Salmo 15, 1-2. 5.7-10Evangelio: Mateo 5, 33-37
Jesús dijo a sus discípulos: Ustedes han oído también que se dijo a los antepasados: «No jurarás falsamente, y cumplirás los juramentos hechos al Señor». Pero yo les digo que no juren de ningún modo: ni por el cielo, porque es el trono de Dios, ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la Ciudad del gran Rey. No jures tampoco por tu cabeza, porque no puedes convertir en blanco o negro uno solo de tus cabellos. Cuando ustedes digan «sí», que sea sí, y cuando digan «no», que sea no. Todo lo que se dice de más, viene del Maligno.
¿Quiénes de nosotros no hemos mentido nunca? ¿Qué lugar ocupa la mentira en nuestra vida personal, en las relaciones con nuestros amigos, en nuestra propia familia, incluso en nuestra forma de ser? ¿Vivimos en la verdad o en la mentira? ¿En la transparencia o en la imagen? Jesús insiste hoy en la veracidad y transparencia de la palabra como forma de amar. Sí o no: el lenguaje de la verdad es indicio de la libertad interior de quien, de una manera u otra, ha superado su ego. Porque el ego tiene otros “valores” por encima de la verdad, aquéllos que lo sostienen y alimentan. De ahí que sea tan hábil en la racionalización, la justificación y tantos otros mecanismos de defensa.Quien se tiene a sí mismo(a) como centro de la vida, mentirá para mantenerse en el centro de todo. Quien no tiene que “proteger” su yo (su imagen, su apariencia) puede mostrarse sencillamente en su verdad, con todos sus claroscuros. Y descubre que es precisamente el reconocimiento de la propia verdad la mayor fuente de descanso, paz y libertad interior… Y la actitud capaz de construir fraternidad en torno a sí, una fraternidad que sólo es posible desde el olvido del propio ego. Vivir en la verdad nos hace felices y construye fraternidad en el colegio, con las amistades, en la vida social, en la vida de familia.
Tengan cuidado de no confundir la voz de Dios con la de sus deseos; y a fin de discernir la una de la otra, recen mucho y sométanse al juicio de aquéllos que tienen la gracia para distinguir las impresiones que vienen del cielo, de las impresiones que son producidas por el espíritu de mentira que se transforma, a menudo, en ángel de luz para seducirlos”. (S VII p.2286)
Cristo mismo, nos liberó,las cadenas del pecado el rompió.Cristo mismo, nos liberó,las cadenas del pecado el rompió.Hijo mío, te llamarássi mi palabra guardas,conocerás la verdad.Hijo mío, te llamarásy mi discípulo serás, vivirás en libertad.Si buscas ser feliz y vivir en libertad,la verdad es Cristo y en Él, la encontrarás.El Señor es el Espíritu, el Señor es la verdad,y donde está su Espíritu, encontramos la verdad.