2º Crónicas 24, 17-25Salmo 88, 4-5. 29-35
Jesús dijo a sus discípulos:Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien, se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al Dinero.Por eso les digo: No se inquieten por su vida, pensando qué van a comer, ni por su cuerpo, pensando con qué se van a vestir. ¿No vale acaso más la vida que la comida y el cuerpo más que el vestido?Miren los pájaros del cielo: ellos no siembran ni cosechan, ni acumulan en graneros, y sin embargo, el Padre que está en el cielo los alimenta. ¿No valen ustedes acaso más que ellos?¿Quién de ustedes, por mucho que se inquiete, puede añadir un solo instante al tiempo de su vida? ¿Y por qué se inquietan por el vestido? Miren los lirios del campo, cómo van creciendo sin fatigarse ni tejer. Yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vistió como uno de ellos. Si Dios viste así la hierba de los campos, que hoy existe y mañana será echada al fuego, ¡cuánto más hará por ustedes, hombres de poca fe!No se inquieten entonces, diciendo: ¿Qué comeremos, qué beberemos, o con qué nos vestiremos?Son los paganos los que van detrás de estas cosas.El Padre que está en el cielo sabe bien que ustedes las necesitan.Busquen primero el Reino y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura.No se inquieten por el día de mañana; el mañana se inquietará por sí mismo. A cada día le basta su aflicción.
La palabra ‘Mammón’ se traduce por dinero, riqueza. No había en tiempos de Jesús ningún dios que se llamase así, ni fieles que lo adorasen en un templo. Pero está claro que los altares de la riqueza abundaban en aquella época tanto como hoy. También lo llamamos éxito o prosperidad la buena vida y desde siempre lo usamos como un marinero usaba la estrella polar para determinar el rumbo. Jesús dice que no podemos seguir a ambas, la estrella del marinero y la estrella de Dios. Estas estrellas residen en dos partes separadas de los cielos. Hay que elegir.El problema de la riqueza no está en tenerla, sino en servirla como una diosa. Es que es como un pulpo que extiende sus tentáculos y va cubriendo el corazón, dejándolo inepto para ver otros horizontes. «Aunque se acrecienten las riquezas, no pongan el corazón en ellas” (Salmo 62,11)El Papa Francisco nos dice.“La riqueza verdadera no consiste en multiplicar cuanto se posee, sino en compartirlo equitativamente con quien tenemos a nuestro alrededor…Somos portadores de una gran riqueza, que no depende de cuánto poseamos, sino de lo que somos: de la vida que hemos recibido, del bien que hay en nosotros, de la belleza irreemplazable que Dios nos ha dado, porque somos hechos a su imagen; cada uno de nosotros es precioso a sus ojos, único e insustituible en la historia…Al final de la vida será develada la realidad: se desvanecerá la ficción del mundo, según la cual, el éxito, el poder y el dinero dan sentido a la existencia, mientras que el amor, el que dimos, surgirá como la verdadera riqueza». (IV Jornada Mundial de los Pobres)
Uno se equivoca, hijo mío, se equivoca de manera extraña. Yo he sido pobre, para enseñar a los hombres el precio de la pobreza. Los zorros tienen su guarida y los pájaros del cielo su nido: El Hijo del hombre no tiene dónde reclinar su cabeza. De muchas miserias está libre quien no posee nada. Su corazón es libre, su conciencia en paz; mira al cielo y dice: Esa es la porción de mi herencia” (Palabras que Juan María pone en boca de Jesús)
Sólo Dios, sólo Dios.En tus atrios, Señor,quiero estar.Tú mi tesoro y porción,mi delicia, Señor.Mi fortaleza, mi vida,mi Dios y mi todo.Alma mía, no busques nada más.Para ti basta, Dios y sólo Dios.