Job 38, 1.8-11S.R. 106, 23-26.28-312 Corintios 5, 14-17
Un día al atardecer Jesús dijo: Crucemos a la otra orilla.Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron a la barca, así como estaba. Había otras barcas junto a la suya.Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba llenando de agua.Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal.Lo despertaron y le dijeron: ¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos? Despertándose, él increpó al viento y dijo al mar: ¡Silencio! ¡Cállate! El viento se aplacó y sobrevino una gran calma.Después les dijo: ¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a otros: ¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?
Evidentemente, después de la jornada de predicación, Jesús queda exhausto. La fuerza sólo le da para decirle a los discípulos: crucemos a la otra orilla (a orilla pagana, a la región de los gerasenos). Allá van obedientemente, aunque mucho no les simpatiza pues no bajarán de la barca al llegar a Gerasa, lo hará solo Jesús.Jesús es el que marca el norte, el rumbo que debe llevar la barca y cuando actuamos en consecuencia no debemos temer a los vientos y a las olas, pues estamos haciendo lo que nos pidió y en la dirección que nos indicó y de manera comunitaria.Las orillas a todos nos dan certezas, son seguras, estamos en terreno firme. El cruce del lago, del mar, es lo opuesto, pero necesario para cambiar de orilla si lo hago en barca. La vida tiene mucho de orillas, pero también de travesías en el agua. Tiene momentos de certezas y momento de incertidumbres; momentos de terreno firme y momentos sin base sólida; momentos donde me siento conductor y a salvo y otros donde me tengo que confiar a la Providencia sin más. Jesús está agotado o medio dormido, pues el texto dice: ‘lo llevaron a la barca (a la suya), así como estaba’. Jesús es llevado por los suyos a la barca y lo ubican en la popa, donde duerme profundamente sobre el cabezal. No se entera del vendaval, ni que la barca se iba llenando de agua. Duerme confiado en el seno de la Providencia, expresada en el cuidado que sus discípulos tienen con él.Jesús está en la barca porque los discípulos lo llevaron y lo pusieron en ella (en su barca). Cuando le peligro asecha recurren a él. Lo llaman desesperados, pues el miedo a hundirse los había invadido, diciéndole ‘Maestro’ ¿no te importa que nos ahoguemos? Es la primera vez que los discípulos le dan ese nombre, Maestro. Van descubriendo, poco a poco, experiencia a experiencia, quién es Jesús. La reacción de Jesús increpando al viento y silenciando el mar los deja atónitos y con más temor aún: ¿quién es este? El efecto de la orden de Jesús les hace pensar que están ante alguien mucho más grande que un Maestro, pues las fuerzas indomables del mar, solo Dios las puede calmar. La primera lectura de Job recuerda que Dios es el Señor del mar, que él lo creó y que él le puso límites a la soberbia de sus olas. ¿Quién es este que hasta el viento y el mar le obedecen?Desde los inicios se asoció la barca a la Iglesia donde los seguidores de Jesús están con él, donde los vientos del mundo y las olas del mal la agitan al punto de ponerla en riesgo. Pero si en ella está Jesús y sabemos recurrir a él, podemos estar seguros y sin temor.El problema es que a veces nos creemos dueños de la barca y nos apoderamos de ella y a Jesús lo dejamos en tierra. La barca es de Jesús. Cuando perdemos esto de vista cometemos horrores, abusos de toda índole, caemos en el autoritarismo, en el clericalismo, en la auto referencialidad. Excluir a Jesús de la barca es dañino para todos.Unos más y otros menos, pero todos tenemos ansias de poder y dominio, pero la clave está en no desviar nunca los ojos de Jesús y sentirnos siempre en su barca; en sabernos instrumentos en sus manos, en navegar con él en los ríos de la vida, en ubicarnos como servidores en la escuela templo y no como dueños o señores, en vivir como artesanos de fraternidad en la comunidad educativa.
Los discípulos y Jesús: se hacen cargo de él, lo ponen en la barca y lo dejan dormir hasta que no dan más. Lo despiertan sobresaltados y reclamándole intervención urgente. Jesús actúa en consecuencia y les recrimina la falta de fe. En ellos se abre una pregunta mayor: ¿quién es este? Perciben una faceta de Jesús que no conocían.
Cuando toda esperanza parece apagada, entonces, es cuando más hay que esperar, es entonces cuando hay que confiarse sin reservas a este poder infinito que, disponiendo como le parece de los hombres y acontecimientos, conduce todo a sus fines con fuerza y con dulzura. Tímidos pasajeros en la barca de la Iglesia, tiemblan durante la tempestad porque Jesucristo parece dormido; pero el momento de despertarse está cercano y temen que el Señor les dirija como al jefe de los apóstoles estas palabras de reproche y enojo: hombre de poca fe, ¿por qué dudas?” (Reflexiones p 100)
En mi vida hasta ahoraen las manos tuve yoel timón de mi barca,tan a menudo te olvidé.Sólo de vez en cuando,desvalido a Ti volvía,pero la barcaen tus planes navegaba.Más yo sabíaque en tus manossiempre encontraba dirección.Quiero ahora escogersólo tu Santa Voluntad.Dejarme conducir.Contigo atravieso ciegamentetinieblas y noches,porque sé que tu amor me guarday en él hay un puerto dondepuedo descansar.