Isaías 1, 10-17Salmo 49, 8-9. 16-17. 21.23
Jesús dijo a sus discípulos:No piensen que he venido a traer la paz sobre la tierra. No vine a traer la paz, sino la espada. Porque he venido a enfrentar al hijo con su padre, a la hija con su madre y a la nuera con su suegra; y así, el hombre tendrá como enemigos a los de su propia casa.El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí.El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí.El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará.El que los recibe a ustedes, me recibe a mí; y el que me recibe, recibe a aquel que me envió. El que recibe a un profeta por ser profeta, tendrá la recompensa de un profeta; y el que recibe a un justo, tendrá la recompensa de un justo.Les aseguro que cualquiera que dé a beber, aunque sólo sea un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños por ser mi discípulo, no quedará sin recompensa.Cuando Jesús terminó de dar estas instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí, para enseñar y predicar en las ciudades de la región.
Lo que dice Jesús sobre la espada que divide a la familia resulta provocativo y duro de aceptar. Para entenderlo, es necesario recordar que el concepto de familia judía en tiempo de Jesús era muy distinto a la actual. Era la “familia patriarcal”, en la que el padre y patriarca tenía todos los derechos, mientras que la mujer y los hijos no tenían más que obligaciones, la sumisión total. Eso es lo que Jesús no toleraba. Y porque no lo tolera, puede afirmar que ha venido a “sembrar” los conflictos que simboliza las “espadas”.Los conflictos que anuncia Jesús en la familia no provienen de que en ella unos crean en Jesús y otros no. Lo que Jesús ataca no es un problema de creencia religiosa, sino una estructura familiar opresora, en la que: 1) No hay libertad para decidir. 2) Hay una desigualdad total de derechos entre los hombres y las mujeres. Las divisiones que enumera Jesús son conflictos generacionales y de sexo. No habla para nada de enfrentamientos religiosos.La familia reproduce lo que es la sociedad existente y los valores que la determinan. El movimiento, que originó Jesús, en cuanto movimiento socio religioso de una revolución de valores, afecta, antes que nada, a la fuente donde se trasmiten los valores y así se perpetúan los conflictos sociales y de relaciones humanas. Aquí está el nudo del problema más fuerte que a muchos nos plantea el Evangelio.
MÁXIMA«El que entregue su vida por mí, la encontrará»
Sin duda tendremos que sufrir en estas pruebas; ¡Bendito sea Dios! Después de todo, somos los discípulos de ese Jesús que ha vivido pobre, que fue humillado y condenado al suplicio de la cruz. Considerémonos pues, felices cuando Dios nos llama a llevar la imagen de su divino Hijo traicionado, ultrajado, crucificado; no vivamos más que de la fe pura, no toquemos la tierra más que con nuestros pies; que nuestros corazones se eleven y levantémonos hasta el cielo. (Apertura de retiro)
Qué sería de mísi no me hubieras alcanzado.Dónde estaría hoysi no me hubieras perdonado.Tendría un vacío en mi corazón.Vagaría sin rumbo sin dirección,si no fuera por tu gracia y por tu amor.Sería como un pájaro heridoque se muere en el suelo.Sería como un ciervo que bramapor agua en un desierto,si no fuera por tu gracia y por tu amor.