San Bernabé, apóstol

Hechos 11, 21-26; 13, 1-3
Salmo 97, 1-6

Jesús envió a sus discípulos, diciéndoles:
Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca.
Curen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios.
Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente.
No lleven encima oro ni plata, ni monedas, ni provisiones para el camino, ni dos túnicas, ni calzado, ni bastón; porque el que trabaja merece su sustento.
Cuando entren en una ciudad o en un pueblo, busquen a alguna persona respetable y permanezcan en su casa hasta el momento de partir.
Al entrar en la casa, salúdenla invocando la paz sobre ella.
Si esa casa lo merece, que la paz descienda sobre ella; pero si es indigna, que esa paz vuelva a ustedes
.

Una verdad sencilla, que en ocasiones se nos escapa y no le prestamos atención, es que con poco basta para hacer el bien. No necesitamos grandes cosas, ni eventos, ni montajes para crear lazos que humanicen, para hacer gestos que alivien, para ayudar a curar heridas que otros no se ven con ánimos ni fuerzas para cerrar. En esto de hacer el bien, hemos de ir ligeros de equipaje. Esto nos puede ayudar a ponernos en marcha con más facilidad, a sumarnos a iniciativas, a ofrecer, sin miedos ni cortapisas, nuestra cercanía, nuestra presencia y nuestra capacidad de amar. Con poco nos basta, pues eso de acumular puede ser estorbo para salir de nosotros mismos y dar lo mejor de cada uno.

No hay nada que demostrar, no se trata de protagonizar, en esto de hacer el bien; lo único que importa es el otro, de ahí que necesitemos bien poco. Así nos sumamos a esa marea humanizadora de Jesús de Nazareth, a la que se sumaron tantos hombres y mujeres antes que nosotros, que lograron salvar distancias, romper fronteras, alegrar la vida a quienes no ven un horizonte claro.


MÁXIMA
Vayan y anuncien la buena noticia


Dejen su país, su familia; sacrifiquen todo; vayan a enseñar a esos niños que piden el pan de la instrucción y que están expuestos a perecer porque no hay nadie que lo rompa y se lo distribuya. (Sermones VII p. 2242.)

El Señor nos envió
a cumplir con la Misión:
En el mundo anunciar la Verdad.
Bautizar y enseñar
la Palabra a los demás
y el poder de Dios trino obrará.
Con nosotros estará
Cristo siempre hasta el final.
Testigos del amor,
oigamos hoy su voz:

Vayan y hagan
discípulos en las naciones.
Vayan y hagan.
Vayan y hagan
discípulos en las naciones.
Vayan y hagan.

Vamos de dos en dos
sin dinero o provisión,
entregados confiemos en Dios.
Él pondrá en nuestra voz
las palabras del Amor
y milagros en nuestra labor.
Mensajeros de la Paz,
sembradores del perdón,
testigos del amor,
sigamos hoy su voz.