acabará con los viñadores y entregará la viña a otros.
¿No han leído este pasaje de la Escritura: «La piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular, esta es la obra del Señor, admirable a nuestros ojos»?
Entonces buscaban la manera de detener a Jesús, porque comprendían que esta parábola la había dicho por ellos, pero tenían miedo
de la multitud. Y dejándolo, se fueron.

Esta parábola se puede- y se suele- interpretar como la denuncia más fuerte que hizo Jesús contra los dirigentes de Israel, que serían los que se llegaron considerar “dueños” del “Pueblo elegido”. Por su puesto, leyendo el texto, tal como ha llegado a nosotros, esta interpretación es la más obvia y la que arce más lógica e inevitable. Pero, si entendemos así a la parábola, la consecuencia que de ella se sigue, es el “antisemitismo” más radical e intolerante que se puede imaginar. En ningún caso queremos convertir el Evangelio en una fuerza de odio y de venganza. Jesús no pudo enseñar esto.

La enseñanza indiscutible de esta parábola está en que, cuando los dirigentes se ven así mismo como “dueños y señores” del pueblo, terminan convirtiéndose en tiranos, que maltratan y destrozan la vida, lo humano, a cualquier ser humano. Jesús tuvo el valor y la libertad de decirles en su cara, a quienes él sabía que lo iban a matar, lo que aquellos hombres eran. No eran “hombres de Dios”. Eran “criminales de lo humano”. Hay que pedir al Padre de la Misericordia que nos libere de semejante amenaza y los daños que de ella se siguen.

Ser “hombres de Dios”, nos implica ponernos al lado de todas las víctimas inocentes, cuyas vidas están permanentemente amenazadas y eliminadas. ¿Qué hará el dueño de la viña? Hacer todo lo que esté en su mano y en las nuestras, para reconstruir lo humano, devolver la paz, y luchar por una vida digna para todos los pueblos, especialmente Palestina y Ucrania.


MÁXIMA
La autoridad está para servir

Y tanta soledad,
injusta soledad.
Es como un karma
que yo pago sin saber
por qué será.

Y toda esa maldad,
injusta realidad,
me quiere derrotar,
aunque por siempre yo
voy a luchar.

Yo he venido por lo mío,
por lo que siempre he querido.
Me trataron de atacar,
pero así yo siempre he seguido.

Y me miran por las calles
como si algo me pasara,
como si toda esa gente
ya no me debiera nada.

Pero el tiempo ha de pasar,
Tarde o temprano llegará.
Me quitaron la inocencia
y destruyeron mucho más.

Acabaron con mi vida
sin siquiera parpadear.
Nos dejaron a la suerte
y no dejaron por cobrar.

Y tanta soledad,
injusta soledad.
Es como un karma
que yo pago sin saber
por qué será.

Y toda esa maldad,
injusta realidad,
me quiere derrotar
aunque por siempre yo
voy a luchar.