Jueves de la 11ª semana durante el año

Eclesiástico 48, 1-14
Salmo 96, 1-7

Jesús dijo a sus discípulos: Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados.
No hagan como ellos, porque el Padre que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan.
Ustedes oren de esta manera: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido.
No nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del mal.
Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes.
Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes.

El Padre nuestro no es una oración individualista. A la invocación “Padre” se añade inmediatamente “nuestro”. Dios no es sólo Padre “mío”, sino Padre de todos, de mis amigos y de mis enemigos, de los que me hacen el bien y de los que me hacen daño. Si Dios es Padre de todos, de los justos e injustos, de los agradecidos y desagradecidos, entonces todos son mis hermanos. ¡Qué difícil es experimentar esto a ratos…!

La fraternidad, experiencia central del cristianismo, brota de la experiencia de la paternidad de Dios. Por eso la fraternidad es un compromiso ético, no es un mero sentimiento. Un compromiso ético que se expresa en las diversas actitudes que Jesús ha ido exponiendo a lo largo del Sermón del monte: el amor a los enemigos, el amor a todos, siempre el amor universal e incondicional (Mt 5,38-48). La señal del cristiano no es más que ésa: el amor. Amamos porque el Padre nos ha amado primero.

Hoy te propongo este ejercicio: Mira a las personas que tienes a tu alrededor. Dedícales unos segundos de tu tiempo a esas personas que te cruzas por la calle, a esas personas con las que convives, a aquellos con quienes compartes en el trabajo, a aquel con quien tienes alguna dificultad en particular. Intenta mirarlas como tu Padre las mira. No las juzgues, sencillamente míralas e intenta sentir por un instante que son tus hermanos. Y regálales, por un instante, el sentirse sencillamente amadas por lo que son, como tú eres amado por tu Padre. (Jacqueline Rivas, Hesed)


MÁXIMA
Dios es Padre de todos


Exponer nuestras miserias a nuestro Padre que está en los cielos, con humilde confianza. No hacer al rezar, violentos esfuerzos por elevarnos a altas consideraciones; cuando el nos llama y nos atrae, seguir el rastro de su gracia, ir a él con la sencillez de un niño pequeño, que se deja conducir de la mano.   (Memorial 18 – 19)

Quiero decirte padre en Aimara
Quiero cantarte padre en Araucano
Quiero mostrarte padre mi otavalo
Quiero darte las gracias por mi Amerindia

Quiero decirte fuerte que te amo en Quechua
Quiero sembrar tu reino con trigo Maya
Quiero darte mi vida como Azteca
Quiero adornar tu frente con oro Inca

Mi padre en tu corazón yo encuentro
Mi sintonía, mi sintonía
Y quiero consagrar ahora a mi pueblo
Toda mi vida, toda mi vida

Quiero decirte padre en Guaraní
Quiero cantarte padre con mi alma Chuara
Quiero mostrarte padre mi Amazonía
Quiero darte las gracias por mi Amerindia

Quiero decirte fuerte que te amo en Quechua
Quiero sembrar tu reino con trigo Maya
Quiero darte mi vida como Azteca
Quiero adornar tu frente con oro Inca