2ª Timoteo 1, 1-3. 6-12Salmo 122, 1-2
Se le acercaron unos saduceos, que son los que niegan la resurrección, y le propusieron este caso:Maestro, Moisés nos ha ordenado lo siguiente: Si alguien está casado y muere sin tener hijos, que su hermano, para darle descendencia, se case con la viuda.Ahora bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin tener hijos. El segundo se casó con la viuda y también murió sin tener hijos; lo mismo ocurrió con el tercero; y así ninguno de los siete dejó descendencia. Después de todos ellos, murió la mujer. Cuando resuciten los muertos, ¿de quién será esposa, ya que los siete la tuvieron por mujer?Jesús les dijo: ¿No será que ustedes están equivocados por no comprender las Escrituras ni el poder de Dios? Cuando resuciten los muertos, ni los hombres ni las mujeres se casarán, sino que serán como ángeles en el cielo. Y con respecto a la resurrección de los muertos, ¿no han leído en el Libro de Moisés, en el pasaje de la zarza, lo que Dios le dijo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Él no es un Dios de muertos, sino de vivientes. Ustedes están en un grave error.
Ayer fueron los fariseos y herodianos. Hoy son los saduceos los que interpelan a Jesús. Ellos eran ricos y poderosos, no creían en la resurrección para una vida eterna, ni en ángeles y espíritus. La única vida era para ellos la de la tierra y como les iba tan bien, no veían necesario ningún cambio. Esta vez se acercan parece que a burlarse de Jesús y de su enseñanza sobre la resurrección y la vida eterna.El problema que presentan se basa en las Escrituras: Como para los judíos era un drama morir sin descendencia, la ley mosaica mandaba que un hermano del muerto se casase con la viuda. El hijo que resultara de esa unión, sería considerado descendiente del fallecido.Jesús les dice que son unos ignorantes, que no conocen la Escritura. La resurrección no es volver a vivir como lo hacemos aquí. Es Vida nueva, donde se instaurarán otras relaciones, donde todos seremos hermanos. Aunque nos asusta la muerte, ese evento tan misterioso y doloroso, en verdad es un nuevo parto a una vida mucho más vital. Recordemos que Dios es un Dios de vivos, no de muertos y que tenemos un lugar en su casa, por toda la eternidad. Esa certeza debe estar siempre presente en nosotros, sobre todo en los momentos de noche oscura. Jesús resucitó y nosotros resucitaremos con Él y viviremos en la casa del Padre Dios.
Es la misma esperanza, mis queridos hijos, la que inspiró a los primeros cristianos tanta paciencia en las persecuciones, y que los hizo tan felices en los sufrimientos, tan gloriosos en los oprobios. Constantemente tenían en mente las predicciones de Nuestro Señor Jesucristo, quien declaró en el Evangelio, de la manera más formal, que en el último día todos los muertos oirán su voz y que serán resucitados para no volver a morir. Fue esta promesa la que sostuvo la fe de los mártires, que animó la constancia de las vírgenes, que suavizó a los anacoretas los horrores de los desiertos y los rigores de la penitencia. Además, veamos cómo el apóstol san Pablo en sus epístolas, y especialmente en lo que dirige a los fieles de Corinto, entra en este sentido, en los detalles más pequeños. Les señala que el cuerpo como semilla está plantado en un estado de corrupción, deformado, inmóvil y sin vida; pero que resucitará de nuevo incorruptible, glorioso, espiritual, imperturbable, ágil, lleno de vigor y fuerza. (Sermón sobre la resurrección)
MÁXIMATodos resucitaremos a una vida eterna
Yo creo en tu resurrecciónporque puedo amar, puedo reír,puedo abrazar mi mayor enemigoy mirarlo en ti.Yo creo en tu resurrecciónporque tengo paz en el corazón,porque puedo entregarmea pesar de todo este dolor.Yo creo en tu resurrecciónporque soy feliz junto a ti,porque me amas tantoque hasta moriste por mí.Yo creo en tu resurrecciónporque puedo amar,porque tengo tanto, tanto,tanto para entregar.Yo creo que tú, Señor,vivirás en mí.Yo creo que tú, Señor,vencerás en mí.Yo creo que tú, Señor,morarás en mípara siempre, para siempre,Señor.Yo creo en tu resurrecciónporque ni el dolor, ni mi propio error,ninguna angustiapodrá separarme de tu amor.Yo creo en tu resurrecciónporque todo lo puedo con tu amor,Porque sé que cuidas de mi vidamejor que yo.Yo creo en tu resurrecciónporque puedo amarPorque puedo entregarmea pesar de todo este dolor.Yo creo en tu resurrecciónporque puedo amar,porque tengo, tanto, tanto,tanto para entregar.Yo creo en ti, Señor.Yo creo en la fuerza de tu vida.Creo que donde abundó el pecadomás sobreabundó tu gracia.Creo en la fuerza de tu pequeña semillaen nuestro corazónque da el ciento por uno.Creo que vives en nosotros.