Beatos Angelelli y compañeros mártires

Isaías 10, 5-7. 13-16
Salmo 93, 5-10. 14-15

Jesús dijo:
Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido.
Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar
.

Nosotros, hoy aquí, podemos continuar alabando a Dios por las maravillas que ha obrado en la vida de los pueblos latinoamericanos. Dios “ha ocultado estas cosas a sabios y entendidos, dándolas a conocer a los pequeños, a los humildes, a los sencillos de corazón”.
También por las maravillas que ha realizado el Señor en María, Ella reconoce el estilo y el modo de actuar de su Hijo en la historia de la salvación. Trastocando los juicios mundanos, destruyendo los ídolos del poder, de la riqueza, del éxito a todo precio, denunciando la autosuficiencia, la soberbia y los mesianismos secularizados que alejan de Dios, el cántico mariano confiesa que Dios se complace en subvertir las ideologías y jerarquías mundanas.
Enaltece a los humildes, viene en auxilio de los pobres y pequeños, colma de bienes, bendiciones y esperanzas a los que confían en su misericordia de generación en generación, mientras derriba de sus tronos a los ricos, potentes y dominadores. (Papa Francisco, 12 de diciembre de 2014).

Para que el Señor pueda revelarse al mundo, necesita que nosotros seamos sencillos y humildes para cumplir su Voluntad. Humildad que no es servilismo, pues la humildad viene siempre acompañada de justicia, paz y verdad. A nosotros nos toca ser las manos y el rostro de Cristo. ¡Qué responsabilidad tan grande! Ser miembros de Cristo es aprender a vivir como él, dar testimonio de una vida recta como la de Él, y ¿por qué no? llegar a dar la vida por Él, como Jesús la dio por cada uno de nosotros.


MAXIMA
Dios se manifiesta en los pequeños


Lo verán, no temo asegurárselos; Dios se los comunicará de un modo inefable, porque es a los pequeños y a los humildes, que Él revela sus secretos, mientras que se los oculta a los hábiles y grandes, como dice Jesucristo en el evangelio” (S.VII p.2318) 

Mi Jesús mío, por tu amor,
por tu infinita misericordia,
dame un poquito de tu luz.
Que yo te conozca y me conozca a mí,
aunque tenga mucho que sufrir.

Que yo sea buena
y te busque en todo sólo a Ti.
Que yo sea sencilla y chiquita,
que no busque más que esconderme
en todo y siempre en Ti.

Jesús mío, dame la humildad
y la dulzura de tu Corazón.
Dime lo que tengo que hacer
y lo que tengo que hablar.
Dímelo todo, Jesús mío,
hazme muy dócil,
y que voluntariamente
no te desagrade nunca.

Jesús mío, yo no puedo nada,
pero Tú lo puedes todo.
Ayúdame, no me dejes,
dame rectitud en todo.
Haz que te ame mucho.
Jesús mío, soy tuya.
Que yo sea buena
y te busque en todo sólo a ti.


Monseñor ENRIQUE ANGELELLI (1923-1976) fue un obispo de la Rioja, Argentina, con una fuerte acción pastoral al servicio de los más necesitados. Murió en un accidente provocado, cuando volvía del funeral de los sacerdotes Gabriel Longueville y Carlos de Dios Murias.

GABRIEL LONGUEVILLE (1931-1976) fue un sacerdote francés que se incardinó en la diócesis de La Rioja. El 18 de julio del 76 fue secuestrado de su parroquia y poco después fusilado.

CARLOS DE DIOS MURIAS (1945-1976) fue un sacerdote franciscano conventual, que trabajaba en una parroquia de El Chamical. Fue secuestrado junto al padre Gabriel y asesinado.

WENCESLAO PEDERNERA (1936-1976) fue un laico puntano, trabajador rural, que vivió un tiempo en Mendoza donde se casó y fue madurando su compromiso cristiano. Participó activamente en el Movimiento Rural Diocesano y en la catequesis. Entusiasmado con la prédica de Monseñor Angelelli, se mudó a Sañogasta, la Rioja. En la noche del 24 de julio del 76 fue acribillado en su casa, delante de su familia.