2º Reyes 22, 8. 10-13; 23, 1-3Salmo 118, 33-36. 39-40
Jesús dijo a sus discípulos: Tengan cuidado de los falsos profetas, que se presentan cubiertos con pieles de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los reconocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los cardos?Así, todo árbol bueno produce frutos buenos y todo árbol malo produce frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo, producir frutos buenos. Al árbol que no produce frutos buenos se lo corta y se lo arroja al fuego. Por sus frutos, entonces, ustedes los reconocerán.
Cuando se corre el riesgo de un peligro, casi siempre encontramos algún letrero de advertencia o alguien que nos avise. Jesús nos quiere hacer con su palabra una advertencia y una guía para el camino seguro.La advertencia es contra los falsos profetas. Existen personas que hablan de Dios, pero sólo buscan su provecho personal, y en vez de acercarnos a Dios, nos alejan de Él. En un sentido más personal, todos tenemos un falso profeta en nuestra carne que tiene la misma función de alejarnos de Dios, la inclinación al pecado. Este falso profeta es muy atractivo, siempre intenta convencernos bajo la apariencia de algo apetecible y bueno, pero es un lobo con piel de oveja que, al atraparnos, nos deja vacíos porque el supuesto bien que prometía era todo mentira y nos quita la vergüenza para pecar y nos la devuelve en la confesión. Decía san Pío de Pietrelcina que el demonio es como un perro rabioso atado a una cadena, si no te acercas no podrá morderte. Y si caemos, ¿por qué avergonzarnos de un Dios tan bueno a la hora de pedirle perdón?La guía que el Señor nos propone para el camino seguro es buscar dar buen fruto. Veamos los frutos de María, nuestra madre, que viene perpetuamente en nuestro socorro. El fruto de su vientre es el mismo Jesús. ¿Qué clase de fruto estoy dando? Si mi árbol está un poco seco, quizás sea tiempo de echar raíces más profundas y regarlo. Si mi árbol está verde y frondoso, quizás el Señor lo pode un poco para que dé más fruto. Lo que sí tenemos por seguro es que Cristo nos da la lluvia a todos por igual.La verdad, por tanto, brota de relaciones libres entre las personas, en la escucha recíproca. Además, nunca dejemos de buscar la verdad, porque siempre está al acecho la falsedad, también cuando se dicen cosas verdaderas. Una argumentación impecable puede apoyarse sobre hechos innegables, pero si se utiliza para herir a otro y desacreditarlo a los ojos de los demás, por más que parezca justa, no contiene en sí la verdad. Por sus frutos podemos distinguir la verdad de los enunciados: si suscitan polémica, fomentan divisiones, infunden resignación; o si, por el contrario, llevan a la reflexión consciente y madura, al diálogo constructivo, a una laboriosidad provechosa. (Mensaje del Papa Francisco para la 52ª Jornada Mundial de las comunicaciones sociales).
MÁXIMA “Por sus frutos los conocerán”
Huye de las disputas, no tengas nunca pretensión de dominar. Cede a los gustos de los otros, delicadamente cuidando de no herirlos mediante bromas que les ofenden. La verdadera compasión no es huraña; es amable y ensancha el corazón; no se atiene a singularidades ni caprichos, sino que practica la caridad, la alegría y la paz. Todos ellos son frutos del Espíritu Santo por los que sabrán que somos de Jesús. (Juan María pone estas palabras en boca de Jesús)
Hay gente buena en esta tierrade mirada cristalina y contagiante sonrisa.Hay gente buena en esta tierraque se alegra por lo bello de lo que hay en lo pequeño.Hay gente buena en esta tierraque ama intensamente, aunque tenga sufrimientos;siembran bondad donde hay cizaña,exaltan siempre lo mejor que hay en el otro.A esa gente más que buenayo le quiero dar las gracias.Con su vida hoy sostienen este mundo.Yo quiero ser uno de ellos,de esa gente más que buena,para construir un mundo justo y buenoy así crezca la esperanza.Hay gente buena en esta tierraque trabaja honestamente y cada día con esfuerzo.Hay gente buena en esta tierracon mano abierta, lo que tiene da para ayudar al resto.Hay gente buena en esta tierra,héroes valientes y aguerridos;ellos son de carne y hueso.No temen arriesgar su vidacon tal de defender al débil e indefenso.Son estudiantes y empleados,son campesinos y empresarios,fieles, consagrados, abuelos, padres abnegados.¡Son santos de lo cotidiano!