Virgen de Itatí – Santa Amabile Wisenteiner

Oseas 8, 4-7. 11-13
Salmo 115, 3-10

Le presentaron a Jesús un mudo que estaba endemoniado.
El demonio fue expulsado y el mudo comenzó a hablar.
La multitud, admirada, comentaba: Jamás se vio nada igual en Israel.
Pero los fariseos decían: Él expulsa a los demonios por obra del Príncipe de los demonios.
Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias.
Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor.
Entonces dijo a sus discípulos:
La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.

Después de que expulsó al demonio el mudo comenzó a hablar . Así sucede con nuestra alma: aspira dones espirituales muy elevados y nosotros la tenemos callada con un demonio que le impide hablar todas las cosas buenas de Dios. Este demonio seguramente es nuestro orgullo y soberbia que nos mantiene tan irreconciliables con Dios como lo pudiesen estar la noche y el día al mismo tiempo. Sin embargo, para superar estos obstáculos que nos impiden ser santos sólo nos queda la esperanza de ser curados por Cristo. Sólo con su presencia permitiremos dejar hablar a nuestra alma todas esas palabras bellas que quiere transmitir de Dios, del perdón, del consuelo, del amor, de la paz.

Hoy día Cristo no se olvida de nosotros. Él desea seguir curando enfermos y expulsando demonios, pero «le faltan» pies y manos, «le faltan» corazones y bocas, «le falta» la fuerza corporal de la juventud para que todos queden sanos. Podría permitir que el mundo se convirtiese en un instante pero no lo hace por respeto a nuestra libertad, el don más grande después de nuestra fe.

Qué hermosa lección sacaríamos de este evangelio si nos diésemos cuenta de esta compasión que siente Jesucristo por nosotros. Compasión de ver a tantas ovejas sin pastor y que sienten la necesidad de recibir la salud pero que no pueden por falta de esos pastores entregados y generosos. Pidamos a Cristo que nos envíe hombres y mujeres que no teman dar su vida para seguir a Cristo incondicionalmente. (Catholic .net)

MÁXIMA
Envía, misioneros, Señor


“Dios está siempre cerca de los que trabajan por su gloria: Lucha con nosotros cuando luchamos por él; si la intención es recta, no tenemos nada que temer”. (Memorial 19)

El Señor nos envió
a cumplir con la Misión:
En el mundo anunciar la Verdad.
Bautizar y enseñar
la Palabra a los demás
y el poder de Dios trino obrará.
Con nosotros estará
Cristo siempre hasta el final.
Testigos del amor,
oigamos hoy su voz:

Vayan y hagan
discípulos en las naciones.
Vayan y hagan.
Vayan y hagan
discípulos en las naciones.
Vayan y hagan.

Vamos de dos en dos
sin dinero o provisión,
entregados confiemos en Dios.
Él pondrá en nuestra voz
las palabras del Amor
y milagros en nuestra labor.
Mensajeros de la Paz,
sembradores del perdón,
testigos del amor,
sigamos hoy su voz.

Isaías 7, 10-14
Lucas 1, 46-55 (Salmo)

En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá.
Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó:
¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme?
Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno.
Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor.
María dijo entonces:
Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi salvador.

Si María hubiera pensado en su bien y seguridad hubiese rechazado la invitación del ángel. Al aceptar se complicó tremendamente la vida. Conociendo las costumbres y leyes de la sociedad judía de la época, que eran durísimas con la mujer adúltera, sabía que la muerte por apedreamiento no era una quimera. Posiblemente haya presenciado o se haya enterado de ajusticiamientos de este tipo.

Pero María no piensa egoístamente en ella, es capaz de olvidarse de sí. El hecho de ir a ayudar a la anciana Isabel, preocupada por lo complicado de un embarazo a esa edad, nos lo demuestra. Su amor no es romántico, es bien concreto: Toma la decisión y viaja durante días hasta llegar a Ain-Karin. Es un amor hecho de presencia. Isabel puede contar con ella.

¿Pueden los demás contar conmigo?
María es parte de los llamados ‘anawim’, los ‘pobres de Dios’, los que ponen toda su confianza y esperanza en Él y lo esperan con paciencia y humildad, no gozando a nivel humano de prestigio o derechos. La espiritualidad de estos pobres de Yahvé se puede resumir en las palabras del Salmo 37: “Permanece delante de Dios en silencio y espera en Él”.


Justos y pecadores, pongan en María toda su confianza. Ella tiene el poder y la voluntad de obtenerles todas las gracias que pidan por su intercesión. Caminen siguiendo sus huellas, ustedes pueden hacerlo, sobre todo ayudados por su poderosa protección. Ella no la niega jamás a quienes quieren sinceramente ser imitadores de sus virtudes. Diríjanse hoy a María y díganle con sentimientos de la más viva confianza: Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros. (1805)

El mundo es nuestra casa
y es de todos;
personas con la misma dignidad.
Anestesiados por la indiferencia
vamos perdiendo nuestra humanidad.
La vida clama hoy.
Vamos a escuchar
cuánta injusticia grita al corazón.
A prisa hay que salir,
no hay por qué esperar,
como María en la Visitación.

Salgamos todos al encuentro de la vida.
La vida clama y dentro de ella clama Dios.
El mismo espíritu nos sopla y nos envía
a regalar, a puro encuentro, bendición.
Salgamos todos al encuentro de la vida.
Se encuentra herida, amenazada del poder,
y esperanzada no se queda y más camina
por anunciar que todo en Él va a renacer.

Queremos ser Iglesia en salida,
movidos sólo por la compasión.
Las estructuras no serán excusas
para evitar el riesgo en la misión.
No vamos a esconder,
menos a enterrar,
talentos que el Maestro nos confió.
A prisa hay que salir, no hay por qué esperar,
como María en la Visitación.

La vida desde adentro nos anima,
nos lleva y le llevamos al Señor.
No habrá montañas, noches, ni fronteras
que frenen nuestra determinación.
Urgencia del amor,
compromiso fiel con el proyecto
del Reino de Dios.
A prisa hay que salir, no hay por qué esperar,
como María en la Visitación.

Bendito el sol que nace de lo alto,
es solidario con nuestro clamor.
Como María somos visitados.
Sólo es capaz de dar quien recibió.
Unidos sólo en Él,
en comunidad,
no cansa ni se cansa el amor.
A prisa hay que salir, no hay por qué esperar,
como María en la Visitación.

La advocación de la VIRGEN DE ITATÍ es muy popular en el Litoral argentino. Su imagen es la más antigua de las vírgenes criollas. En 1592 la estatua fue llevada por el misionero franciscano Luis de Bolaños a las reducciones de Yaguarí, en la provincia de Corrientes, donde se le construyó un oratorio de piedra y paja, en el que María de Itatí comenzó a ser venerada por los indios guaraníes. La leyenda cuenta que desapareció varias veces, siendo encontrada siempre sobre la misma piedra, a orilla del río Paraná. Por eso se decidió construir su santuario en ese lugar, llamado Itatí. El 9 de julio se celebra que fue elegida reina y patrona de los correntinos y el 16 su coronación pontificia. Hoy es lugar de peregrinación de miles de fieles devotos.
AMABILIS WISENTEINER (Paulina del Corazón de Jesús Agonizante) (1865-1942) fue una religiosa italiana, radicada en Brasil. En 1895 fundó la congregación de las Hermanitas de la Inmaculada Concepción, dedicadas a cuidar a huérfanos y ancianos, especialmente de antiguos esclavos de los barrios pobres. En 1909 sufrió la destitución de su cargo de superiora por el arzobispo de San Pablo y a partir de ahí se dedicó de lleno al servicio humilde de los enfermos. La gente la reconocía como la ‘enfermera’. Fue canonizada en el año 2002.