Éxodo 24, 3-8Salmo 115, 12-13.15-18
El primer día de la fiesta de los panes Ácimos, cuando se inmolaba la víctima pascual, los discípulos dijeron a Jesús: — ¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la comida pascual? Él envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: — Vayan a la ciudad; allí se encontrarán con un hombre que lleva un cántaro de agua. Síganlo, y díganle al dueño de la casa donde entre: El Maestro dice: ‘¿Dónde está mi sala, en la que voy a comer el cordero pascual con mis discípulos?’ Él les mostrará en el piso alto una pieza grande, arreglada con almohadones y ya dispuesta; prepárennos allí lo necesario. Los discípulos partieron y, al llegar a la ciudad, encontraron todo como Jesús les había dicho y prepararon la Pascua. Mientras comían, Jesús tomo el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: — Tomen, esto es mi Cuerpo. Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, y todos bebieron de ella. Y les dijo: — Esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos. Les aseguro que no beberá más del fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el Reino de Dios. Después del canto de los Salmos, salieron hacia el monte de los Olivos.
Celebrar Corpus Christi es hacer memoria agradecida de la entrega libre y gratuita de Jesucristo, es la manera de recordarnos que estamos llamados a realizar lo mismo, es hacernos pan partido y bebida de salvación para otros, es reconocer que no hay Eucaristía verdadera sin acogida a los ‘peregrinos’ de este mundo, es tratar al otro como otro Cristo, es un acto de fe en su presencia real en la hostia consagrada. Para ello la Iglesia nos propone el texto de la última Cena, el último encuentro de Jesús con sus discípulos antes de su Pascua. Encuentro tenso y lleno de contradicciones.Por su modo de describir la Eucaristía, Marcos acentúa todavía más el contraste entre el gesto de Jesús y la conducta de los discípulos. Antes del gesto de amor habla de la traición de Judas y, después del gesto de Jesús, habla del anuncio de la negación de Pedro y de la huida de los discípulos. De este modo pone el acento en el amor incondicional de Jesús, que supera la traición, la negación y la fuga de los amigos. ¡Es la revelación del amor gratuito del Padre que se entrega!Aquella ‘sala grande en el piso superior’ donde se llevó a cabo la última Cena quedó en la memoria de los primeros cristianos como el lugar de la primera Eucaristía. Es allí donde se reúnen después de la Ascensión del Señor y allí estaban reunidos cuando descendió el Espíritu el día de Pentecostés. Pudo ser la sala donde se reunían para rezar durante la persecución y donde Pedro los encontró después de su liberación. La memoria es concreta, ligada a los tiempos y lugares de la vida.Jesús en la última Cena hizo gesto lo que vivió a lo largo de su vida. Durante su vida fue pan partido y repartido que intentó saciar las diversas hambres; se dejó comer los mejores tiempos y la plenitud de su vida, arriesgó todo en favor de los sufrientes, de los oprimidos por el sistema, de los marginados, de los excluidos, etc. Al final de su vida, en la última cena, se hizo lo que fue: pan. Y no sólo pan, sino también vino, porque siempre se ha dado con alegría y en abundancia. No anduvo regateando nada. No anduvo con chiquitas. Se dio y se dio por entero: cuerpo y sangre.Para un menesiano la vida es una continua eucaristía pues se parte y reparte como pan para los más pequeños y con gusto derramaría hasta la última gota de su sangre por ellos. Un menesiano hace del aula la ‘sala grande en el piso superior’ donde se ofrece como culto agradable al Padre por la salvación de los más pequeños, salvación que consiste en abrirles las puertas a una vida mejor, que consiste en hacer experiencia del Reino aquí y ahora.
Los discípulos y Jesús:La comunidad fue, es y será el lugar donde estrechar lazos esenciales que ni la misma muerte podrá romper. Los discípulos fueron aprendiendo a vivir en comunidad y las observaciones del Maestro les ayudaron a asumir el estilo de relaciones que pretendía que vivieran entre ellos. Nada del estilo de los poderosos. Todo de los servidores y últimos, porque todos son hermanos y la dinámica de la fraternidad se hace sirviendo.
Expresándose así, queridos hijos, Jesucristo ha tomado el compromiso solemne de darnos su cuerpo adorable y su sangre preciosa, ha declarado que solo aquellos que se alimenten del autor de la vida tendrán vida en ellos y fue el jueves santo, es decir la víspera del día en que murió por la salvación de los hombres que cumplió estas magníficas promesas (097 sobre la Eucaristía).
Mis manos, esas manos y tus manoshacemos este gesto, compartidala mesa y el destino, como hermanos.Las vidas en tu muerte y en tu vida.Unidos en el pan los muchos granos,iremos aprendiendo a ser la unidad.Ciudad de Dios, ciudad de los humanos.comiéndote sabremos ser comida.El vino de sus venas nos provoca.El pan que ellos no tienen, nos convocaa ser contigo el pan de cada día.Llamados por la luz de tu memoria,marchamos hacia el Reino haciendo Historia,fraterna y subversiva Eucaristía.(Pedro Casaldáliga)